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—Entonces... una integral línea o integral curvilínea es una integral en la que la función a integrar se evalúa a lo largo de un camino o una curva.- Repito, viendo a Jenna al otro lado de la habitación.

Habían pasado tres semanas desde el último encuentro turbulento con la profesora Ortega en el  trastero y desde entonces hemos tenido una relación prácticamente perfecta, sin malentendidos. Dos veces a la semana nos reuníamos en el aula clásica vacía, estudiando matemáticas avanzadas para el próximo examen de fin de año. Al parecer... este concurso iba a tener lugar a finales de marzo, a las puertas de la graduación.

Puse la parte inferior de la pluma entre los labios, exhausta y al tiempo satisfecha con mi trabajo.

Jenna camina hacia mi dirección. Sus botas negras aparecen ante mis ojos y lentamente la examino con la mirada. Hoy Jenna tenía una falda a cuadros verde-blanco que llegaba poco más de la mitad del muslo y que combinaba con su polo verde. Casi tuve ganas de llorar bajo su mirada atenta e intimidante.

Me golpea juguetona en la mejilla, sonriendo a  32 dientes.

—¿Ves que después de dos horas te has dado cuenta?- pregunta retórica y yo miro hacia otro lado por su comentario fuera de lugar. Quito suavemente su mano de mi cara y me levanto de la silla, completamente cansada.

Miro el reloj y suspiro viendo que se había hecho tarde otra vez.

—deberíamos vernos en otro lugar... prácticamente vivo en esta escuela- murmuro entre mí. Cierro la mandíbula, escondiendo mi disgusto.

—Tienes razón...- Jenna comenta y me volví hacia su dirección. No pensé que me escucharía. La profesora Ortega puso el libro en su mochila y me miró con una ligera sonrisa en los labios.

—si no te parece demasiado... extraño...- comienza, deteniéndose brevemente, casi arrepentida de haberlo dicho. —podemos vernos en mi casa...- concluye, poniendo la mochila sobre la espalda.

Mis ojos se abren y mis mejillas se tiñen de rojo. Una sensación agradable se extiende a lo largo de mi espalda a la sola idea de quedarme en la casa de Jenna. La profesora Ortega niega con la cabeza casi con decepción porque no le había dado una respuesta.

—bien... sólo... debería saber la dirección- me rasco la nuca con nerviosismo.

Jenna suelta un suspiro de alivio y sonríe, toma su teléfono de su bolso y camina hacia mi dirección, mirando su dispositivo. —¿Qué tal si te doy mi número?- sus dedos teclean algo en la pantalla, muy probablemente respondiendo a un mensaje.

—así que te lo envío por WhatsApp- concluye, mirándome a través de sus largas pestañas.

Asiento con la cabeza, todavía sin palabras.

Jenna me da su teléfono, un hermoso iphone 14. Vi que había puesto la rúbrica. Echando un vistazo a Jenna escribo mi número, un poco sorprendida. Entrego el teléfono a la pelinegra y ella lo puso en su bolso.

—Bueno... entonces nos ponemos al día- me dedica una sonrisa, marcando sus hoyuelos. Pasa a mi lado y inclinando la cabeza siempre con una sonrisa en los labios, sale de la habitación.

Jenna... me pidió mi número.

(...)

Cuando salí de la escuela vi a Enid apoyada en la puerta de su nuevo coche. La rubia me saluda y camina hacia mi dirección, envolviendo los brazos alrededor de mi cuello.

Devolví el abrazo relajándome bajo su toque. Enid rompe el abrazo, saltando de la felicidad.

—¿estás lista?- Enid toma mi mochila de las manos, abre el maletero y la tira sin cuidado. La rubia chilla y toma mi mano, haciéndome subir al lado del pasajero.

—¿Lista? ¿Para qué?- Miro a la rubia con confusión y me pongo el cinturón.

—en una fiesta, por supuesto- pone la llave en la cerradura y pone en marcha el coche. Abro los ojos y niego con la cabeza.

—A las... 20?- dije incrédula
—no, quiero ir a casa- admito.
—Vieja— Enid murmura, aburrida. La rubia cambia la marcha y arranca hacia la salida de Nevermore, cruzando las puertas de hierro.

—es viernes,T/N es una vida que no vamos juntas a una fiesta... últimamente estás estudiando demasiado, verdaderamente demasiado- se mordió distraídamente el labio inferior.

Se vuelve hacia mí, mirándome con ojos suplicantes.

—Está bien... pero estaremos un par de horas y luego iremos a casa... que... CUIDADO- agarro con fuerza el cinturón de seguridad cuando vi a Enid pasar con el rojo.

Un par de carros que estaban cruzando la carretera suenan con insistencia la bocina y se paran abroturatamente, evitando la colisión.

¿Quién diablos le dio su licencia?

—entonces fiesta?- sonrió, exultando por la victoria obtenida. —¿dónde iremos?- recupero la respiración, aliviada del hecho de estar todavía viva. Enid se gira de nuevo hacia mi dirección.

—mira la carretera- añado, todavía asustada. Enid aprieta con fuerza el volante mostrándome su nueva combinación de esmalte.

—en la casa de Edward- dijo, encogiendo de hombros con indiferencia. Sus ojos brillaban por la emoción. —¿Edward? - Pregunto, soltando un suspiro de frustración.

—es un idiota... pero hace buenas fiestas-Admite la rubia y me quedé en silencio sin saber qué añadir

Vemos en la distancia la enorme casa de Edward Smith y a pesar de la precaria hora de la fiesta ya se podía ver a la gente entrar en su casa. Luces estratosféricas invaden el barrio y la música ensordecedora resuena a metros de distancia.

Enid aparca y nos bajamos del coche, caminando hacia la entrada de la casa. Una notificación en el teléfono me hace sacarlo del bolsillo, frunciendo el ceño al ver que me había escrito un número de teléfono que no conozco.

*desconocido*

¡Hola! Soy Jenna, bueno... este es mi número.

Sonrío y salvo su número, divirtiéndome de que tuviera que especificar que era el suyo.

Hola Jenna, soy T/N

Unos segundos después recibo un mensaje suyo.

Jenna*
¿De verdad? No me digas :/


Tonta :3

Puse el teléfono en mi bolsillo y entré a la casa, lista para dejarme ir pero con una sonrisa en mis labios.

━𝐌𝐢𝐬𝐬 𝐎𝐫𝐭𝐞𝐠𝐚 | j.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora