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— ¿Qué crees que estaban haciendo?— Le pregunto.

Rosé se encoge de hombros.

— ¿Crees que estaban alimentando a los demonios?

— Tal vez.

— ¿Por qué harían eso?

— Me he dado por vencida en tratar de encontrarle sentido a los humanos.

— No todos somos así ¿Sabes?— Le digo. No sé por qué siento que debo justificar cómo somos a un ángel. Me da una mirada de complicidad y sigue caminando.

— Si alguna vez nos viste antes del ataque, lo sabrías— Digo con terquedad.

— Lo sé— Dice, sin ni siquiera mirarme.

— ¿Cómo lo sabes?

— Veía televisión.

Me trago una risa. Después me doy cuenta de que no está bromeando.

— ¿En serio?

— ¿No lo hace todo mundo?

Supongo que todos lo hicieron. Estaba en el aire de forma gratuita. Todo lo que tenían que hacer era agarrar la señal y sabrían cualquier cosa sobre nosotros. La televisión no era exactamente un manifiesto a la realidad, pero sí reflejaban nuestras mayores esperanzas y temores. Me pregunto cómo piensan los ángeles de nosotros, si es que ellos piensan en nosotros.

Me pregunto qué hace Rosé en su tiempo libre, que no sea ver televisión, obviamente. Es difícil de imaginarla sentada en el sofá después de un mal día en la guerra, viendo programas de televisión sobre humanos para relajarse.

¿Cómo es su vida doméstica?

— ¿Eres casada?— Inmediatamente me arrepiento de haberlo preguntado ya que evoca una imagen de ella con una mujer ángel hermosa, con querubines pequeños corriendo alrededor de unas columnas griegas.

Se detiene y me mira como si acabara de decir algo totalmente inapropiado.

— No dejes que mi apariencia te engañe, Lisa. No soy humana. Las hijas del Hombre están prohibidas a los ángeles.

— ¿Y las hijas de la Mujer?— Intento una sonrisa pícara, pero ésta es plana.

— Este es un asunto serio ¿Acaso no sabes tu historia de la religión?

La mayor parte de lo que sé acerca de la religión es a través de mi madre. Pienso en todas las veces que deliró en diferentes lenguas en mitad de noche en mi habitación. Iba tan a menudo mientras dormía que había tomado el hábito de dormir de espaldas a la pared para poder verla entrar sin que ella se diera cuenta de que estaba despierta.

Se sentaba en el suelo al lado de mi cama, balanceándose hacia adelante y hacia atrás en un estado de trance, aferrándose a su Biblia y hablando en lenguas durante horas. Los ruidos guturales sin sentido tenían la cadencia de un canto enojado. O una maldición.

Algo realmente espeluznante mientras estás acostado en la oscuridad, casi durmiendo. Eso es aproximadamente mi educación religiosa.

— Eh, no— Le digo.— No puedo decir que sé mucho acerca de la historia religiosa.

Empieza a caminar de nuevo.

— Un grupo de ángeles llamados "Los vigilantes" eran los encargados en la tierra para observar a los humanos. Con el tiempo, se sintieron solos y se casaron con mujeres humanas, aún sabiendo que no debían. Sus hijos fueron llamados Nephilim. Y eran abominaciones. Se alimentaban de seres humanos, bebían su sangre y aterrorizaban la tierra. Por ello, los vigilantes fueron condenados a la gruta hasta el día del juicio final.

Fallen Angel ✞ Chaelisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora