Cap. (05): Desvío

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Desperté aquella mañana con tranquilidad y descansado, me quité el vendaje de los ojos poco a poco y esperé a que mi visión se adaptase a la luz de la habitación, Eric no estaba a mi lado, pero en su lugar había una hoja de papel con un dibujo muy bien hecho de un prototipo de carretilla de tres ruedas teniendo dos detrás y una delantera que presentaba una alternativa a los caballos con un sistema similar al de una bicicleta, Eric pensó en cada detalle excepto en la fuerza descomunal que se tendría que tener para usar ese carro cargado, por el otro lado había otro dibujo de un carro de dos ruedas convencional con una rueda de repuesto.

-Veo que es creativo, o al menos tiene la suficiente imaginación como para crear diseños de este estilo.

Salí de la habitación con toda la calma del mundo y subí a la cubierta, pero no encontré a nadie ni en el camino ni en el barco, levanté la cabeza y vi que el sol se encontraba en lo más alto de la Eclíptica.

- ¿Es mediodía y siguen dormidos?

Me di un paseo por el barco desde la cabina del capitán hasta la bodega y seguí sin encontrar a nadie, ni siquiera a los animales.

- ¡¿Hay alguien en él barco?!

Volví a recorrer el barco otra vez sin encontrar a nadie ni en las habitaciones ni en el carro, sentí una angustia tan grande y poderosa que estaba a punto de romper en llanto. Me tiré una hora entera dando vueltas por el barco repitiendo una y otra vez los lugares y buscando, terminé tan cansado que lo único que pude hacer fue alzar el vuelo y buscar en el barco el aura de alguno de ellos sin ningún resultado.

-Pero ¿Dónde están?

Aterricé en el puesto de vigía y sin saber que hacer me dejé llevar por mis impulsos más primarios.

- ¡Hermes! - grité a pleno pulmón.

Muy frustrado y conteniendo el llanto me dejé caer con la espalda pegada al poste sin entender qué pasaba.

- ¡¿Roy?! - gritó Hermes desde la cubierta.

Salté de la plataforma y rápidamente me tiré a sus brazos aliviado de no estar solo.

-Hermes han desaparecido todos y no los encuentro, no están ni las yeguas de la tía Deméter.

-Relájate Roy, no te preocupes ¿Qué ha pasado?

-Acabo de despertar y ya no estaban, He buscado por todo el barco y no hay nadie, no hay forma de salir de este barco si no es volando o a nado, Lima podría haberse ido, pero Eric y Ernesto no.

-Si lo piensas bien pueden haber usado las yeguas.

-Puede, pero ¿Por qué? - pregunté calmándome.

-Por nada porque no ha sido así - dijo una voz con aires de superioridad.

Un hombre alto y muy musculoso bajó las escaleras con aires de superioridad y un aura muy oscura.

-Ares ¿Que has hecho con los niños?

-Digamos que siguen con vida ¿Qué harías para salvarlos?

No entendía nada, me quedé mirando la sonrisa aterradora de aquel dios, a pesar de su belleza carecía de corazón.

-No pienso tolerarte lo que estás haciendo, dejamos bien claro que de Roy nos encargábamos nosotros. - Dijo Hermes interponiéndose entre nosotros

-Sí, se nota, lo único que hacéis es cumplirle sus caprichos y debilitar su poder, pero yo no lo veo despertar su verdadero potencial.

- ¡Eso es justamente lo que estamos intentando evitar! - gritó Hermes intentando poner límite

Ares se acercó a Hermes con una mirada asesina y lo apartó de un golpe, en el mismo momento en el que Ares tocó a Hermes, sin darme cuenta tomé impulso y le di una patada en el pecho con gran potencia. El ambiente se puso mil veces más tenso al ver que Ares había bloqueado mi patada con una sola mano. Caí al suelo de espaldas cuando soltó mi pierna y Hermes vino rápido a mi lado.

Desterrados: Los misterios de AsgardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora