Capítulo 5 Observación

33 4 7
                                    

Hoy me había quedado dormida pero llegó Antu con Mateo a mi pieza a despertarme, al fin es lunes. Nunca pensé que me dijeran Bella durmiente y Antu molestara con tanta devoción a Mateo que era mi príncipe y me había despertado con un beso, lo cual nunca sucedió, porque me despertó ella tirándose encima de mí.

Llegaron como a las 9 de la mañana y me dieron media hora para levantarme, bañarme, vestirme, peinarme y pintarme. Al terminar bajé y me encontré en el living a Mateo, Antu, Llanquiray y Alaska. Increíblemente a Alaska le bajó un amor por Mateo, no se le despegaba ni por un segundo, pobre de él que sufre por el acoso perruno. Por otro la Llanquiray mimada por Antu quien la ama porque es guagua.

Mamá nos llamó a desayunar y los chicos no pudieron negarse a la invitación. Me senté junto a mi hermano y frente de Mateo, Antu molestaba a Mateo porque se sentó al lado de ella y no pudo sentarse conmigo como en la escuela, Rankura nos miraba extrañado pero no preguntó nada. Tomamos una rica leche con chocolate y pan dulce; mientras desayunábamos, mi mamá nos aconsejaba una y otra vez que no hiciéramos disturbios y que estemos donde esté Rankura junto al Liceo Benjamín Franklin, porque andarían los profesores. 

Al terminar de desayunar, mi mamá me trae mis guantes y mi abrigo burdeo, me dice –Lica anda abrigada, hace frío y combina con tu sweater y chapulinas rojas -.

-Gracias mamá- Le digo.

-Tía Llanka tranquila, nosotros la cuidamos- Le dijo Antu a mi mamá.

-Es raro que ha estado estos días no muy bien de salud y hoy haya amanecido como si nada- Dice mi  madre desconcertada.

-Tía, al ver a Mateo a su hija se le quitaron todos los males- dice Antu riendo.

-¿Estás bien?- Me pregunta Mateo con cara de duda.

-Aunque no lo crean, este zombi resucitó- Le digo con mucho entusiasmo. Me miran todos y se ríen, está claro que por mi explosivo estado de ánimo he vuelto a ser yo.  Mamá me besa y me dice -Confío que no estás mintiendo y te recuperaste. Yo la miro y le sonrío.

Casualmente andamos los tres con buzo negro, lo único que nos cambia son las chaquetas, Antu con una casaca azul y Mateo con una negra. En cambio mi hermano con el buzo del liceo y su lienzo, nosotros no llevamos nada, solo nuestras ganas de participar en nuestra primera marcha por la educación y apoyar a los profesores de Chile. Tomamos la locomoción en la esquina de la casa, porque según mi hermano se juntarían todos en plaza Italia.

Nos vamos conversando y Rankura nos da consejos y recomendaciones en el caso que nos separemos o comiencen los desórdenes. Mientras conversábamos, Mateo de la nada nos preguntó por nuestros nombres, Rankura, Licarayen, Llanquiray y Llanka, a qué se debía nuestros nombres tan extraños. Rankura le contestó que eran de origen mapuche. Yo le conté, que mi abuelo materno es mapuche y para conservar raíces por tradición de familia los integrantes debíamos tener nombres mapuche en vez de huinka. A partir de la conversación, me dice Mateo -ahora sé por qué sales con esas palabras extrañas que nunca te entiendo-. Yo le digo, que esas palabras extrañas es mapuzungún y las aprendo por mi abuelo. Al final, nos fuimos hablando todo el camino sobre mi abuelo y mis raíces de la familia Marileo.

Al llegar al lugar de la convocatoria, hay mucha gente con carteles, lienzos y banderas, también tienen silbatos y bombos. Buscamos al grupo del liceo entre la multitud de profesores y estudiantes. De repente a lo lejos le gritan – ¡Rankura! Y mi hermano responde – ¡Ian!, se dirige a su amigo y compañero de curso, nosotros lo seguimos.

-Ey viniste de niñero- le dice a Rankura.

-¿Qué te pasa?- le digo con mucha molestia.

-Chiquitita más respeto con tus mayores - me dice Ian.

Encuentro de espíritusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora