CAPITULO 17

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—¡Estáis jodidas! —Jesse se sentó en la pequeña mesa que estaba en un extremo del salón principal del Club y miró fijamente a Lisa y a Chaeyoung con sublime diversión—. Sabéis, yo os compadecería si no pensara que vosotras mismas os lo habéis buscado. ¿No os advertí sobre ella?

Lisa terminó su bebida y lanzó a su amiga una mirada meditabunda.
A su lado, Chaeyoung gruñó como si se sintiera enferma. Jennie no había ido a trabajar ni había respondido a los mensajes que le dejaron en su contestador ni en el buzón de su móvil.

Ninguna de las dos estaba de humor para soportar la sonrisa burlona de Jesse.

—¿No tienes cosas mejores que hacer que acosarnos? —le preguntó Chaeyoung—. Pensaba que tenías una esposa a la cual mantener bien follada. Ve a tu casa y haz tu trabajo.

Jesse rió suavemente. —Ya he tenido lo mío hoy. Y vosotras, ¿lo habéis tenido?

En los ojos de Lisa se vislumbró la promesa de una venganza. —¿Qué diablos haces aquí de todos modos? —Gruñó Chaeyoung—. ¿De repente se te echó a perder el matrimonio?

Jesse se rió otra vez y sacudió la cabeza.
—Parecéis un par de osos con la pata dolorida. Sé con absoluta certeza que ella va a estar en casa esta noche. Deberíais regresar y darle una lección, pero esta vez que sea la correcta, así no estará tan impaciente por crearos problemas.

Lisa pensó que Jesse estaba verdaderamente encantada de atormentarlas.

Jesse no era más necia que cualquiera de ellas. Aunque, sexualmente, todas eran muy conscientes de su vínculo con Terrie. Miró con aire taciturno alrededor del salón.

¿Había sido su sexualidad lo que había impulsado a Jennie a huir? Su relación no sería un ménage ocasional, sino un compromiso de por vida con dos mujeres dominantes. Dos mujeres cuya conducta sexual era considerada por la sociedad como depravada.

Cada uno de sus deseos sexuales dependía de la satisfacción final de su mujer, cualquiera que ésta fuera. Ellas animaban a sus mujeres a abandonar todas sus inhibiciones, a ceder incluso ante los placeres más exigentes.

—Jesse, esta noche estás alterando mis nervios —dijo Lisa finalmente, con un intento de sonrisa—. Tu dicha matrimonial me ofende.

—Bien, tener a vuestra mujer amenazando mi vida esta mañana no fue lo mejor que me podía pasar, que digamos —les informó Jesse frunciendo el ceño—. Y yo estaba intentando ser agradable con ella.

—Eso te enseñará —masculló Lisa, todavía sin saber exactamente en qué se habían equivocado con Jennie.

Era obvio que Jesse estaba disfrutando a expensas de las hermanas. Lisa se hizo la promesa mental de devolverle el favor a la primera oportunidad que tuviera. —¿Habéis pensado que tal vez la llevasteis demasiado lejos? —les preguntó con seriedad.

Lisa suspiró, movió la cabeza y se reclinó en su silla.

Ésa era una pregunta que ella y Chaeyoung se habían estado haciendo toda la tarde. —Diablos, Jess —Lisa respiró fatigosamente—. Las mujeres en la actualidad están tomando el control en muchos ámbitos. Que me condenen si entiendo cómo diablos trabaja su mente.

—Yo podría haberos advertido de eso —gruñó Jesse—. ¿Por qué pensáis que le dejé creer que me tenía controlada? —Inquirió con seriedad—. Jennie funciona con la mayor eficiencia cuando tiene todo bajo control. Vosotras no podéis conquistarla.
Tenéis que seducirla. Es un juego completamente diferente al que habéis estado jugando.

—Jesse, márchate —suspiró Lisa—. Te recuerdo claramente que ignoraste los consejos que se te dieron sobre Terrie; ahora haremos lo mismo.
Jesse rió.

𝐏𝐄𝐑𝐕𝐄𝐑𝐒𝐀𝐒 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora