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• 2003 •

El joven de cabello rizado estaba sentado sobre su pupitre dentro de su salón haciendo una actividad que acababa de dejar el maestro de un módulo anterior, en la clase que estaban su profesor no había llegado así que tenían el módulo libre. Mientras traspasaba un apunte de una libreta a otra un joven menor que el se sentó en el pupitre de enfrente, era su pareja junto con su mochila quien había entrado como si nada al salón.

—¿Qué haces aquí? Deberías estar en clases.
—Eso no importa, ¿Qué día regresas a México?—se giro un poco dando la vuelta para ver a su pareja detrás de él.
—El día sábado.
—Si, pero la hora en que sale tu avión.
—Ah, sábado a las trece.
—Gracias.

Lionel se levantó, tomo su mochila y salio de la aula sin decir más. Era una acción repentina y sin una explicación le causaba curiosidad a Guillermo pero no podría preguntarle hasta la salida y eso sí con suerte lo encontraba.

Durante la salida, el mexicano no lograba encontrar a su pareja, estuvo buscándole por un rato cuando se dió cuenta que no iba a aparecer, salió de la escuela y camino hasta su departamento mientras le seguía mandando mensajes a Leo, mensajes que no contestaba. Le preocupaba lo que pudiera haberle pasado a su pareja pero pensó que quizás solo estaba exagerando. No fue hasta la tarde cuando recibió una llamada del teléfono de su pareja.

—¿Sucede algo? Tengo como docientas llamadas perdidas de vos.
—¡Hasta que te dignas en marcar! Estaba preocupado por ti.
—Lo lamento, me sentí mal a mitad de clases así que me regrese a la casa, pero cuando llegue me dormí y se me olvidó mandarte mensaje.
—Menos mal estás bien. ¿Quieres ir al cine?
—¿Es una cita?
—Si, es una cita.
—Genial, estoy listo en quince.

Guillermo colgó la llamada y se levantó del sillón para arreglarse, era día miércoles, y después de haber pasado tantos días sin hablar con su pareja quería estar con él el mayor tiempo posible antes de tomar el vuelo a México, vuelo que salía en tres días. Mientras se cambiaba pensaba en que hacer ese día, habia dado la propuesta solo para verlo pero nisiquiera había pensado a dónde ir. Llevaría a Lionel a ver una película al cine de la gran plaza y después bajarían a los comedores para comprar algo de comer. No sería su mejor cita pero era algo para pasar algo de tiempo juntos.
Cuando llegó por Leo quedó deslumbrado ante su belleza, no sabía cómo pero el menor siempre encontraba una manera de verse sumamente atractivo sin importar que se pusiera, ese día en particular estaba con un short de cargo y un suéter grande que cubría gran parte del short.

—¿Ese es mi sueter?
—Si, esque me encanta tu ropa, es bastante cómoda.—sonrio cerrando sus ojitos de manera tierna a lo que el mexicano le tomo de las mejillas dándole un beso corto y rápido por encima del labio superior.
—Te ves muy lindo.
Le tomo la mano y caminaron rumbo al centro comercial.

Anteriormente en sus primeras citas Guillermo pedía un taxi para llegar a su destino, hasta que uno de los amigos de Leo hizo el comentario de que el argentino prefería caminar para así poder platicar con mayor tranquilidad y poder disfrutar del paisaje, desde entonces el mexicano comenzó a llevarlo a lugares donde había áreas verdes y pudieran caminar. Otra cosa curiosa del argentino es que amaba la lluvia y estar bajo ella, y no le interesaba que tipo de ropa llevará pero prefería disfrutarla con una ropa deportiva.

Cuando llegaron a la plaza fueron al cine para comprar los boletos, nisiquiera habían visto la cartelera pero no era importante para Leo, sabia que nunca veía las películas porque siempre se quedaba dormido apenas iniciaba. Al final era Guillermo quien le contaba la trama.

Leo salió de la sala del cine frotándose los ojitos por recién despertarse mientras comía un poco de palomitas que le había guardado su pareja y el otro a un lado suyo explicándole lo que había sucedido en la película. Caminaron con tranquilidad por toda la plaza entrando a varias tiendas a ver productos que nunca comprarían mientras reían por algunos comentarios que salían de ambas partes. Al final llegaron al área de comedores que estaba en el otro extremo de la plaza, habían llegado al acuerdo de comer unos boneless.

𝘛𝘩𝘦 𝘖𝘯𝘦 𝘛𝘩𝘢𝘵 𝘎𝘰𝘵 𝘈𝘸𝘢𝘺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora