𝑊𝑒𝑙𝑐𝑜𝑚𝑒 𝑡𝑜 𝐷𝑒𝑟𝑟𝑦 |𝑃𝑎𝑡𝑟𝑖𝑐𝑘 𝐻. 𝑓𝑎𝑛𝑓𝑖𝑐| 𝙥𝙧𝙤𝙘𝙚𝙨𝙤

《 𝐶𝑎𝑝í𝑡𝑢𝑙𝑜 1 》

La nostalgia se apoderó de mí cuando me despedía del lugar que siempre llamé hogar. Extrañaría los rostros familiares, los amigos que dejaba atrás y hasta el viejo que vendía periódicos en la esquina de mi casa. Me recosté en el asiento del coche, mi cabeza reposando en el frío vidrio de la ventana, observando cómo los hogares se alejaban lentamente.

-Harmony, te encantará el nuevo lugar, ya verás - me dijo mi padre, mirándome a través del espejo retrovisor. Una chispa de esperanza se reflejó en sus ojos, pero no pude evitar sentir un nudo en la garganta. Levanté la cabeza, mis manos revolviendo la caja a mi lado en busca de mi Walkman.

Solo encontré fotos familiares, recuerdos de tiempos más simples. Había dejado todo lo demás en el camión de mudanzas. Giré para comprobar que las ruedas de mi bicicleta todavía estaban sujetando la puerta trasera del coche.

Me acomodé de nuevo en el asiento, masajeando mi cuello que había girado con demasiada rapidez.

-¿Podríamos parar en un supermercado? -pregunté, ansiando un sorbo de agua. Mi padre miró su reloj, luego escudriñó la carretera.

-Creo que hay un pequeño mercado en la próxima avenida. Pero tendrás que ser rápida, el camión de mudanzas no tardará en llegar -respondió. Asentí, recogiendo mis gafas de sol del bolsillo trasero del asiento delantero. Pasé mis dedos por mi cabello, empujándolo hacia atrás antes de colocar las gafas sobre mis ojos. Crucé los brazos y me recosté en el asiento.

Al avanzar un poco más, mi padre giró el volante, revelando un pequeño mercado de aspecto descuidado, pero con un amplio estacionamiento. Las paredes blancas estaban salpicadas de grafiti, dándole un aire de antigüedad. Entró con cautela, buscando un espacio adecuado para estacionar. Sacó un billete de su billetera y me lo entregó.

-Trae unas Cheetos para mí, por favor -me pidió, asomando sus ojos sobre las gafas de sol.

Abrí la puerta del coche y bajé, dejando que el sol del mediodía me golpeara con su calor abrumador. Comencé a caminar rápidamente hacia la entrada del mercado, ansiosa por escapar del calor.

De repente, el rugido de un motor rompió el silencio del lugar. No pude evitar voltear hacia el ruido. Un coche de color azul platinado entró en el estacionamiento, reflejando el sol y llenando el lugar con destellos de luz. Un grupo de chicos, saltaron del vehículo. Tenían una presencia dominante, una confianza que rozaba la arrogancia. Sus risas estridentes resonaron en el aire.

Sus miradas se cruzaron con la mía por un instante, y sentí un escalofrío de anticipación. Con un suspiro de resignación, me volví y continué mi camino hacia el mercado. A pesar del temor que sentía, una parte de mí se negaba a dejarse intimidar.

La puerta del mercado se abrió con un suave chirrido, revelando un letrero brillante que decía "Abierto las 24 horas". Las campanillas de la puerta tintinearon alegremente al entrar, anunciando mi llegada a cualquier persona que estuviera dentro.

Avancé por el pasillo central, siguiendo la fila de estanterías llenas de productos de todo tipo. El aire fresco que emanaba de los congeladores me guiaba, un alivio bienvenido del calor abrasador del exterior. El zumbido constante de las neveras se hacía cada vez más fuerte a medida que me acercaba, una sinfonía de sonidos que se mezclaba con el murmullo de las conversaciones distantes y el suave hilo musical que sonaba de fondo.

Las campanillas de la puerta volvieron a sonar. Sentí un nudo en el estómago, pero decidí ignorarlo y seguir con mi tarea. Después de todo, solo estaba allí para comprar unas Cheetos y un poco de agua.

Finalmente, llegué a la sección que estaba buscando. Abrí la puerta de cristal y saqué una botella de agua fría, cerrando la puerta con un suave clic. Desenroscando la tapa, me permití un sorbo refrescante antes de continuar mi búsqueda.