UNO: Mau podría manosearme

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CAPÍTULO 1
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Sandy

Leí en algún lado que no hay nada más difícil que mirar a los ojos de tu enemigo y saber que el odio es tan fuerte que puede arrebatarte todo... quien dijo eso claramente no ha tenido que mirar a los ojos al hombre con quien por accidente se besó apasionadamente unos meses atrás y con quien deliberadamente ha evitado hablar del tema para fingir que eso nunca pasó.

Eso es sin duda más difícil.

Y ni qué decir que no solo tengo sus ojos oscuros y pícaros en los míos, sino los de todas mis amigas y un par de amigos más, vivos partícipes de esta escena, donde el concurso de miradas se torna más intenso a cada segundo que pasa. Mi contrincante no parpadea, pero sí logro percibir la sonrisa maliciosa que sube hasta sus pupilas.

No puedo evitar sonreír también, pero intento que eso no influya en el movimiento de mis manos. Fracaso... pongo mal el dedo y todo se desmorona.

La torre de Jenga ya llena de agujeros hechos por Mau y yo, se cae sobre la mesa, cada pieza de madera creando un estrépito que rompe el silencio de la audiencia. Se oyen risas y el grito de victoria de Mau.

Me pongo de pie, blanqueando los ojos.

—Sé una buena perdedora, Sandy —dice Mau, jactándose de su victoria. A su alrededor mis amigas ríen—. Ahora pon tu bonita sonrisa y págame mi premio.

Sin dedicarle un segundo más, camino hasta la cocina del apartamento de Alexa para buscar mi amado trozo de pizza y dárselo con toda la dignidad que tengo. Busco la caja y la abro; solo queda mi porción y la de Samuel, pero ahora he perdido la mía.

Bueno, ya me comí dos porciones antes, así que tampoco puedo decir que es una pérdida fatal.

Mau llega tras de mí e intento no sobresaltarme o indicar que su presencia me estropea el ritmo cardiaco. Se acerca lo suficiente para que yo pueda oler de nuevo el aroma de su perfume, mismo que me tuvo embriagada mientras quitábamos bloques por turnos del Jenga.

—Ahí tienes —le digo, tendiendo de mala gana la pizza. Mau la recibe, abre la boca sin esperar un segundo y le da una buena mordida sin quitar sus ojos de los míos. La grasa del queso escurre por una de las comisuras de sus labios—. Eres asqueroso.

—Solo te enoja tener que dármela.

—Es un pedazo de pizza, no mi alma. Que no se te suba a la cabeza.

Mau traga su bocado y me mira con su sonrisa ladeada hacia la derecha. Su piel achocolatada, solo un par de tonos más oscura que la mía, parece resplandecer con los fluorescentes pálidos de la cocina. Me doy cuenta de que nos estamos mirando a los ojos fijamente y desvío la mirada, abrumada.

Mauricio Montero me abruma.

—Desviaste la mirada —señala.

Sí, Mau también me desespera.

—¿Tenías algo más que decir? —pregunto, enarcando una ceja en su dirección—. Porque si no, mirar fijamente a otra persona puede resultar de mala educación.

—Nunca me ofendería que tú me miraras.

—¿Podrías dejar de coquetear con nosotras al menos por media hora?

He usado el «nosotras» para que no se note que en realidad me afecta cuando lo hace conmigo. Mau es de personalidad ligera, conversación fácil y encanto instantáneo; suele usar un tono agradable rozando lo coqueto con la mayoría de personas sin distinguir si son amigos, amigas, recién conocidos o clientes de su local.

En el corazón de Sandy •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora