CAPITULO 14

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Por primera vez en más años de los que podía recordar, Jennie no hizo ningún esfuerzo por parecer presentable antes de salir de su apartamento. Escapar era lo único que había en su mente.

Vistiendo un par de vaqueros y una blusa de seda color bronce, introdujo sus pies en unas sandalias de cuero y prácticamente salió corriendo de la puerta hasta su coche.

Lisa y Chaeyoung todavía dormían cuando ella las dejó en la cama después de despertarse.

Salir de en medio de las dos no fue tarea fácil y sólo lo había podido llevar a cabo bajo la promesa volver a los pocos minutos.

Por suerte, en la habitación libre había ropa más antigua, de la que en raras ocasiones llevaba puesta, y un pequeño cuarto de baño. Después de una rapida ducha, se había vestido, dejándose el pelo húmedo, y había huido, como la cobarde que era, salió corriendo del apartamento.

¿Así que, a dónde diablos iba a ir ella ahora? Apenas había amanecido en un día laborable, su pelo estaba mojado, no llevaba puesto nada de maquillaje y estaba temblando como una hoja mientras dirigía su coche a las afueras de ciudad.

Se sintió perdida.

En su corazón y en su mente, había perdido algo que la había mantenido centrada a lo largo de los años, algo que era más que control.

Si esto era lo que el amor le hacía a uno, entonces no estaba segura de que valiera la pena, ahora se estaba ahogando en sus propios miedos y demonios.

—Maldita sea—se limpió de un manotazo las lágrimas temblorosas que se desprendían de su párpados mientras maldecía.

Era culpa de Jesse.

Ella gruñó silenciosamente ante ese pensamiento, Jesse sabía que ella no quería que la enviaran a trabajar con esas dos.Ella debería haber elegido a algún otro como su jefe.

Estrechó los ojos mientras tomaba la salida hacia la propiedad Wyman.
Ya que todo esto era por su culpa entonces ellas bien podrían compartir su miseria.

Entró en la curva del camino de acceso a la casa Wyman y aparcó el pequeño Lexus antes de salir con movimientos rápidos del coche y dirigirse a la puerta principal.

Presionó el timbre con fuerza.

Una vez.

Dos veces.

Luego levantó su puño y aporreó exigentemente el panel de madera.

—Maldicion, Terrie, No me importa lo buena que sea ella jodiendo, sólo abre la maldita puerta —cuanto más tiempo pensara en eso, más tiempo estaría allí de pie, y más frenética se pondría.

—¿Jennie? —La puerta se abrió repentinamente, pero no fue Terrie quien le daba la bienvenida, sino el pecho desnudo de Jesse Wyman, que obviamente estaba de muy mal humor.

—Tú y tus amigas son una amenaza para la sociedad —ella la golpeó sobre su pecho desnudo, entre los bordes de su camisa desabotonada, con fuerza, pero no sintió ninguna satisfacción, ya que sus ojos sólo se ensancharon ligeramente y Jesse apenas brincó hacia atrás cuando sintió la aguda uña de su dedo.

—Ehh, ¿algunos amigas en particular? —Se echó hacia a un lado dejándole el paso libre mientras ella caminaba con pasos decididos por la entrada.

Sus ojos se centraron en Jesse, que la contemplaba algo asombrada pero también con aire satisfecho.

—Algunas amigas en particular —le imitó ella—. Por ejemplo, la hija de puta que trabaja para ti. Ella y su pervertida hermana, tú,… este maldito grupo tuyo al completo es una amenaza, un peligro para cada mujer sana que vive en este planeta, todas deberían estar encerradas bajo llave.

𝐏𝐄𝐑𝐕𝐄𝐑𝐒𝐀𝐒 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora