Capítulo 13

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Espero que disfruten de este capítulo y que se sigan enamorando de esta historia cada vez un poco más. Gracias por tanto cariño siempre 🧡

Me atrevo a decir que este capítulo es la antesala a una nueva montaña rusa 😅

Y, perdón si hay algún error porque estoy con bastante trabajo y no he podido revisarlo. Pero, no quería dejarlos sin actualizar así que, sepan entender.

Que lo disfruten. Puede que encuentren algunos déja vùs 😏

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Álvaro cerró el diario y se quitó las gafas. Era temprano y comenzaba a amanecer mientras el color naranja del sol coqueteaba con el azul del cielo pidiéndole permiso para brillar más intensamente.

Movió la cabeza a un lado y dejó que la mirada cayera sobre lo que parecía ser la visión más soñada y hermosa haciendo que la belleza del cielo quedara en segundo plano. Itziar dormía a su lado y aun así sonreía con los ojos cerrados. Solo ella podía hacerlo sonreír así sin saberlo, sin buscarlo, tan solo existiendo en su mundo.

Le quitó un delgado cabello que le estaba acariciando el rostro y ella se quejó entre sueños. Aquello lo hizo sonreír nuevamente. Conocía sus sonidos, sus jadeos, sus gemidos, pero también sus quejas y esta era una de ellas con la que le pedía que la dejara dormir un poco más. Quitó la mano de su rostro y tan solo la contempló como se contempla una obra de arte en un museo. Sin tocarla, sin perturbarla. Tan solo viviéndola.

Siempre que la veía así quedaba extasiado por su belleza. Cada vez un poco más porque no era novedad que era realmente hermosa, pero su belleza nunca dejaba de sorprenderlo sin importar los años que llevaba despertándose junto a ella.

Volvió a observar el diario frente a él sobre las sábanas y recordó las palabras de Sergio estando en la cama con Raquel. No estaba seguro de cómo era su musa en cuanto a apariencia, a pesar de que Sergio le había dicho que era hermosa, pero aún sin conocerla, debía disentir con su maestro porque nadie podía ser tan hermosa como su Itzi.

La observó algunos segundos más y suspiró. A diferencia de Raquel, ella seguía allí y él no tenía de qué preocuparse. Sin embargo, aquello no le impedía empatizar con Sergio y la manera en que se había sentido aquella mañana cuando se encontró sin ella.

Podía imaginar perfectamente el miedo que había sentido al despertarse y no verla a su lado y la ansiedad que había tenido y que lo habían llevado a hacer lo que había hecho en la playa aquella mañana.

Plantó un dulce beso en los labios de Itziar y observó la manera en que la sonrisa de su mujer se extendía por todo su rostro sin necesidad de abrir los ojos porque aún dormida, sabía que era él quien la estaba besando como todos los días. Cubrió su cuerpo suavemente con las sábanas y abandonó la cama con mucho cuidado sin despertarla.

Observó la ropa de la noche anterior desparramada sobre el suelo y recordó la manera en que se había perdido en el escote de aquel vestido negro con el que lo había provocado durante toda la cena. Cogió unos pantalones blancos y una camisa azul de interior de la maleta, el móvil, las gafas y lo más imprescindible en el último tiempo, el diario de aquella semana.

Salió de la habitación haciendo el menor ruido posible y caminó lentamente por el hotel tomándose su tiempo para imaginar en cada rincón lo que podría haber sido el comienzo de aquella historia de amor entre Sergio y Raquel.

No estaba seguro de cómo se veía todo veinte años atrás, pero tenía la absoluta certeza de que había sido un lugar muy especial para los dos. Ahora se preguntaba si a medida que leyera los diarios, Almería volvería a aparecer en la historia como había sucedido con él y con Itziar en este viaje después de tantos años.

Behind The Summer WineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora