Capítulo 11

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                         ∆Estar y no estar.∆

Caleb respiro profundo cuando las puertas se cerraron a su espalda, la nieve caía sobre él y crujía bajo sus pies, estaba de nuevo afuera, sabia cuales eran sus ordenes, sabia hacia donde tenia que dirigirse, pero la pequeña parte racional lo hizo ir hacía el lado contrario, camino y camino por horas, no sentía el frío a su alrededor, pero si sentía el vacío en su pecho, sabía que ese vacío solo podría ser llenado por su compañera, pero por ahora solo podía resistir y esperar, camino hasta que se hizo de noche y se detuvo debajo de un grueso y espeso árbol, la nieve ya no caía sobre él, se paso la mano por el cabello y se quito la mochila de la espalda, encendió una fogata y se sentó frente a ella, su espalda apoyada sobre el tronco, el aire seguía soplando a su alrededor, pero él había aprendido a dejar atrás el frío.

Miro las llamas parpadear y bailar, entonces sintió el tirón en su muñeca, se quito el guante y miro, sus números estaban fijos en ceros y brillaban con fuerza, Astrid estaba bien, pero las ordenes de Vaughan bailaban en su cabeza, el chip le lanzo un destello de dolor y dejo de mirar sus números, sabia cuales eran sus ordenes, sabia lo que el rastreador tenia que hacer, pero no sabia que era lo que Caleb debía de hacer, estaba justo en medio de eso, estaba tan perdido y sentía que solo Astrid podía guiarlo por el camino correcto, pero no quería estar cerca de ella, no ahora que el rastreador volvía a vivir dentro de él, luchaba contra el chip, contra sus ordenes, pero era algo imposible, el chip estaba conectado a su cerebro y lo ordenaba, no había mucho que hacer en contra de eso.

Se quedo en la misma posición durante toda la noche, pensó en Astrid y en lo que podría pasar si la encontraba, pero en especial pensó en la sensación de saber que su compañera estaba bien, fue la luz del sol lo que lo saco de sus pensamientos, se puso de pie apago el fuego, hizo sus necesidades, comió algo y siguió su camino, cada paso que daba le dolía en todo el cuerpo, su inconsciente sabia que iba por el camino incorrecto y el chip lo estaba castigando, tenia que respirar profundo para que no girara y tomara el camino correcto, llego a la base de unas montañas al atardecer de ese día, los días que Vaughan le había dado se estaban terminando, pero no importaba el castigo que le diera, no importaba el dolor que sufriera nunca lo llevaría hacia Astrid, respiro hondo y cerro los ojos, los sonidos a su alrededor se hicieron más nítidos, podía escuchar el rio a kilómetros de distancia, podía escuchar a los pájaros sobre los pinos, pero entonces, entre todo ese silencio, comenzó a escuchar algo mas, abrió los ojos con rapidez y preparo su arma en menos de un segundo, se quedo quieto y en silencio, esperando a escuchar algo de nuevo.

Primero solo noto el viento a su alrededor, pero entonces volvió a escuchar, espero un segundo y supo que era, eran pisadas, varias pisadas, entonces escucho mas, voces de hombres, de mujeres y de niños, parecía ser un grupo grande, tomo un profundo respiro y comenzó a caminar por el filo de la montaña, sus pisadas eran tan ligeras que no se escuchaba al pisar la nieve, finalmente llego a una gran roca que lo cubría de la vista de cualquiera, miro y vio que estaba en un barranco, vio hacia abajo y vio como un grupo de menos de cincuenta personas caminaban a algunos metros debajo de él, se quedo en silencio, estudiándolos, se veían débiles y desnutridos, eras mas hombres que mujeres y niños, miro al frente del grupo y alcanzo a distinguir la conversación de los dos hombres que los guiaban.

—acamparemos cuando salgamos del camino — dijo el que parecía ser el mas grande de los dos — tal vez en una hora mas.

—necesitamos encontrar un lugar mas cubierto, todos están débiles, cansados y enfermos — hablo el mas joven de ambos — no podemos acampar de nuevo al aire libre.

—estoy consciente de eso, pero tal vez no tengamos otra opción mas que esa, pondremos a los niños en el centro de todos, los cubriremos del frío lo mas que podamos — miro a su espalda, al grupo que lo seguía — ya hemos perdido a muchos desde que salimos de los bosques — miro al joven a su lado — no perderemos a nadie mas.

—¿Qué tan seguro estás de eso? — la pregunta se perdió en el aire y la respuesta nunca llego, Caleb los miro hasta que se perdieron de su vista, respiro profundo y se preparo a alejarse de ese grupo, pero algo lo detuvo.

Por un instante no supo que lo detenía, no sintió nada y entonces una ola de sentimientos lo golpeo y lo hizo tambalearse, su vista se desenfoco y el aire se esfumo de sus pulmones, sus manos temblaron y entonces todo desapareció tan rápido como había llegado, parpadeo y se puso de pie, de pronto lo único que estaba en su mente era el arma en su mano y el grupo de sobrevivientes que había visto, dio un paso de forma temblorosa y después otro mas con mas firmeza, camino y camino hasta que se hizo de noche y logro ver una ligera llama a unos kilómetros de donde el estaba, se quedo quieto y miro con mas cuidado, era una fogata pequeña con el mismo grupo de sobrevivientes a su alrededor, todos estaban en silencio, muy pocos estaban despiertos y mirando alrededor, pero nadie se dio cuenta de su presencia.

Frunció el ceño y miro el arma cargada en su mano, comenzó a planear su siguiente movimiento, sabia que llevaba mas armas y municiones, pero no las necesitaría todas, era un grupo pequeño y a los más débiles solo necesitaba restringirlos, preparo el arma de su mano y tomo otra mas en su otra mano, las cargo y miro el lugar correcto para llevar a cabo el ataque, miro un árbol grueso y alto, lo suficiente como para atacar a distancia, camino hacia él en silencio, era una sombra mas en la noche, nadie podía saber que él estaba cerca, llego a la altura correcta y miro hacia el campamento improvisado una vez mas, tomo una de las dos armas con las dos manos y apunto, respiro profundo y apretó el gatillo.

La bala corto el aire y llego a la frente de un hombre que hacia guardia, antes de que alguien se diera cuenta disparo la segunda bala, la tercera y entonces nada lo detuvo, los gritos estaban a su alrededor, podía ver a las mujeres y a los hombres proteger a los niños, pero ni siquiera eso pudo salvarlos, la sangre comenzó a pintar la pureza de la nieve y los cuerpos comenzaron a quedar tendidos en el frío, entonces con un ultimo respiro disparo la ultima de las balas, los gritos dejaron de escucharse, los llantos de los niños llamando a sus madres se detuvieron, el sonido de los disparos se esfumo y le siguió el ensordecedor silencio que envuelve a la muerte, el rastreador miro por un instante y después se bajo del árbol, camino mientras recargaba una de las pistolas en caso de necesitarlas y se detuvo al inicio de donde la sangre salpicaba el piso.

Miro el cuerpo a sus pies, lo empujo un poco pero este no se movió, hizo los mismo con los demás, pero ninguno dio muestras de vida, los ojos sin vida miraban a la nada con una profunda expresión de terror, pero el rastreador no le tomó importancia, miro y se aseguro de que ninguno de ellos se moviera y cuando estuvo satisfecho comenzó a juntar lo que pudiera, el silencio solo era roto por el crepitar de la madera en el fuego y por el viento que soplaba a su alrededor, cuando el sol comenzaba a salir fue cuando se dio cuenta de lo que había echo, el rastreador fue desapareciendo y Caleb comenzó a ver a su alrededor.

Su mandíbula tembló y miro sus manos manchadas de sangre, su corazón se estrujo y comenzó a alejarse, ahora se daba cuenta de lo que era, ahora se daba cuenta de en lo que Vaughan lo había convertido, no solo era el rastreador, era un asesino, había matado a niños y mujeres sin pensarlo dos veces, llevo sus manos a su cabeza y sintió la protuberancia del chip bajo su piel, Su respiración se acelero y comenzó a arañar la piel sobre el chip, araño y rasco hasta que la sangre le mancho las uñas, pero no pudo desacerase del chip, se sentó a los pies de un árbol y miro los cuerpos a su alrededor, cerro las manos en puños y maldijo a Vaughan, esto era su culpa, no de él, pero ahora no había nada por hacer, salvo por una cosa.

Se puso de pie y comenzó con aquello que creía era lo correcto, tomo los cuerpos y los alineo, limpio los rostros de los niños y peino a las mujeres, cuando termino se inclino ante ellos y, por primera vez en años, lloro por algo que había echo, lloro por aquello en lo que se había convertido y lloro porque ademas de ser Caleb, ademas de ser el hermano de Alizah, ademas de ser el compañero de Astrid, también era el rastreador, también era un asesino y lloro porque no sabia cual de todas esas cosas le ganaría a las demás.

Estaba aterrado y su miedo llamaba a Astrid, su miedo llamaba a su calma y a su paz.


Compañeros. Un Ultimo Intento. Libro 3.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora