Capítulo 14

2.6K 78 227
                                    

✍🏻

Estoy con bastante trabajo y es por eso que no pude actualizar la semana pasada y no pude contestar los mensajes, pero créanme que los leí todos y los amé. Gracias siempre por hacerme saber lo que les gusta de esta historia  🥰🙏🏻🤍

Espero que tengan ganas de seguir enamorándose X2 y que disfruten mucho de este capítulo que viene... cargadito de muchas cosas 🔥💓

P.D. Imaginen la foto de portada, pero de noche porque no encontré una foto así, jaja

✍🏻

Dicen que el deseo es algo que se quiere mucho, muchísimo. Es algo que no se ve, pero se siente y si se cumple, puede ser tangible como una cosa o intangible como un sueño, o hasta una fantasía. Es algo que se anhela con todo el ser y en ocasiones está asociado o a mirar al cielo y cerrar los ojos o a soplar velas en los cumpleaños.

Se podría decir que aquella es la acepción más inocente. Una que todos conocemos porque al menos una vez al día deseamos algo con todas nuestras fuerzas y cerramos los ojos esperando abrirlos para encontrarnos con que el deseo que pedimos ya es un hecho.

Sí, es la acepción más tradicional, pero no es la única. Existe otra que es mucho más que peligrosa. Es un deseo silencioso, pero mucho más intenso para el que no se necesita hablar en voz alta ni ver el cielo ni soplar una vela.

Es la clase de deseo que responde a un cosquilleo que se cuela entre la piel y los huesos y aflora como una especie de fuego en el interior de una persona cuando quiere mucho, muchísimo a otra. Es el deseo que tiene que ver con la carne, con la atracción, con la necesidad de sentir el cuerpo de alguien más con la intención de adueñarse de su piel, de su olor, de su pasión y hasta de su voz si eso significa escuchar el nombre de aquel que desea en los labios de ese alguien que se quiere mucho. Muchísimo.

No. Que se quiere, no. Que se desea más que nada en este mundo.

Abrió los ojos mientras se besaban y supo que él era la viva representación de aquel deseo del que le advertía su mente. Un deseo que jamás había sentido antes y que ahora lo sentía moviéndose en el cuerpo como la sangre entrando en ebullición debajo de la piel. Lo sentía en las plantas de los pies, en las yemas de los dedos, en las puntas del cabello, en los labios afiebrados mientras lo besaba como si quisiera quedarse sin aliento para morir en sus labios.

Sí, definitivamente era deseo, pero de la clase más peligrosa que se te queda en la piel y no se acaba cuando alcanzas lo que quieres porque solo puedes querer más.

Y, aquella noche era la prueba de que aquello era verdad.

Sabía que podría haberlo evitado si hubiera querido. Podría haber sido más firme al alejarlo, podría hasta haber gritado para que él tuviera que irse de allí o simplemente huir nuevamente de él. Podría haber hecho tantas cosas, reaccionado tan diferente y de tantas maneras, pero el problema era que su corazón no se lo había permitido. Y, ahora quería más y por eso se estaba dejando llevar mientras se perdía en aquel beso con el que le estaba enseñando que el deseo era algo maravilloso, pero por demás, adictivo.

Comenzaron a sentirse lentamente, tan solo disfrutándose sin prisa. Él deslizó los labios por su cuello y ella hizo lo mismo con las manos por su espalda imprimiendo caricias como si estuviera leyendo en braille su libro favorito. Volvieron a besarse, pero esta vez con mucha más intensidad. Sus labios estaban agotados y sus cuerpos comenzaban a rozarse con más fuerza entrando en calor con ganas de más.

Behind The Summer WineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora