VEINTITRÉS: La perra de la ecuación soy yo

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CAPÍTULO 23
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Sandy

En la vida he tenido varios momentos incómodos y vergonzosos, pero ninguno como mi caminata saliendo de los consultorios de urgencias hacia Mau, que espera pacientemente en una silla de la sala.

Al verme se pone inmediatamente de pie, su gesto preocupado me obliga a intentar sonreír para decirle con un gesto que no se angustie más, que no me voy a morir hoy.

—No me dejaron entrar —dice, refunfuñando apenas llego a él.

—No fue nada —respondo sin mucha convicción—. Solo me tomaron los signos vitales y me dieron un antihistamínico. No estuve al borde de la muerte ni nada, solo fue una reacción leve.

La verdad es que aún siento la comezón en el cuello, mi garganta duele de tanto carraspear y tengo unas náuseas que me debilitan. Ya me dieron sueros hidratantes y recomendaciones por si dura la intoxicación más de unas cuantas horas, pero no quiero que Mau exagere así que prefiero subestimar todo.

Tras firmar los papeles para mi salida, regresamos al auto con Mau. Arranca en silencio, una incomodidad apoderándose del lugar. Son cerca de las dos de la mañana, las calles están solas y ya que el radio del auto se ha averiado hace unos días, no nos queda sino el sonido de nuestras respiraciones.

Y bueno, el elefante rosado en el asiento trasero que nos negamos completamente a reconocer.

—No sabía que tenías alergias —dice Mau a medio camino, con el tono raro y seco de intentar romper el hielo.

—Creo que esa es la única. Bueno, a los mariscos en general, nunca ha sido muy grave, pero pues... ya viste lo que pasa. Debí fijarme antes de comer.

—Me asusté —confiesa—. Hasta pensé que tu reacción era a lo que te estaba diciendo.

Y ahí está el elefante gigante que nos mira con desdén desde el asiento trasero.

El tema de Addie. Addie es el elefante. Addie y lo que hizo. Addie y lo que significa lo que hizo.

—Puede que en parte haya sido por eso —respondo, intentando que mi voz salga casual y fresca—. Soy alérgica a sentir que traiciono a mis amigas.

Creo que no funciona sonar fresca y casual.

—No estás traicionando a nadie.

Se me atragantan las palabras en el paladar y agradezco al menos tener la ventana del auto de excusa para no mirar a Mau directamente. Mientras estuve en la sala de observación llegué a desear que me dijeran que necesitaba otro par de horas de hospitalización, solo para retrasar el momento de enfrentarlo a él.

Ya que no pasó y que no puedo correr de mí misma dentro de este auto, no me queda sino decirlo.

—Lo nuestro no puede seguir, Mau.

Hay un frenazo brusco cuando Mau se estaciona a un lado de la vía. Qué suerte que no hay muchos autos a esta hora o sin duda eso habría generado un accidente.

—Sandy, no hagas esto...

—Te dije que mis amigas estaban por encima de todo, yo no puedo hacerle esto a Addie, es cuestión de principios...

—Addie no siente nada por mí, Sandy. Viene y me busca cada vez que se siente en un agujero de tristeza, viene e intenta coquetearme cuando necesita que le levante el ánimo, nada más. Estoy seguro de que si en este momento le dijera «de acuerdo, tengamos una relación», huiría, porque no le intereso de esa manera. Soy su comodín emocional nada más y, en todo caso, a mí no me interesa.

En el corazón de Sandy •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora