CAPITULO 8

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Terrie la había manipulado.

De algún modo, en algún sitio, había conseguido cegarla y al mismo tiempo, asegurar su caída. No era tanto por el desafío, aunque Jennie se apasionara por un buen y honesto desafío; era más bien el objeto del desafío. ¿Podía ella poner a Lisa y Chaeyoung de rodillas?

Había estado tan preocupada en proteger su corazón, sus emociones, que no había verdaderamente considerado ganar las de ellas.

¿Podría hacerse? Eran fuertes, algo dominantes, alfas en el sentido más estricto de la palabra, así que no sería fácil. Pero, quizá podría hacerse. El simple pensamiento del éxito era suficiente como para hacer que su sangre bombeara, incrementando su nivel de excitación.

Eran mujeres, se dijo a sí misma mientras entraba en su oficina dos días después. ¿Cuán duro podría ser?

—Jennie, ya era hora de que aparecieras —Lisa cerró con un fuerte golpe el cajón superior del archivador, frunciendo el ceño mientras ella se acercaba con calma a su escritorio y guardaba su monedero—. Llegas tarde.

—Apenas —informó ella con frío desdén mientras comprobaba el reloj sobre el archivador—. De hecho llego un minuto antes. ¿Por qué estás en mi archivador?

Era una de las razones por las que odiaba tratar con archivos. Podía mantenerlos en perfecto orden, entonces Lisa, igual que había hecho Jesse, podía revolverlos todos con aparentemente ningún esfuerzo en absoluto.

—Buscar un archivo, obviamente —gruñó—. ¿Dónde has estado todo el fin de semana? He llamado.

Y lo había hecho, varias veces al día

—No es de tu incumbencia en donde he estado el fin de semana. ¿Qué archivo estás buscando? —arqueó sus cejas inquisitoriamente.

—El de Anderhaul —Lisa la estaba mirando intensamente ahora—. Y lo estoy haciendo de mi incumbencia, no estabas en casa o conectada, lo comprobé.

—No sabríais si estuviera conectada, Lisa —le dijo calmadamente mientras abría el archivador e intentaba ocultar sus esfuerzos para mirar el cajón superior mientras empezaba a buscar a través de los archivos, sólo le llevó unos segundos localizarlo—. Aquí tienes —se lo tendió eficientemente antes de cerrar el archivador y volver a su escritorio.

—¿Por qué no iba a saber si estabas conectada —ella estaba definitivamente furiosa.

—Porque ahora te he bloqueado —ella se encogió de hombros—. No me gustan las mentirosas y rechazo hablar con ellas —mantuvo su voz cuidadosamente modulada; sabía que era una garantía para poner sus nervios al límite.

—No te he mentido, Jennie—prácticamente gruñó—. Podría haber continuado con la charada pero no quería eso entre nosotras.

—Qué decente por tu parte —ella mostró sus dientes cuando sonrió. El simple pensamiento de las cosas que había compartido con Lisa la ponía furiosa.

—Podría darte las cosas que necesitas, —dijo suavemente—. Todas esas oscuras pequeñas fantasías que tratas tan fuertemente de mantener a distancia; podrían ser tuyas.

Jennie se sentó ante su escritorio, alisando la falda sobre sus piernas y ajustando los puños de su blusa de seda azul real antes de alzar su mirada para encontrar la de Lisa con serenidad.

—Tienes una cita a las nueve y media con el jefe de seguridad para discutir las medidas que se están instalando en los nuevos laboratorios, y justo después de eso una reunión con Jesse para discutir el programa informático que los ingenieros diseñadores están desarrollando, dejé los archivos fuera el viernes antes de irme —ignoró el ofrecimiento de Lisa, aunque no podía ocultar el estremecimiento de peligro que explotó a través de su sistema.

𝐏𝐄𝐑𝐕𝐄𝐑𝐒𝐀𝐒 𝐈𝐍𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora