Desperté y cada vez los sueños se hacen más frecuentes. He visto las manifestaciones de la naturaleza, sabía que los volcanes despertarían en el sur o que se desatarían incendios forestales. Creo que tendré que buscar una explicación, cada vez estoy experimentando cosas muy extrañas, aunque no se comparan con los sueños de Antu, la cual sueña con personas que no conocemos o que tenemos poderes mágicos como las películas de ciencia ficción.
Ya son las 7:00 en punto, con desánimo me levanto para ir a clases y cuento los días para que lleguen las vacaciones de invierno. Ha llegado otro día para convivir con mis compañeras de curso, quienes son insoportables, somos el peor curso catalogado de toda la escuela. Mi único consuelo, es mi aliada y mejor amiga Antu, si ella no existiera yo sería la típica niña autista que pasa desapercibida en el curso.
Es curioso, son las 7: 30 de la mañana y el día aún está oscuro, este tonto país no quiere cambiar el horario de invierno, así que hay que iniciar la jornada casi de noche. Deberían implementar una medida en la escuela para entrar como mínimo a las 9:00 horas, encuentro injusto que sólo la pre-básica tenga ese privilegio.
-¡Lica! te quedan menos de 15 minutos. Me grita mi hermano.
-¡Mentira! Le grito.
Bajo al comedor con mi mochila, están todos desayunando hace mucho rato, porque si fuera por ellos se despiertan con el canto del gallo, olvidan que ya no estamos en el campo sino en la ciudad. La única que duerme a esta hora, es Llanquiray, mi hermana pequeña.
Hoy mi mamá tenía un delicioso pan amasado, así que me tomo un rico café acompañado con un pan con mantequilla derretida. Mi hermano me molesta y me dice –enana-.
Le digo –pirolonko-.
No me entiende, así que me deja de molestar y comienza a hablar de su clase de electricidad, comenta sobre un profesor que es muy simpático, quien construyó una máquina que controla volts e invita a los alumnos a experimentar y sentir la corriente, es así que los electrocuta. Él lo encuentra fantástico, yo no sé qué gracia le encuentra, para mí es una estupidez. Creo que con escucharlo, le di mucha de mi atención y debo irme, antes que se haga tarde. Agarro mi chaqueta y mis cosas. Me despido con un beso en la frente de mi mamá, mi papá y mi hermano.
-¡Adiós familia! ¡Pewkayal! – grito, antes de cerrar la puerta.
Siento algo de miedo al caminar porque todo está oscuro aún y eso que ya ha comenzado la mañana, me encuentro con algunos estudiantes y gente que se dirige a su trabajo en la calle, así que me despreocupo. Camino a la escuela, me detengo a buscar a Antu, vive a dos cuadras de mi casa. Es algo raro, pero siempre cuando estoy a punto de manifestar mi llegada y tocar el timbre, por obra de magia ella abre la puerta como si supiera que ya llegué.
- ¡Lica al fin llegaste!- me grita y me abraza Antu.
-Tranquila, estamos bien en el tiempo, no tenemos para qué llegar a abrir el colegio- le digo.
Cierra la puerta de su casa y nos vamos a la escuela. Empezamos a conversar del fastidioso día que nos espera con nuestras compañeras y comentamos de qué será de nosotras este año, porque ya estamos a finales de mayo, tenemos que decidir a qué liceo postular.
Mientras conversamos, percibo que algo otra vez nos sigue, trato de ignorar. Sin embargo, cada vez que paso a buscar a Antu, aparece un gato blanco que nos acompaña todo el camino y al llegar a la escuela desaparece, situación que se repite todos los días desde que se iniciaron las clases.
-Antu- digo, susurrando.
-¿Por qué me hablas tan bajito?- dice Antu.
-Mira hacia atrás disimuladamente- le digo. Es tan disimulada, que fue tan notorio que siguió caminando volteada.
-Oye, disimula un poco- le digo, con una expresión enojada en mi rostro.
-Ese gato otra vez- me dice, su cara no muestra mucho asombro.
-Sí, ese gato otra vez- le digo, siento que no me comprende.
Nos detuvimos y el gato se detuvo al mismo tiempo que nosotras y nos miró fijamente a los ojos. Esa mirada penetrante del felino, nos dejó por unos segundos a ambas hipnotizadas. Por un momento, nos envolvió una extraña sensación, un fuerte dolor en el pecho y la frente. Nos asustamos y corrimos rápidamente en dirección a la escuela.
Al llegar al colegio, nos saludó la inspectora – ¡Buenos días niñas!
-¡Buenos días!- dijimos a coro.
- ¡Qué vienen pálidas!, ni que se hubieran encontrado con un fantasma- nos dijo la inspectora.
-No exactamente, sino un gato- le contesto. La inspectora me quedó mirando con una cara de desconcertada, seguro que no me entendió y pensó que estoy loca.
Durante el resto de la jornada, nadie cambiaba la cara de asombro de Antu, estaba muy impactada. No sabía cómo explicar lo sucedido, mucho menos yo. Todo fue muy extraño, el suceso con el susodicho gato nos dejó pensativas todo el día.
Nunca nos íbamos a imaginar, que desde esa mañana las cosas cambiarían para nosotras.
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Encuentro de espíritus
SpiritualSituaciones extrañas comienzan en la adolescencia, pero no tienen relación con la pubertad y el crecimiento, sino con el despertar de habilidades extrasensoriales. No todos somos iguales, hay personas que nacen o desarrollan dones con el paso del ti...