TREINTA Y TRES: Retoques en el corazón

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CAPÍTULO 33
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Mau

—La siguiente llegó —dice Samuel, asomándose a mi cubículo. Estoy recostado en la camilla, terminé un trabajo hace media hora y solo estoy descansando. Me pongo de pie—. Un retoque.

—¿Retoque? No tenía retoques agendados.

—Es algo de último minuto —responde, la sonrisa se adivina en su tono.

—¿Quién...?

Tras Samuel, Sandy entra por la puerta. Mis palabras mueren en mi boca, mi respiración empieza a rebotar en mi pecho. Samuel sale, cierra la delgada puerta y nos deja solos.

—Hola, Mau.

—Sandy. ¿Viniste sola?

Es lo primero que se me viene a la cabeza porque no debería andar sola por ahí. Sonríe.

—No, mi papá me trajo en el auto. Dijo que me recogerá más tarde si nadie me acompaña, pensaba decirle a Vicky más tarde.

—Ah, de acuerdo...

Un silencio incómodo de unos segundos hasta que ella habla:

—Ya pasó más de un mes de mi tatuaje, quiero los detalles en color que habías dicho.

—Hasta donde recuerdo, no estabas segura de retocar.

—Me decidí y sí quiero. Llamé a Samuel a ver si me podía agendar hoy.

La verdad es que no recordaba en absoluto que teníamos una posible sesión pendiente. Parece que fue hace una eternidad que hicimos la primera y en ese momento estábamos en una situación totalmente distinta. La garganta se me seca al recordar esa tarde, la respiración forzada de Sandy, mis manos cosquilleando contra su piel, el temor de que tenerla tan cerca me hiciera temblar la mano y dañar su tatuaje. El casi beso que mi hermana interrumpió.

Ahora que lo pienso, ha interrumpido dos, debe ser adrede.

Si entonces me fue complicado manejar la tensión que Sandy me provoca, ahora que sé que no está conmigo después de probar sus labios, no sé si pueda.

—Si quieres Vicky puede terminar los detalles, ella maneja mejor los colores vivos...

—Quiero que lo hagas tú, si no te molesta.

Subo la mirada hasta sus ojos. Sandy tiene un gesto y una postura sumisas, como si temiera que la echara a patadas en cualquier momento. No quiero que me mire así, no quiero que esto se vuelva lo normal entre nosotros.

—No, no me molesta, está bien. Siéntate, dame unos minutos para alistar las tintas y todo.

Suspira aliviada. Se quita su chaqueta, junto con su bolso los pone en el perchero de la pared del fondo. Trae una camisilla sencilla de tirantes color negra que luce hermosa con su piel achocolatada. Evito mirar más de dos segundos, pero escucho sus movimientos cuando se sube a la camilla, cuando acomoda sus pies, cuando la tela de su ropa roza con su piel al levantarla sobre su pecho.

—Mi mamá cree que es un tatuaje muy bonito —dice tras unos segundos—. Y que lo diga ella que no encuentra bonitos los tatuajes...

Sonrío. La señora Estela tiene una de las relaciones más envidiables madre e hija con Sandy que he visto en la vida; siempre apoyándola en sus decisiones, siempre siguiéndole la corriente aunque no sepa los motivos de las acciones de su hija.

En el corazón de Sandy •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora