Capítulo 10; Aurora Hall

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Abro la puerta de casa y Matthew está allí con un ramo de rosas en una mano y sujetando una bolsa en otra.

— Feliz cumpleaños —sonríe abiertamente y frunzo el ceño.

— Mi cumpleaños fue hace dos días.

— Lo sé, pequeña, pero no pude venir. Tenía compromisos.

Me cruzo de brazos y me apoyo en el quicio de la puerta, mirándolo con una ceja alzada.

— No respondiste a mi mensaje.

— ¿A qué mensaje?

— El mensaje en el que te avisé que iba a celebrarlo.

— Sí te respondí y te dije que no podría ir, que te vería hoy. Además, llevo dos horas esperándote en el aeropuerto.

— No he recibido tus mensajes porque te he bloqueado.

Sus cejas se alzan por sorpresa.

— ¿Y el motivo es?

— Hablemos — me aparto de la puerta y lo dejo entrar.

Él se sienta en el sofá y deja la bolsa y el ramo en la mesa de enfrente. Me siento a su lado, dejando distancia entre nosotros.

— Estás raro conmigo.

— Tú estás rara conmigo desde que nos acostamos. Escucha, Aurora —coge mi mano— jamás he querido hacerte sentir mal. Y si lo he hecho, nunca ha sido mi intención. No quiero que estemos distantes.

— ¿Por qué no me dijiste que tenías novia?

— No tengo novia. Las fotos que salieron... —Niega con la cabeza— No somos novios y tampoco lo seremos.

— No me enviaste ningún mensaje diciéndome que no podías venir.

Él suelta mi mano y saca su móvil del bolsillo. Busca nuestra conversación y me mira arrepentido.

— Es cierto, perdona, pensé que te había hablado, quizás solo lo pensé y se me fue —chasquea su lengua— perderé la cabeza algún día.

— Los choques en el fútbol, te avisé. Las neuronas deben estar muriendo.

Él pellizca mi pierna y me río, alejándome un poco de él.

— Lo siento, intentaré prestar más atención.

— De acuerdo.

Él me da el regalo y rompo el papel. La pequeña caja tiene grabado Tiffany & Co. Miro a Matthew y este sonríe abiertamente. La abro y veo un colgante de color plata con un diamante azul.

— Sé que no te gusta nada estrafalario, así que pensé que ese era ideal para ti.

Es pequeño y discreto, sí.

— Me encanta —paso mis dedos por él— ¿Me lo pones?

— Por supuesto —.

Levanto mi pelo y me giro para que él pueda hacerlo. No lo pone a la primera, por supuesto. Sus dedos son grandes y el cierre es bastante pequeño.

— Listo.

Me suelto el pelo y me levanto para asomarme al espejo y ver el colgante.

— ¿Te gusta? —Él se pone tras de mí en el espejo de la entrada y lo miro a través de él.

— Me encanta, gracias.

— Eres la única chica por la que me rompo la cabeza para hacer regalos, princesa.

— Seguro que la chica de la tienda te ha ayudado.

— Se puede decir que me enseñó mil colgantes antes de escoger este, sí.

[Saga West] INEFABLE #2 (ALBA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora