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Mi espalda chasquea, cruje y se mueve cuando intento levantarme derecha. Esta anocheciendo y mi día laboral casi termina. Coloco mi mano en la parte baja de mi espalda y mi cuerpo se va enderezando lentamente, como una bruja anciana.

Mis manos se encuentran rojas e hinchadas luego de sólo un día de restregar ropa sucia en el lavadero. He escuchado de manos secas y agrietadas, pero nunca había entendido lo que significaba de verdad, hasta ahora. Después de tan sólo algunos minutos de estar fuera del agua, mis palmas tienen grietas que parecen como si alguien hubiese tomado una hoja de afeitar y hubiese rasgado la piel. Es extraño ver tu mano toda rota, luciendo tan seca que no puede ni sangrar. Cuando, esta mañana, las otras esclavas de la lavandería me ofrecen un par de guantes amarillos de goma, los rechace, pensando que sólo las personas ancianas usan esos.

Me dieron una mirada tan de sabelotodo que mi orgullo no me permitió.pedírselos en el almuerzo. Ahora, comienzo a considerar acercarme y relacionarme con el único hueso humilde de mi cuerpo y pedir los guantes. Es bueno que no planee tener que hacer esto nuevamente mañana.

Miro a mí alrededor, estirando los brazos y preguntándome cuándo ésta chica, Akira, planea atacarme. Estaré muy molesta si espera hasta que mi día laboral termine

¿Cuál es el punto de meterse en una pelea de chicas si no puedes escabullirte de una hora de trabajo?

Me tomo mi tiempo estirándome. Estiro los brazos frente a mí y arqueo mi espalda tanto como puedo. Mi cuello duele, mi espalda duele, mis brazos y manos duelen, mis piernas y pies duelen, incluso mis ojos duelen. Mis músculos o están gritando debido a las horas de movimiento repetitivo, o tiesos debido a las horas de tanto mantenerlos sin movimiento. A este paso, no voy a tener que echar la pelea por la borda, la perderé honestamente.

Mientras estiro mis piernas, pretendo no ver a los hombres de las letrinas caminando hacia nosotras. Hay como diez de ellos, con Rosé quedándose detrás del grupo.

Cuando están a sólo pasos, comienzan a quitarse sus ropas sucias. Camisas llenas de mugre, pantalones y calcetines son lanzados a la pila para lavar. Algunas son lanzadas a la pila de la basura. Rosé logró zafarse de la tarea de trabajar en las partes verdaderamente toxicas de las letrinas, pero no todos fueron tan suertudos. Lo único que ellos se dejan puesto son sus bóxers. Intento lo más que puedo no mirar a Rosé, cuando me doy cuenta de que se supone que debe quitarse su camisa. Quizás podría ser capaz de explicar los vendajes debajo de su camisa, pero no hay manera de que pueda explicar las manchas de sangre, exactamente en el lugar donde sus alas debían estar.

Estiro los brazos sobre mi cabeza, tratando de no parecer atemorizada. Aguanto la respiración, esperando que los hombres siguieran caminando y no notaran a Rosé quedándose atrás. Pero en vez de moverse hacia los edificios para ducharse, toman la manguera que utilizamos para llenar nuestros tubos.

Hacen una fila para rociarse con la manguera. Podría patearme a mi misma por no anticipar esto. Por supuesto que se rociarían primero

¿Quién querría que los trabajadores de las letrinas se metieran directamente a las duchas compartidas?

Miro de reojo a Rosé. Mantiene la calma, pero puedo darme cuenta por la forma en que lentamente desabotona su camisa, que tampoco vio venir esto. Debió haber supuesto que podría hacer su escapada una vez que entraran al edificio, ya que no todos pueden entrar en las duchas al mismo tiempo. Pero no existe una excusa lo suficientemente buena que la libre de esta parte de la rutina, y no hay manera de que pueda hacerlo sin ser notada.

Rosé termina de desabotonar su camisa y en vez de quitársela, lentamente comienza a desabotonar sus pantalones. Todos a su alrededor ya se han desnudado, y ella comienza a destacar. Sólo cuando comienzo a preguntarme si debería comenzar a correr, la solución a nuestros problemas comienza a caminar hacia nosotros con piernas largas y torneadas.

La mujer que caminó con Rosé al almuerzo, sacude su cabello color miel mientras le sonríe. Dee-Dum entran en ese momento.

— Oh ¡Hola Akira!— Ambos dicen con casual sorpresa. Sus voces son un poco altas, como para cerciorarse de que yo los escuche.

Akira sólo los mira mal, como si acabaran de carraspear y escupir. He visto esa mirada un millón de veces en los pasillos, dada por una chica popular a un nerd de banda que intenta saludarla frente a su grupo. Ella regresa su mirada Rosé, y su rostro se ablanda en una radiante sonrisa. Coloca su mano en el brazo de ella cuando está a punto de quitarse los pantalones.

Y esa es toda la excusa que necesito.

Saco la camisa enjabonada del agua gris y se la lanzo. Hace un sonido de plop cuando aterriza en su cara, enrollándose alrededor de su cabello. Su perfecto cabello se convierte en un desastre y su rímel se embarra, mientras la ropa se desliza mojada por su blusa. Hace un muy agudo chillido que hace que todas las cabezas alrededor se giren hacia ella.

— Oh, lo siento— Digo en voz dulce.— ¿No te gusto eso? Creí que era eso lo que querías. Es decir ¿Por qué más estarías poniendo tus garras encima de mi chica?

La pequeña multitud a nuestro alrededor crece en un segundo.

Oh, sí. Adelante. Vengan a ver el espectáculo de fenómenos. Rosé se desvanece entre la creciente multitud, abotonándose su camisa discretamente. Y pensé que lucía macabra en mi antigua pelea. Los enormes ojos de Akira miraron esperanzados a Rosé. Se veía como una gatita angustiada, desconcertada y dolida.

Pobre cosita.

Luego me mira. Es increíble cuan rápido su rostro puede cambiar, dependiendo de a quién este mirando. Se ve completamente furiosa. Y mientras camina hacia mí, la furia se convierte en ira. Es impresionante lo viciosa que puede verse una mujer cuando se lo propone. O es una muy buena actriz, o Dee-Dum tuvieron una doble agenda cuando planearon todo esto. Apuesto que ella ni siquiera sabe de la pelea.

¿Por qué compartir las ganancias cuando en vez de eso puedes vengarte?

Estoy segura que esta no fue la primera vez que Akira ha despreciado a Dee-Dum. No es que me crea ni por un segundo que sus sentimientos estaban heridos.

— ¿Crees que cualquier cosa que hagas hará que un chica como ella te de una segunda mirada?— Akira me devuelve la camisa mojada.— Tendrás suerte si logras que un abuelo con una sola pierna se interese en ti.

De acuerdo. Resulta que sí puedo hacer esto.

Me inclino un poco para cerciorarme de que la camisa me pegue.

Luego, nos metemos en ello en toda nuestra gloria femenina. Hay jaladas de cabello, cachetadas, camisas rotas, rasguños con uñas. Chillamos como animadoras que cayeron a un pozo de lodo. Mientras nos arrastramos como borrachas, tropezamos con una cuenca de agua. Ésta se cae, mojando toda el área de agua. Ella se tropieza y se engancha de mí, y ambas caemos. Nuestros cuerpos se retuercen alrededor de la otra mientras rodamos alrededor de los cuencos de agua.

Es difícil verse dignificada cuando tu cabeza esta siendo jalada hasta tu hombro. Es vergonzoso. Y hago mi mejor esfuerzo para hacerme ver como si de verdad estuviera peleando.

La multitud enloquece en su ánimo y aplausos. Logro ver a Dee-Dum mientras rodamos. Prácticamente se encuentran saltando de alegría.

¿Cómo alguien simplemente pierde una pelea como esta? ¿Debo sentarme a llorar? ¿Caer de cabeza hacia el lodo y dejarla que me rasguñe algunas veces mientras me encorvo como una pelota? Estoy completamente perdida de cómo debo terminar esto.

Todo pensamiento de pelea se hace añicos cuando escucho un disparo.

Viene de algún sitio detrás de la gente, pero lo suficientemente cerca para que todos se congelen en su sitio y hagan silencio.

Otros dos disparos seguidos se escuchan.

Luego un grito hace eco en el bosque. Uno muy humano, muy aterrorizado.

¡Gracias por leer!

Fallen Angel ✞ Chaelisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora