En el corazón de Sandy •TERMINADA•

TRES: ¿Respeto amistoso o Sandy en lencería?

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CAPÍTULO 3
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Mau

—¡Vicky! —grito hacia la habitación de mi hermana.

Sé que no va a salir, así que, gritando su nombre varias veces más, llego hasta allí. Cuando abro la puerta la encuentro sentada en la cama, huraña, claramente recién despertada y odiándome por ser el culpable. Miro el reloj para saber si realmente fui grosero, pero son más de las nueve de la mañana, no la estoy obligando a madrugar.

—¿Qué mierda quieres a las... —Mira en su celular y parece notar que no es tempranísimo, de modo que arruga la frente— tan temprano? Odio que me despierten a los gritos.

—Esta noticia lo vale. —Le tiro mi celular sobre el regazo, ella lo toma y mira la pantalla con ojos perezosos. Sé que lo está leyendo, pero igual se lo digo mientras tanto—: ¡Tenemos el lugar en la Convención de Tinta!

Su rostro cambia, su mal humor desaparece por completo. Vicky es muy emocional y explosiva pero también es tan efímera como un fósforo; así de rápido se prende, así de rápido se apaga. Se levanta de la cama, el pantalón de su pijama es un poco más largo de lo que debería y se tropieza al intentar dar un paso. Me río, pero eso no le quita el entusiasmo.

Empieza a caminar por la habitación como una gallina desorientada.

—¡La Convención de Tinta! ¡He soñado por años con tatuar ahí! ¡Qué gran oportunidad! ¿Cuándo postulaste? ¡No me lo dijiste! ¡Me dijiste que no nos inscribimos a tiempo y que ya no había tiempo! ¡Me...!

—Calma, ventarrón. Te mentí —admito, sonriendo ante su ánimo—. Eres muy ansiosa, si te decía que nos había inscrito, no habrías podido dormir ni comer hasta el día del resultado.

Va a protestar, pero se lo piensa mejor y admite internamente que tengo razón.

La Convención de Tinta es la reunión de los mejores tatuadores de muchas partes del mundo, una feria llena de artistas y que mueve muchísimo dinero por la cantidad de personas que llegan allí buscando un tatuaje. Conseguir un lugar es muy difícil y piden tantos requisitos que me sorprende que no exijan tu alma también a cambio.

Es un stand alquilado, debemos pagar por cada día que trabajemos allí, pero comparado con la cantidad de clientes que tendremos, es completamente rentable.

Vicky y yo somos tatuadores: ella se especializa en estilo acuarela y yo en diseños geométricos y blackwork. Llevamos años sacando adelante el estudio que yo puse a los diecinueve cuando empecé a trabajar a tiempo completo y al fin parece que todo el esfuerzo y experiencia dan frutos. La Convención de Tinta no solo es el negocio de un fin de semana, es darnos a conocer y subir de nivel.

—¡Es en dos semanas! —grita Vicky de nuevo—. ¿Por qué tan poca antelación?

—Somos algo así como un repuesto. Cuando llenas el formulario para la solicitud, te dice que con cuánto máximo de antelación te pueden avisar, yo puse que en cualquier momento, así fuera el día anterior. Los grandes ya están confirmados hace meses, cuando dan un puesto así de cerca es porque alguien les canceló y estábamos en la lista.

—Somos la segunda opción —resume Vicky, elevando su labio con desagrado. Luego sacude la cabeza y sonríe—. ¡Qué importa! ¡Tenemos un lugar!

—A sacarle todo el provecho, hermanita —asiento, tan emocionado como ella—. Debemos prepararlo todo y empezar a decirle a todos que estaremos allí.