《 𝐶𝑎𝑝í𝑡𝑢𝑙𝑜 8 》

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El timbre había sonado, una melodía aguda que anunciaba el final de las clases. Todos, como autómatas, recogieron sus cosas y abandonaron las aulas. Después de compartir con los demás la noticia de que mi castigo había sido revocado, decidimos que podríamos ir a comer algo. Stanley, siempre el generoso, había perdido una apuesta y se ofreció a pagar la cuenta.

Hice un esfuerzo consciente para evitar a Hockstetter durante toda la mañana. Fue casi un récord personal.

Me dirigí a la salida de la escuela, agradeciendo internamente por el día en que decidí mantenerme lejos de sus penetrantes ojos de zafiro. Pero ahí estaba él, observándome con una intensidad que me heló la sangre. No era su típica mirada inquietante, sino una que parecía... ¿Podía ser que Patrick Hockstetter sintiera pena por mí? ¿Cómo había llegado a un punto tan bajo?

Intenté esquivarlo, caminando en dirección contraria, pero sus largas piernas le permitieron alcanzarme rápidamente. Se plantó frente a mí, bloqueándome el camino, y se quedó ahí, quieto, sin decir nada. No podía mirarlo directamente a la cara.

—¡Hockstetter! —Una voz femenina lo llamó. Él giró lentamente, sin apartar su mirada de mí. El cabello negro de la chica descansó sobre el hombro de Hockstetter. Parecía que el quería decir algo, pero no lo hizo.

—Soy Anna —dijo de repente. Su mirada era superior. Se dieron la vuelta y se alejaron, dejándome allí, parada y en shock. Exhalé un largo suspiro que había estado reteniendo durante un rato.

Comencé a balbucear, mis piernas se movieron casi por inercia hacia donde dejaba mi bicicleta cada mañana. Ahí estaba, la única constante en mi vida, siempre fiel y lista para llevarme a donde necesitara.

—¡Oh, Patrick! ¡Bésame! —La voz de aquel chico con gafas interrumpió mi tranquilo camino hacia mi fiel compañera de dos ruedas. Me giré rápidamente, él iba solo, lo que alivió un poco la tensión que sentía. —Afeminado —No tenía la intención de ofenderlo, pero bueno, quizás sí la tenía.

Él intentaba decir algo, pero las palabras parecían atascarse en su garganta, tartamudeaba, algo que no solía hacer. —Bill, ¿eres tú? —Bromeé, de vez en cuando me gustaba picar al bromista del grupo.
—Lo siento, Rich, no era mi intención ofenderte —Su tono era serio, lo que me hizo reconsiderar y ofrecer una disculpa.

Unos pasos detrás de nosotros nos hicieron girar, eran el resto de los chicos, luciendo sonrisas pícaras en sus rostros.

Después de un largo rato de conversación, tomamos nuestras bicicletas y nos pusimos en camino hacia aquel lugar donde podríamos disfrutar de algo de comida gratis, solo para nosotros, por cortesía de Stan.

Mi mente intentaba reprimir los extraños sucesos que me habían estado ocurriendo, el globo rojo, las voces, el payaso. Todo estaba en mi imaginación, pero no podía negar que se sentía demasiado real y me asustaba más de lo que me gustaría admitir.

Derry es un lugar peculiar, tiene una extrañeza que no he encontrado en ningún otro lugar. Mi mamá creció aquí, aunque nunca le gustaba hablar al respecto. Cada vez que intentaba preguntar, ella esquivaba el tema. Sé que sus padres fueron duros con ella.

¿Cuán profundo podría haber sido su dolor?

Nos detuvimos frente a un restaurante. No era lujoso, más bien parecía un café acogedor.

Entramos al lugar, que estaba sorprendentemente vacío.

Seguí a los chicos que se dirigían hacia una de las mesas. Cuando estábamos lo suficientemente cerca, Richie y Eddie rompieron a correr para disputarse un asiento. Comenzaron a empujarse, cayendo uno encima del otro en su lucha por la silla.

Podían ser increíblemente inmaduros a veces.

Tomé asiento frente a ellos mientras seguían peleando. Eddie cayó al suelo con un fuerte empujón, quedando allí, mirando fijamente hacia la entrada.

Me giré hacia la mesa donde los chicos estaban conversando.

—Por eso estoy seguro de que Richie es gay —Stan se burlaba del comportamiento infantil de Richie.

—Chicos... —El tono de voz de Eddie, todavía en el suelo, fue alarmante. Todos nos giramos, preocupados. Estaba mirando algo.

O a alguien.

En el mostrador, estaban esos cuatro matones, ordenando con una actitud desafiante............

Comencé a murmurar maldiciones en voz baja, volviendo mi vista a la mesa donde los chicos intercambiaban miradas de preocupación.

—Vamos por las bicicletas —propuso Bill, con ese tono de voz que siempre utilizaba cuando quería pasar desapercibido. Nos levantamos discretamente y comenzamos a caminar. Aceleré mi paso, sintiendo un nudo en el estómago.

Abrí la puerta con un empujón y salí disparada del lugar, los chicos me siguieron casi al instante, dirigiéndose a paso ligero hacia donde habíamos dejado las bicicletas.

Comencé a caminar, tratando de mantener la calma, aunque cada paso me costaba más que el anterior.

—Harmony —Una voz familiar me llamó.

Di media vuelta, y ahí estaba él, observándome con esa mirada intensa que me dejaba sin aliento.

**

No lo queria hacer muy largo, porque se que llevo tiempo sin subir cap entonces quería hacerlo ya.

Prometo que trataré de hacerlos más interesantes y emocionantes para compensarlo, espero que hacer eso no vuelva la historia rara, aunque talvez es solo mi inseguridad de primer historia, y me importan mucho las demás opiniones.

(865) Palabras.

𝑊𝑒𝑙𝑐𝑜𝑚𝑒 𝑡𝑜 𝐷𝑒𝑟𝑟𝑦 |𝑃𝑎𝑡𝑟𝑖𝑐𝑘 𝐻. 𝑓𝑎𝑛𝑓𝑖𝑐| 𝙥𝙧𝙤𝙘𝙚𝙨𝙤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora