••Keigo es bonito y muy mimado.
Enji adora mimarlo••
Enji a sus cuarenta y cinco años está completamente feliz en mantener una relación amorosa con un jóven de veintidós, a pesar de que sus hijos vean esto con mala cara por la diferencia de edades...
-"Papá... Toya, él..."- Fuyumi intentó contener el llanto pero no pudo las lágrimas caían como cascadas. El pelirrojo se acercó rápidamente a su familia dejando atrás a Keigo, quien se sentía algo incómodo, no sabía cómo reaccionar, no entendía que sucedía, no se esperaba lo que estaba a punto de escuchar. -"El murió, se suicidó... Ni siquiera fuiste capaz de ir a visitarlo"- Gritó Natsuo soltando a Fuyumi mientras se enfrentaba a su padre, los ojos del mayor se humedecieron, estaba en shock. -"¿Qué? ¿Él murió? No puedo creer"- El de ojos azules comenzó a llorar. -"¿Fui tan mal padre?"- -"Es tu culpa"- Soltó el albino con rabia, sin recibir respuesta de su progenitor, se avalanzó sobre él dispuesto a pegarle. Pero Keigo recibió el golpe en su lugar, se puso en medio. -"Mggh"- Gimió al sentir el puño del desconsolado Natsuo en su mejilla. -"¡No! No lo lastimes"- Enji sostuvo al rubio escaneandolo, no quería verlo llorar nuevamente, pero el pequeño ojimiel se mordió los labios y contuvo el llanto. -"Eres el peor padre de todos, mientras estabas disfrutando de tu velada romántica con está serpiente, Toya... Él estaba sufriendo en la cárcel, dónde TU lo metiste"- Dicho ésto el peliblanco salió de la casa sin dejar hablar al más alto, mientras Fuyumi y Shoto aún estaban desconsolados, incapaces de hacer o decir algo. Keigo tomó la mano del más alto, sin decir nada... No sabía cómo actuar, lo acarició suavemente y comenzó a jalarlo con cuidado hacia la habitación. -"E-enji-San... V-vamos, puedes... Hablar con ellos más tarde, no te culparán"- -"Cometí errores. No puedo recuperarlos, me odian y tienen razón"- Keigo nunca había visto llorar a su pareja, le rompía el corazón verlo así, se contenía para no estallar el también. Siguió dirigiendo al más alto escaleras arriba sin decir nada, si hablaba probablemente su voz, delataría sus ganas de soltar el llanto.
-"Siéntate aquí... Puedo traerte agua, o lo que necesites, solo pídelo"- Dijo el de ojos dorados casi en un susurró mientras secaba las lágrimas contrarias. -"Estoy bien. Cometí muchos errores que llevaron a mi hijo al peor escenario posible... No me lo puedo perdonar, no merezco todo este amor Keigo... Incluso te he lastimado a ti en el pasado"- Los orbes ámbar se cristalizaron, suspiro fuertemente antes de hablar. -"A-amor... No importa yo te perdoné... Además, fue mi culpa también, si yo no hubiera vuelto a está casa, nada habría pasado"- -"Eso no es cierto. Nunca fue tu culpa, no te culpes por mis errores. Debería haberle prestado más atención, fui un padre horrible"- El pelirrojo ya ni se esforzaba por ocultar el llanto, y cuando el rubio lo envolvió en sus brazos dejó escapar todo lo que estaba sintiendo, apretó el delicado cuerpo con fuerza, soltando fuertes jadeos y llantos, mientras el contrario se esforzaba por no derrumbarse, quería mantenerse fuerte por su futuro esposo.
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Al funeral asistió solo la familia del de cabellos negros, y algunos conocidos que iban a dar el pésame, desde lejos la pareja podía notar la mirada juzgadora de Reí, quien estaba junto a sus hijos, el pelirrojo aún no había hablado con ellos, no sabía si lo odiaban, o como se sentían, pero prefirió darles su espacio. Se quedó callado durante todo el servicio, luchando por contener las lágrimas mientras el rubio sostenía su mano, en silencio, mirando hacia el suelo. -"No creo que nunca vuelva a estar completo... No pude ser el padre que él necesitaba"- Susurró colmado de culpa, sintiendo el agarre Keigo más fuerte. Miró el ataúd ser enterrado, no pudo contener las lágrimas, inmediatamente el ojimiel se aferró a él, en un intento de darle consuelo. El mayor se veía totalmente desesperado.
Al acabar la ceremonia ambos iban juntos al auto, pero el más alto se detuvo. -"Pide un taxi cariño, yo... Necesito despejarme"- -"Pero E-enji-San yo..."- El mayor lo tomo de las manos y hablo tratando de no romperse. Por favor, solo ve a casa... Estaré bien"- Dejó un beso en su mejilla y se subió a su coche.
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Condujo hacia un bar, al entrar pidió un whisky, lo bebía cómo si fuera agua, en su mente solo así ahogaría el dolor. -"Por qué no podemos ser una familia feliz? ¿Por qué no puedo proporcionar lo mejor para mis seres queridos? ¿Por qué he fallado tan horriblemente en todo?"- Se repetía constantemente, una mirada de lastima fue dirigida hacia él, mientras el servía su whisky. Ésto lo hizo sentir aún más miserable. Eran las seis de la tarde, un poco temprano para comenzar a beber, pero ahí estuvo, durante tres horas, no quería volver y enfrentarse a su familia. Pero finalmente tuvo que hacerlo.
Abrió la puerta de su hogar tropezando, cayó al suelo, y rápidamente Fuyumi fue a ayudarlo, -"Papá¿estás bien?"- -"L-lo siento... Yo... De verdad, perdón... Lo siento por todo lo que hice... Por cada error que cometí, lo siento muchísimo"- -"No es tu culpa, Shoto y yo no creemos que hayas sido tu el responsable"- Iba a hablar pero llegó el rubio, con expresión de preocupación se acercó al más alto ayudando a la peliblanca a sostenerlo. Ambos lo llevaron a la cama, estaba sentado mientras Keigo le quitaba los zapatos y la chaqueta, miraba a un punto fijo, creía que no merecía todo el amor y comprensión que estaba recibiendo, fue acogido en otro abrazo del más pequeño, pudo sentir la calidez inundar su corazón. Se aferró tan fuerte como pudo, eso era todo lo que necesitaba. -"Te amo... Gracias por estar conmigo, no merezco a alguien tan maravilloso como tú"- No recibió respuesta, pero no la necesitaba, cuando el rubio besó su mejilla y suavemente lo fue recostando pudo sentir todo el amor, sin necesidad de más. -"Te traeré un vaso de agua, no te levantes"- -"Muchas gracias. Me duele la cabeza por el alcohol. Tengo suerte de tenerte, sé que me quieres mucho... Te amo"- Jaló al más pequeño y le dió un beso profundo, este respondió con una mueca por el sabor a alcohol, pero no sé apartó.