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— ¿Cuánto daño puedes hacer?— Pregunta Rosé.

Mi estómago se congela sabiendo que soy la única humana en la habitación que sabe que Rosé es uno de los enemigos.

— Suficiente daño para probar un punto— Dice el líder resistente.— No a los ángeles. No nos importa lo que ellos piensen. Pero sí a la gente. Para hacerles saber que estamos aquí, que existimos, y que juntos, no seremos echados a un lado.

— ¿Están atacando a los ángeles como una campaña de reclutamiento?

— Creen que ya han ganado. Y lo más importante, nuestra gente también lo siente de esa manera. Necesitamos hacerles saber que la guerra solo ha comenzado. Este es nuestro hogar. Nuestra tierra. Nadie puede simplemente venir y tomar el control.

Mi mente se revuelve con emociones encontradas ¿Quién era el enemigo aquí? ¿De qué lado estoy? Miro cuidadosamente el suelo, intentando desesperadamente evitar mirar a Rosé, o a Obi.

Si Obi presiente algo, entonces podría empezar a sospechar de Rosé. Si Rosé presiente algo, entonces no puedo esperar que confíe en mí de verdad. Oh Dios, si hago enfadar a Rosé, podría no cumplir con nuestro trato, desparecer e irse al nido sin mí.

— Me duele la cabeza— Lloriqueo.

Se hace una larga pausa en la que estoy convencida en que Obi intenta descubrirlo todo. Estoy casi segura de que está apunto de gritar "¡Dios mío, ella es un ángel!".

Pero no lo hace. En vez de eso, se levanta y coloca mi tazón de estofado en su silla.

—Seguiremos hablando por la mañana— Dice Obi.

Me levanta y me guía hacia una catre oculto en las sombras que no había notado antes. El guardia de Rosé hace lo mismo al otro lado de la habitación

Me recuesto incómoda de lado, con las muñecas atadas detrás de la espalda. Obi se sienta en el catre y amarra mis tobillos. Me siento tentada a ser sarcástica y pedir la cena y una película antes de que las cosas se pongan más pervertidas, pero no lo hago. Lo último que necesito es comenzar a hacer chistes de sexo mientras soy prisionera en un campamento lleno de hombres armados, en un mundo donde no hay leyes.

Coloca una almohada debajo de mi cabeza. Mientras esta haciendo esto, aparta los cabellos que caen sobre mi cara y los coloca detrás de mi oreja. Su toque es tibio y delicado. Debería estar asustada, pero no lo estoy.

— Estarás bien— Dice— Los hombres tienen órdenes estrictas de ser correctos contigo.

Supongo que no se necesita un lector de mentes para saber que debería preocuparme por eso

— Gracias.

Obi y su hombre recogen los tazones de estofado y se marchan. Detrás de ellos suena el seguro de la puerta.

— ¿Gracias?— Pregunta Rosé.

— Cállate. Estoy exhausta. En serio, necesito dormir algo.

— Lo que necesitas es decidir quien está de tu lado y quién no.

— ¿Se lo dirás?— No quiero ser muy específica en caso de que alguien esté escuchando. Espero que entienda a lo que me refiero. Si Rosé y yo logramos llegar al nido, ella habrá tenido contacto con el movimiento de la resistencia de infantería. Si se lo dice a los otros ángeles y ellos detienen al movimiento, yo seré la Judas de mi especie.

Se hace una larga pausa.

Si ella no dice nada ¿Será el Judas de su especie?

— ¿Por qué viniste aquí?— Pregunta, cambiando el tema a propósito.— ¿Por qué no huiste como sabemos que deberías haber hecho?

Fallen Angel ✞ Chaelisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora