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BLAZE THE CAT.

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dos días después.

—Aclaro y no le diría una mentira, fiscal.  Ahí puede comprobar las hojas.

—¿Cómo puede usted asegurar que son escritas por ella? —reprochó, tomando las hojas arrugadas en sus manos, apenas le echó ojo cuando volvió a los ojos y descontento de la gata morada.

—Compruebe la letra en su cuadernillo. O acuda a las cámaras de vigilancia...

El fiscal, quien tenía detrás de él cuatro hombres. Chasqueó los dedos y ellos actuaron rápido, siguiendo los andares de su jefe, con las hojas en la mano.

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AMY ROSE.

Se le hizo raro que tocaran a la puerta con desenfreno. Los toques con los nudillos eran fuertes y firmes. Ella; quien estaba releyendo un libro. Lo dejó a un lado y se acercó a la puerta para ver por la mirilla.

Su padrastro.

«Como molestas» pensó.

Abrió la puerta.

—Hola. ¿Sucede algo?

Hija. Perdona que interrumpa lo que estés haciendo pero...Quería hablar contigo sobre unos asuntos que me tienen al pendiente. Pero me gustaría platicarlo en la cena. Acompáñame, solo por hoy.  ¿Qué me dices?

Lo observó con recelo. Sintió un escalofrío, que incluso se abrazó a si misma. Sus instintos le decían que algo estaba ocurriendo.

—...Bien, deja que me ponga una cazadora. Tengo frío.

Además de que llevaba shorts de mezclilla. El hombre asintió y ella cerró la puerta. Salió en tenis color blanco y la cazadora de mezclilla. Únicamente tomó las llaves y el teléfono, metiendo dentro del bolsillo de ésta.

—Listo.

Su padrastro, asintió y comenzó a andar a su lado. Llegaron a los  elevadores, el tercero se abrió y ellos se subieron.

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—Me temo, Amy. Que ya es hora de regresar. De ser posible, mañana mismo. Tu madre está muy insistente y desea verte. Me habló sobre que te inscribió en una nueva escuela, así que...

—¡No! —cortó ella— aún no me quiero ir...Hay muchas cosas, tengo muchos pendientes y además.

Él levantó la mano sin verse agresivo.

—No, hija. Lo siento. Solo tengo hasta mañana.

—¡No me iré! —reclamó.

Los demás comensales alrededor del comedor los miraron tras escuchar el reproche de ella.

Amy nunca se exaltaba. Al menos no frente a él.

𝐋𝐀 𝐇𝐀𝐁𝐈𝐓𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora