Capítulo Cuatro: 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐨𝐫𝐬𝐢𝐨𝐧𝐢𝐬𝐭𝐚.

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No respondió mas de mis preguntas cuando deje de molestarlo con estas. Él seguía amando mi cuerpo y no mis sentimientos o preocupación. Continuaba estirándome. Sin importar el estado de mis huesos. Recuerdo una vez que pesque una peste; debió ser por aquella vez que estába en el helado suelo perilla y pecho mientras hacías que mis rodillas estén en mi cuero cabelludo, teniendo en frente tuyo mis piernas. Una posición para darle publicidad a tu nuevo invento que colocabas dentro mío. Seguía empujándome al perturbador pecado y juego que inició cuando yo entré aquella habitación, y me ofrecí a ayudarlo.

Me encontraba tan perdido en mi cabeza que, deje de buscarle el sentido. Aquella felicidad y carisma fue arrebatada de un gran golpe, de un gran estirón que, no podía y nunca lograría devolver lo que era.

Realizaba los mismos estiramientos retorcidos que empezaron a surgir con Donatello. Recuerdo que me sentía extraño con todo lo que provocaba, pero, ya me fui acostumbrando. 

Ponía música en alto volumen mientras que veía mis pies al frente de mis ojos; posición incomoda y a principio, dolorosa pero, te ibas acostumbrando.

Casualmente andaba viéndome al espejo mientras realizaba las actividades y colocaba la música. Veía vi espalda, mi caparazón que se encontraba arqueado. Veía mis piernas, hasta mis pies que llegaban a mi cabeza, sentía como me tocaba la cabeza, como si estuviese pensando. Y al igual mi rostro que, ya no lo reconocía.

Notaba como se iba desmoronando, como voy decayendo, como me voy consumiendo.

¿Me podre recuperar?

Ignoré mi pregunta cerrando mis ojos y sintiendo la posición de mi cuerpo, en cualquier momento llegaría a tener la columna desviada también, o peor, quebrada. Me retorcía cual serpiente, cosa que soy un mutante completamente distinto a ese. No debo cuestionarme, debo... concentrarme en... 

¿en qué?

¿En seguir partiéndome, romperme hasta no haber nada de mi? quedándome sin huesos, volviéndome cenizas...

— Shh... —en un intento, silencié mi voz. Pero...

¿Hasta cuando...? ¿Cuándo acabara este dolor? ¿Cuándo Donnie se recuperara?

— ... —preguntas imposibles de responder me atacaban, siempre. Y estoy harto.

Estoy harto, quiero que todo regrese como antes.

Estoy harto, quiero a mi hermano devuelta.

Estoy harto, quiero que Leo vuelva.

Estoy harto, quiero volver a ser yo.

Estoy harto... solo me esta usando...

Estoy harto, estoy harto... 

— B-basta... —lloré desconsoladamente. Mi llanto simplemente aumentaba, empeorando con hipos mientras sorbo aquel liquido que salía de mi nariz, dejando mal sabor pero aun así tragándolo.— N-no, no debo... —miré mis manos temblar, nada de lo que empecé hacer me agrado, todo me estaba dando nauseas y vergüenza. Empecé a sentir arcadas y deje mi posición para sentarme y aliviarme. Tratando de detenerme.

Estoy perdido. No quiero seguir... Nada de esto me gusta... ¿Qué debo hacer...?

Di una risilla, luego otra mas notoria, y otra más fuerte hasta carcajear por mis pensamientos de inútil. Donatello dijo que nunca los escuche, siempre dice que lo vea a él y que obedezca. Y lo he hecho siempre.

A pesar de la música alta, escuche alguien tocar mi puerta. Limpié mi rostro en mal estado y volví a una faceta de chico feliz.

— ¿Hola? —pregunté y vi a Raphael a mi vista, lo salude carismáticamente y él, preocupado pregunta.

— ¿Estás bien?

— Por supuesto que estoy bien, estoy escuchando música con mi radio.

— Mikey, no estás usando la radio. —acercó sus grandes manos a sus hombros que, tenían los audífonos grandes encima, y estaba en volumen alto. ¿Desde cuando estuve escuchando la música así?— Esto no es una radio.

— Oh, me equivoque en ese caso —sonrío y con torpeza y nervios lo miro y luego al suelo, repetidas veces.

— Te escuche llorar.

— Me acorde de algo.

— Y luego te escuche reír.

— De algo muy gracioso.

Raphael no me creía, lo veía en su ceño preocupación y ojos miedo.

— Sabes que estoy aquí, Mikey... —solo asentí y baje la mirada.— ¿Qué tal si hoy te quedas conmigo? Date el día y has lo que siempre te mantiene motivado, ¿eh?

— Eso... suena bien —sonreí tras verlo—, pero no puedo dejar a Donnie así y solo. Debo acompañarlo.

— No lo hagas.

— Tengo que. —dije sin mas y me dirigí a la cocina, tomando un solo vaso con jugo de naranja exprimido. Donnie me decía que consumiría solo líquido, me conformo con eso. Vi a Rapha y sonreí— Tomate tú el día. Tu bandana no llega a cubrir tus ojeras grandes—reí para tener un ambiente calmado, aun así, veía a mi hermano mayor aun con esa expresión que me hiere suspire— Estaré bien, Rapha. No te preocupes. Aun con estas posturas, sigo continuando. Ahora soy, el contorsionista. 

꧁𝕰𝖑 𝕮𝖔𝖓𝖙𝖔𝖗𝖈𝖎𝖔𝖓𝖎𝖘𝖙𝖆꧂- 𝔐𝔦𝔱𝔢𝔩𝔩𝔬 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora