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Deben de verse como pequeños ángeles con sus alas de libélula, doblándose como gasa por los contornos de sus espaldas, pero no lo hacen. Al menos, no son como ningún ángel que he visto. Y que no quiero ver.

Hay algo retorcido en ellos. Flotan en una columna de líquido claro y me siento como si estuviera viendo el útero de un animal que ni siquiera existe.

Algunos son del tamaño de hombres altos, sus músculos son visibles, a pesar de que están curvados en posición fetal. Otros son más pequeños, como si lucharan por sobrevivir. Otros pocos se ven como si estuvieran chupándose el pulgar. Encuentro ese gesto particularmente repugnante.

De frente, se ven humanos, pero de espaldas o dando su perfil, se ven absolutamente alienígenas. Regordetas colas de escorpión salen desde sus coxis y se curvan sobre sus cabezas. Las colas terminan en un aguijón, listo para perforar. La vista de esas colas trae ecos de mi pesadilla y me estremezco.

La mayoría tienen sus alas plegadas, pero otros tienen las alas completamente extendidas, extendidas a lo largo de las columnas, crispándose como si soñaran que están volando. Estos son más fáciles de observar que los que tienen crispadas sus colas de escorpión como si soñaran que están asesinando. Sus ojos están cerrados, con lo que se ve como párpados subdesarrollados. Sus cabezas no tienen cabello y su piel es casi transparente, mostrando la conexión de venas y músculos debajo de ella. Lo que sea que son estas criaturas, no están desarrolladas en su totalidad.

Bloqueo la vista tanto como puedo de mi madre. Se aterraría si ve algo de esto. Por primera vez, su reacción es la de una persona cuerda. Le doy una señal con mi mano para que espere aquí. Le doy una mirada para que sepa que es enserio, pero no sé si eso va a hacer algún bien. Espero que se quede. La última cosa que necesito es que se asuste. Nunca pensé que estaría agradecida de su paranoia, pero lo estoy. Hay una posibilidad que se esconda en la oscuridad como un conejo en un agujero hasta que venga por ella. Si algo pasa, al menos tiene el cable eléctrico que cuelga de su muñeca.

Mi estómago se aprieta con miedo helado por lo que voy a hacer. Pero si NingNing está aquí, no la puedo abandonar. Me fuerzo a mí misma a adentrarme en la cavernosa habitación.

Adentro, el aire se siente frío, como en un hospital. Hay un olor a putrefacción que penetra el aire. Asocio esa esencia con las cosas muertas que están atrapadas en los tarros que reposan en un estante. Camino cautelosamente entre las columnas de vidrio, para poder recorrer toda la habitación. Mientras camino por las columnas, noto lo que parecen bultos de ropa sudada en el fondo de los tanques. Una espeluznante sensación sube por mi espalda. Rápidamente aparto la mirada, sin querer mirar más de cerca. Pero cuando miro más allá, veo algo que convierte mi miedo en terror.

Una de las bestias sostiene a una mujer en un abrazo característico de amantes en el tanque. Su cola se curva encima de su cabeza hacia la mujer, enterrando el aguijón en la parte trasera de su cuello.

Una tira de su vestido de fiesta ha sido empujada por su dolorosamente delgado hombro. La boca del ángel-escorpión está enterrada en la curva de sus pechos. Su piel se arruga en contra de su carne seca, como si los fluidos estuvieran siendo drenados fuera de ella.

Alguien ha puesto una máscara de oxígeno sobre su boca y su nariz. Los tubos negros de la máscara se conectan con la parte superior del tanque, viéndose como un retorcido cordón umbilical. Su cabello oscuro es la única cosa en movimiento. Flota etéreamente alrededor de los cordones y el aguijón.

A pesar de la máscara, la reconozco. Es la mujer a quien sus hijos y su esposo despidieron desde la valla cuando entró en el nido. La mujer que se dio la vuelta y le lanzó un beso a su familia. Se ve como si hubiera envejecido veinte años desde la última vez que la vi hace tan solo unas horas. Su rostro es cetrino, su piel flácida contra sus huesos. Ha perdido peso. Demasiado peso Debajo de sus pies flotantes yace una pila de material descartado y de lo que ahora me doy cuenta es piel sobre huesos. Lo que inicialmente clasifiqué erróneamente como algas es en verdad cabello ondeando gentilmente en el fondo del taque.

Fallen Angel ✞ Chaelisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora