II. Podría ser peor

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15 de abril
Residencias universitarias

La mañana de ese jueves, en particular, se sentía cálida, algo no común en la ciudad de Londres. Razón por la que Alex Rees estaba entusiasmado, sensación que emanaba por montones al preparar el desayuno y silbar a la vez una canción de Britney Spears, cantante que él adoraba escuchar.

- ¡Maldición, llego tarde! - gritó Harry, rompiendo la burbuja de paz del cocinero, quien, al escuchar el grito de su compañero, asomó la cabeza para verlo

- ¿Harry, no vas a quedarte? - preguntó desanimado el peliteñido, tenía la idea de que el violinista se quedaría para desayunar - ¡Hice waffles!- exclamó emocionado

- Lo siento Alex, debo irme, voy a llegar tarde a clases - contestó el pelicafé apresurado mientras se ponía sus zapatos en la entrada del departamento, costumbre que implementó desde su llegada. Después de todo, su cultura japonesa no le permitía entrar con zapatos a cualquier casa

- Ya veo... - suspiró con tristeza - ¡En ese caso, te los guardo en el refrigerador! - gritó el peliteñido sin recibir respuesta por parte de Harry, el cual se había ido hace unos segundos

- Pensé que podíamos pasar la mañana juntos - suspiró con pena. Al fin y al cabo, Alex y Harry no han tenido la posibilidad de conversar en profundidad, situación que molestaba mucho al cocinero, puesto que la presencia de su roomie se sentía idéntica a la misma soledad

Sin más que decir, Rees se dirigió hacia el refrigerador para guardar los waffles que había preparado para Harry, al abrir la puerta busco un espacio para ponerlos y los ubicó cerca de un trozo de queso que llamó su atención

- Olvide que el otro día compre queso cheddar, ¡no sería mala idea llevarle un poco a Víctor! - exclamó al aire, quedando paralizado momentáneamente al repetir mentalmente sus palabras, lo había olvidado por completo - Carajo, ¡Víctor! - gritó al recordar a su amigo

¿Cómo había podido olvidar su pequeña visita en la facultad de música del otro día?, además que no lo vio, también había dejado pasar el tiempo sin preguntarle sobre su problema. Vaya Rees, qué despistado eres.

Alex no perdió ni un segundo y agarró su teléfono, buscó el contacto de su amigo y lo presionó sin pensar, era momento de saludarlo y tener una pequeña charla.

- ¿Hola? - preguntó una voz gruesa del otro lado de la línea

- ¿Víctor? - contestó desconcertado el peliteñido, su amigo no tenía esa voz

- ¿Alex, eres tú? - exclamó el pelinegro con sorpresa, volviendo su voz más aguda

- ¡Víctor! ¿Cómo estás? - dijo Alex con gran ánimo

- Vaya, ¿no tienes vergüenza? No te has dignado en comunicarte conmigo desde el primer día de clases, Rees - respondió Víctor un poco molesto.

Probablemente, aquel comentario enfadaría a otros, aunque, el peliteñido nunca tuvo problemas con el carácter difícil de su amigo. Es más, ya sabía lidiar con este.

- Dios mío... - Alex respiró hondo fingiendo indignación - Si supieras todo lo que me ha pasado. Tal vez solo así entenderías - explicó dramáticamente - Sin embargo, antes de contarte toda la telenovela de mi vida, tengo que preguntarte algo importante

- Sabía que no me llamabas para saludar - dijo Víctor con una dosis de decepción en sus palabras - Dime, ¿qué necesitas?, ¿ocurrió algo?

- Me enteré de que estás teniendo problemas con uno de tus compañeros - dijo Alex, provocando que el pianista empezara a sentirse molesto; recordar al joven respondón claramente no le hacía ilusión - Así que cuéntame ¿Qué paso para que llegaras a perder la paciencia? - preguntó curioso mientras desayunaba sentado en la isla de la cocina

Lost In Your Melody (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora