Capítulo 5.

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Estaba despertado de su sueño, lentamente se fue estirando para quitarse la pereza para luego salir de la cama. Fue a tomar su ducha y cuando salió estaba decidiendo entre ponerse su ropa habitual o la que Dylan y la familia de este le regalaron.

Decidió ponerse una de las nuevas. Al terminar de cambiarse se miró al espejo, se asombró un poco por no estar acostumbrado a usar otro tipo de vestimenta.

—Si antes no llamaba la atención por la forma en que vestía, ahora sí que no pasaré desapercibido.

Salió de la recámara y bajó hasta donde estaba su familia. Entro normal como todos los días, para luego sentarse y fue en ese momento que escucho un gruñido de su hermano y padre.

—Tú no irás así vestido, ve a cambiarte esa ropa ¡Ya!

—¿Qué tiene de malo? —se miró lo que tenía puesto.

—No les hagas caso, solo están teniendo su ataque de celos —la mujer le dijo sin más—. Querido, tienes que entender que nuestro Ian ya creció y sí, todavía puede ser tu cachorro y celarlo todo lo que quieras, pero deja que al menos se vista como él quiere.

—Está bien, pero si alguien intenta sobrepasarse contigo no dudes en decirme, nadie tocará a mi pequeño hasta recibir mi consentimiento.

—Bien papá, no te preocupes, si antes no dejaba que nadie me tocará, mucho menos ahora.

—Yo no prometo nada —le dijo Alec de lo más normal—, si veo que alguien se te acerca con malas intenciones, no sabrá lo que lo golpeó.

—Ya, ya, ya sobre protectores, posesivos y celosos, desayunamos rápido —la pelirroja habló a todos—. Tenemos que ir a la universidad y tú al instituto.

Terminaron de desayunar, pero antes de salir Jim le llamó y luego vio que su madre tenía un pequeño cofre en las manos.

—Ian —Mera le habló—. Sé que tienes conocimientos de muchas cosas sobre las especies sobrenaturales, pero hay algo que la nuestra guarda con recelo.

Eso llamó la atención del mejor de los pelirrojos y provocó en su mente preguntas de todas las cosas que podían guardar las hadas y elfos.

—Cuando un hada o un elfo revela su ser sus padres le dan como regaló una gema —abre el cofre—. Que con el tiempo revelará su verdadero color y solo cuando su portador sepa encontrar lo que está sabe de ti.

Agarró el collar con la gema, le pasó el cofre a Jim y se ubicó detrás de Ian para colocarla en su cuello. Apenas fue puesta en su lugar hizo un leve brillo.

—No trates de romperte la cabeza con buscar lo que la gema quiere darte —acaricio su mejilla—. Puede ser hoy, mañana, en unos meses o hasta en varios años, pero siempre sucede.

Fue y abrazó a sus padres por tan magnífico regalo. Salió de la mansión y se subió en el carro de Alec para ir a sus clases, en cuanto llegaron iba a bajarse, pero sus hermanos se lo impidieron.

—Ian, hablé muy en serio esta mañana —el mayor tenía su vista fija en frente—. No dejaré que nadie te haga daño, eres mi hermanito.

—Siempre te protegeremos, no importa lo que cueste —Pau se giró a él—. Solo trata de no guardarte las cosas, somos hermanos y lo que te pase a ti, a mí o a Alec le pasa a todos.
Ian se acercó a ellos y les dio un abrazo, no dijo más nada y salió del vehículo.

Cuando bajo de este todos los chicos y algunas chicas le miraban extrañados, no lo reconocían, los ignoró por completo y se dirigió al salón para disponerse a esperar a Dylan. Justo en ese momento el aludido llegó.

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