Prólogo

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11 de abril del 2004

Era temprano en la mañana, un frío familiar para los residentes de la ciudad de Londres los abrazaba dándoles la bienvenida a un nuevo día. Un joven, proveniente de Chelmsford, disfrutaba de sus últimos minutos de paz antes de llegar a la estación en la que debería bajarse del metro.

En sus audífonos se podía escuchar la canción "The Great Pretender - Queen", nunca se había sentido tan identificado con una pieza musical. Se dirigía a la Academia de Artes "Chaikovski", una institución educativa de gran reconocimiento a nivel internacional, especializada en la música, siendo que, con el tiempo se fue abriendo paso en otros tipos de artes, donde se formaban los mejores artistas.

Harry Ikari, ese era su nombre, chico de 22 años, hijo de un hombre inglés y una mujer japonesa inmigrante. Hasta ese momento, se encontraba viviendo con su abuelo materno, ya que sus padres habían fallecido en un accidente años atrás. Desde pequeño había demostrado tener un don con el violín, herencia de su madre, quien había sido una violinista habilidosa en su juventud.
Quedando en el podio de uno de los concursos más importantes de su ciudad, Harry logró ganar una beca en la academia para dedicarse a una formación completa para lograr un perfil de músico profesional.

Una vez que el metro se detuvo, supo que era su momento de salir, tomó su maleta por el agarre y emprendió su camino fuera del transporte. Sin mucha demora, llegó hasta la calle y tomó un bus que lo llevaría a su residencia.
En un viaje de veinte minutos y caminando par de cuadras, llegó a la enorme urbanización que a lo lejos se veía llena de gente joven, evidentemente, eran estudiantes.

Entrando en la torre tres de apartamentos, preguntó por su llave en la recepción, hizo un poco de papeleo para probar su identidad y ya con poca paciencia subió por el ascensor, entrando a su departamento con cierta curiosidad, analizando cada detalle de los diferentes espacios que eran visibles desde la puerta. Por el pasillo se asomó un chico, probablemente de su edad, con un llamativo estilo de cabello gris con iluminaciones.

- ¿Eres mi compañero? - Dijo aquel desconocido mientras se iba acercando a Harry. Llevaba una amable sonrisa en el rostro y le importaba poco su descuidada apariencia, porque claro, era domingo y no había planes para salir.

- Así es, me llamo Harry Ikari - El violinista extendió su mano hacia el chico que ahora tenía en frente, su nuevo roomie.

- Un gusto, yo soy Alex Rees - Tomó la mano de Harry con ánimo, demostrando su extrovertida forma de ser -Lamento decirte que ocupé la habitación más grande porque es mi privilegio por llegar primero, pero a cambio, hice pastelitos. - obviamente, todo esto lo decía en tono de broma.

-No tengo problema, tranquilo. - De repente, un dulce aroma que provenía de la concina llamó la atención del pelicafé. -Huelen bien, ¿Son tus pastelillos?, ¿Lo hiciste todo por tu cuenta?, los de caja suelen oler diferente.

- Así es, ¿cómo te diste cuenta?, ¿sabes de repostería? - preguntó Alex, asombrado.

- De hecho, sí. Tengo ciertos conocimientos, aunque, prefiero la comida asiática - explicó Harry, denotando que llevaba la sangre de una descendencia japonesa.

- ¿Entonces vas a cursar artes culinarias, verdad? - dijo Alex entusiasmado.

- No, estoy en música clásica. - negó el pelicafé.

- Si te interesa, cada facultad ofrece diferentes Clubs para cualquier estudiante sin importar la carrera- dijo Rees, como si de una propuesta ser tratará. - Por ejemplo, yo soy el líder del Club de comida italiana, ¿Te interesa? - preguntó, mientras le daba golpecitos con el codo a Harry.

- Tal vez le eche un vistazo... - suspiro el joven Ikari tratando de sonar interesado, pero en el fondo sabía que no le llamaba la atención.

- Este es mi cuarto semestre en la Academia, y ¿Tú?... -preguntó Rees mientras iban caminando hacia la cocina.

- Es mi primer semestre.

- ¿En serio?, tengo un amigo que también va a cursar el primer semestre de la carrera - exclamó con emoción el peliteñido - Que coincidencia, ojalá se puedan hacer amigos, es un máster tocando el piano, seguro te va a agradar.

- Ah... que bien - contestó Harry sin disimular su indiferencia.

Alex agarró la bandeja de pastelillos del horno y la extendió en frente del pelicafé. - ¡Vas a tener el placer de probar mis postres!

- Gracias - contestó Harry mientras recibía el trocito de masa que su compañero había preparado, llevándoselo a la boca, devorándolo de un mordisco.

Expectante por la reacción del músico, Alex observaba atento a cada uno de sus movimientos y expresiones. Siendo interrumpido por el tono de llamada de su teléfono.

- Disculpa, debo contestar - Alex tomó el dispositivo, hizo una señal de despedida y se dirigió a su habitación.

Al fin pudiendo moverse de su lugar, Harry empezó a caminar hacia la habitación que estaba libre, asumiendo que ese sería su cuarto, una vez dentro, se sorprendió por el gran tamaño de esta, en comparación a la que tenía en casa de su abuelo.

Una extraña sensación lo obligó a acercarse a la cama de dos plazas acomodada en el centro de la habitación y se echó sobre esta. Miró hacia el techo por unos segundos, suspiró y pensó "¿Esta es la habitación pequeña?"    

Lost In Your Melody (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora