Simplemente lo llamaban el Club.
Era la gran casa de una plantación sureña ubicada en las cercanías de la ciudad en una pequeña área boscosa, quizás a un kilómetro y medio del camino principal. No fácilmente accesible, pero tampoco difícil encontrar.
Una pared de piedra encerraba las casi dos hectáreas de la propiedad; un guardia se sentaba en una pequeña cabina en la puerta de hierro a la entrada.
La casa en sí misma estaba rodeada por robles majestuosos, dando a la propiedad un aire de elegante riqueza.
Lisa entró en el oculto aparcamiento, inspeccionando los vehículos ya aparcados allí. El Club servía a una amplia clientela de todo el mundo, pero aun así mantenía una atmósfera de amistad personal.
No todo el mundo era invitado a entrar por sus puertas, se escogía a unos pocos. Hacía falta mucho más que dinero, familia o influencias para recibir una invitación de los miembros del Club, era necesario un estilo de vida.
—Buenas noches, Sra. Manoban —la mayordomo y pacificadora, Marie Harding, abrió la puerta y se mantuvo de pie a un lado cuando entró—.
¿Puedo tomar su chaqueta, señora?No era el típico mayordomo.
Lisa no podía imaginar a Marie asistiendo a cualquiera de las familias influyentes que conocía, era una ex soldado podría haber elegido tener un empleo en cualquier agencia de seguridad en cambio, había aceptado un trabajo como mayordomo y jefe de seguridad en la casa del Club. Las ventajas, Marie a menudo decía, eran mejores que la paga, que era condenadamente buena.
—Gracias, Marie, parece que la casa esta llena esta noche — podía oír las voces elevadas por la risa desde el cuarto principal.
—Tenemos varios de fuera de la ciudad esta semana, así como muchos de los asiduos —Marie colgó la chaqueta de cuero en el amplio armario al lado—.
La casa esta definitivamente llena para un rato.El Club mantuvo la plantación para la conveniencia de los miembros de fuera de la ciudad.
No había ninguna necesidad de alojarse en un hotel cuando estaban haciendo un negocio cerca de la zona, la casa de tres pisos contaba con una docena de dormitorios totalmente equipados, personal de cocina, y servicio doméstico. Una confianza establecida hacía casi veinte años por el fundador del club privado se ocupaba de la mayoría del trajín cotidiano de la casa.
Las cuotas de socio, que no eran baratas, iban a parar a una cuenta para pagar los gastos generales.—¿Chaeyoung ya ha llegado? —preguntó Lisa mientras se dirigían al cuarto principal.
—La señora Chaeyoung debería llegar dentro de poco —Marie sonrió con diversión—. Creo que debía recoger a señorita Hampstead del aeropuerto antes de venir aquí.
Alyssa Hampstead era una de las pocas sumisas cuyo ingreso había sido aprobado.
Lisa recorrió el cuarto principal, un salón de baile cavernoso que había sido remodelado para encajar con las necesidades del Club y equipado para el placer de los miembros una barra estaba colocada al final; el resto del cuarto estaba lleno de canapés cómodos de cuero, sillas y pequeños rincones para el placer de sus patrones.
Su bienvenida fue un agudo grito femenino de placer y dolor.
Hizo una pausa, su mirada moviéndose a una pareja cercana.
Brogan tenía su cabeza echada hacia atrás en éxtasis mientras sujetaba a una pequeña pelirroja sobre la polla de plástico que atravesaba su trasero.
La cremosa piel blanca de la mujer contrastaba bruscamente con los tonos chocolate de la piel de Brogan. Sus piernas estaban ampliamente extendidas mientras la agarraba su pequeña cintura y la alzaba, sólo para bajarla despacio sobre el eje de goma rígido que separaba sus nalgas.
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𝐏𝐄𝐑𝐕𝐄𝐑𝐒𝐀𝐒 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒
FanfictionEl control lo ha significado todo para Jennie Kim. Control de la oficina que ha dirigido como secretaria de Jesse Wyman, y ahora también control de la oficina de Lalisa Manoban. Pero Lalisa no está satisfecha con ser controlada por su ardiente sec...