Cambio

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Iona:
Me estaba preparando para salir con Héctor, no era una cita, pero quería estar guapa.  Nada más terminar de echarme el fijador, llamaron a mi puerta. Fui a abrir rápidamente y ahí estaba Héctor, con un vaquero y un polo, se veía tan atractivo ahí recostado en el marco de mi puerta.
-¡Guau! Estás hermosa- me dijo- ¿Nos vamos?-
-Claro- contesté y me agarró la mano y me abrió la puerta de su coche para que yo me montase. Tenía una ranchera negra la cual era preciosa- ¿Te puedo hacer una pregunta?-
-Claro-
-¿Eres narcotraficante?- pregunté directamente la verdad es que no quería llevarme la ostia más tarde
-¿Yo?- comenzó a reírse- Ni de broma, es lo último que haría en toda mi vida- me contestó- Soy una persona que está en contra del narcotráfico y más del país de donde vengo-
Durante el trayecto, Héctor me estuvo hablando de su cultura y su país que era muy interesante. También me contó que tenía treinta y ocho años. Finalmente, llegamos a su casa que estaba en el lado Kook, era una casa grande, a comparación de la mía, pero era una de las más pequeñas del barrio.

-¿Está es tu casa?- pregunté aunque era obvia la respuesta
-Si. Bueno, mía mía no es más bien es la que me ha ofrecido el trabajo- explicó- Perdón por el desorden pero es que acaban de llegarme todas mis pertenencias-
-No te preocupes- sonreí y entramos en la casa
-Sientate aquí, ahora traigo la cena- me dijo y me ofreció una silla y cuando me senté me acercó hacia la mesa

Héctor no tenía comparación con Rafe, también era verdad que se sacaban algo más de diez año. No echaba de menos a Rafe, al revés, contra más lejos estaba más feliz estaba.

-No soy buen cocinero pero espero que te guste- dijo Héctor trayendo una pizza
-Te aviso que soy muy exquisita con la pizza, soy italiana- me burlé
-Mejor, así podrás enseñarme otro día-
-Cuando tú quieras-respondí

Comimos y bebimos vino. Era la cena más cómoda que tuve. Luego, nos sentamos en su sofá y comenzamos a hablar.
-¿Y en qué trabajas?- pregunté
-Pues...soy,¿eh?,...profesor- respondió nervioso- He venido este curso a trabajar aquí. ¿Y tú?-
-Yo no trabajo, bueno este verano estuve de camarera en el club de golf pero no pude seguir por cosas que pasan-
-Entiendo- me sonrió. Era tan guapo que solo podía mirar sus labios cuando hablaba
-¿Y tienes pareja?- pregunté directa
-No, soy viudo- respondió
-¡Ay, lo siento!- me sentí supermal por haber preguntado eso
-No te preocupes. Mi mujer, Gabriela, tuvo un accidente de coche hace diez año. Me costó superarlo pero finalmente lo logré- se sinceró- Al final, me di cuenta de que ella siempre estaría conmigo y es la que me motiva a seguir todos los días-
-Te entiendo, mi padre murió hace un mes y aunque parezca que lo tengo superado la verdad es que no- me sinceré- Creo que este ha sido el verano más duro de mi vida-
-¿Y tú madre?-
-Murió cuando apenas era una niña- contesté
-Lo siento mucho, Iona- me abrazó- Creo que a lo mejor te suena muy precipitado pero ya sabes dónde vivo así que cualquier cosa que necesites pídemelo sin ningún tipo de vergüenza ni miedo-
-Muchas gracias-

La velada estuvo muy bien y me divertí mucho. El día siguiente también decidimos pasarlo juntos y conocernos aún más. Héctor era mi lugar seguro, con el podía hablar de cualquier cosa (excepto de Rafe). Desearía que todos los días fuese así.
Ahora mismo me encontraba en su casa, concretamente en su gran sofá blanco con una copa de vino tinto.
-¿Enserio prefieres la comedia que el drama?- me preguntó sorprendido
-Sí- respondí- Mi padre siempre me dijo que las películas solo sirven para evadirnos de la realidad y qué mejor evasión que la risa-
-Tienes razón. Tu padre debía ser un hombre muy sabio- me comentó
-Sí, bueno no era perfecto como todos pero gracias a él soy lo que soy hoy-
-¿Y qué es lo que eres?- me preguntó sin ninguna maldad. Sin embargo, ni yo misma sabía responder a esa pregunta. ¿Qué era yo?
-Me describiría como una vieja libreta- contesté
-¿Y eso?- me seguía preguntando
-Porque soy algo usado y roto sin utilidad y que depende de su dueño-
-¿Tú crees?- me preguntó de nuevo y yo afirmé- Pues yo no creo eso. Sí que eres una vieja libreta pero aunque tú digas que estás usada y rota, yo veo que aún quedan huecos en blancos donde todavía se puede añadir más creatividad- lo que acababa de decirme Héctor me había llegado a lo más profundo de mi corazón. A lo mejor él tenía razón y era algo más que lo que yo veía y sentía. Debía valorarme y darme a valorar.

Infierno-Rafe Cameron Donde viven las historias. Descúbrelo ahora