|¿Thomas?|
Caroline
Cada vez me adentraba más al túnel, sentía una sensación extraña, miraba con curiosidad. Los colores brillantes y llamativos lograban marearme, pero seguí hasta llegar al otro lado.
Abrí la puerta. Para mi sorpresa estaba en la misma casa, por un momento pensé que había dado la vuelta llegando al mismo lugar, pero no.
El ambiente era diferente, todo estaba ordenado, habia más color. Me acerqué hacía la pintura que estaba ahí, era la misma que estaba en casa, la única diferencia es que ahora el niño se veía feliz.
Un olor agradable llenó por completo mis fosas nasales, seguí el olor hasta la cocina.
Llegué encontrándome con Thomas de espaldas, miré curiosa y lo llamé.
- ¿Thomas? ¿Qué haces aquí? -El chico rubio volteó. Me miró y sonrió peculiarmente, logrando hacerme sentir incómoda.
Pues, se veía raro. Sus ojos ahora eran botones, se veía muy feliz, algo que me pareció muy raro. Él siempre estaba serio o estresado.
Lo miré atónita, quería una explicación de esto. Claro que la quería.
- Hola, nena. -dijo el rubio mirándome con esos botones negros.- que bueno que llegas, estaba esperándote.
Thomas se acerca a mí. Corta la distancia y me besa.
No pude corresponderle, estaba asustada. Él se veía más alto, su cabello un poco desordenado, sus ojos de botón brillaban demasiado, llevaba puesto un smoking morado con rayas negras, haciéndolo ver muy elegante pero a la vez muy extraño, no es algo que él usaría. Pues siempre llevaba bata y pantuflas.
- Oye, espera. -lo alejé un poco de mí.- tú no puedes ser mi esposo, mi esposo no tiene unos bo...bo -tartamudeo.
- ¿botones? ¿te gustan? -dice el rubio tocando sus ojos de botón.- soy tu otro esposo, tontita.
Lo miro confundida.
- Vamos, nena. Siéntate es hora de cenar, además tengo un regalo para ti. -se aleja de mí y sale de la cocina.
Ahí estábamos, sentados en la gran mesa.
Había todo un festín, todo se veía delicioso.Agarré un pedazo de pechuga de pollo y la coloqué en mi plato, seguí así hasta llenar mi plato con todo tipo de comida.
Thomas me miraba sonriente. Pues estaba más enfocado en mí que en su comida, no fue capáz de probar un solo bocado de la rica cena.
- Esto está delicioso, ¿cómo lo hiciste? -dije comiendo con ganas.
- Tengo trucos bajo la manga -me miró aún más sonriente. - ¿te encanta o no?
- Claro que sí -dije devolviendo la sonrisa. -¿tienes aderezo?
- Aquí viene el tren del aderezo. Chu, chu. -dijo el rubio riendo.
El aderezo llegaba en un tren de juguete, sirviéndome así. Me parecía bastante divertido todo.
Empecé a comer otra vez, con la boca totalmente llena tragué con dificultad.
Sentía demasiada sed.- Tengo mucha sed. -dije.
Thomas asintió y sonrió de inmediato.
Una lámpara araña en el techo nos iluminaba, la misma empezó a bajar con diferentes sabores de jugo.- ¿Cuál prefieres? -preguntó thomas.
- No lo sé, ¿mango? -dije sonriente.
La lámpara comenzó a girar así llenando mi vaso con jugo de mango.
Rápidamente empecé a tomar del vaso cerrando mis ojos extasiada.En el momento en el que abrí mis ojos, dejé a un lado el vaso ya vacío, me di cuenta de que mi plato de comida ya no estaba, ahora se encontraba un apetecible pastel que decía "Bienvenida a casa"
- ¿Casa? -pregunté un tanto confundida.
- Te esperaba, caroline. -dijo el rubio mirándome fijamente.
- ¿A mí? -dije.
- Por supuesto. No sería lo mismo sin ti, nena. -dijo thomas sonriendo cálidamente.
- No sabía que tenía otro esposo.
- Claro que lo tienes, todo el mundo lo tiene. -dijo el rubio muy cínico.
- ¿En serio? -pregunté extrañada.
- Ajá. -contestó el rubio.- en cuánto acabes tu cena quiero que pasemos tiempo juntos. -dijo él haciendo que me sienta incómoda por su expresión.
- Me encantaría, pero debo volver a casa junto a mi otro esposo. -dije levantándome.
- Pero yo soy tu otro esposo. -dijo thomas imitando mi acción.
- Hablo de mi otro, otro esposo. -dije nerviosa.- esposo número uno. -el rubio se acerca a mí haciéndome sentir pequeña ante su mirada.- es hora de ir a dormir.
- Desde luego, está lista nuestra cama. -toma mi mano con cuidado haciendo que siga sus pasos.
[...]
Llegamos a la habitación, era extremadamente hermosa, había una cama matrimonial, estaba más iluminada, no habían grietas, habían colores llamativos, ropa, accesorios, todo lo que yo soñaba.
Mis muñecas coleccionables parecían tener algún tipo de magia, todas empezaron a saludarme y a mirarme con felicidad, ¿acaso esto era un sueño?
Era imposible lo que estaba pasando.
Mis muñecas parecían tener vida propia, yo tenía mi boca abierta en forma de asombro, no podía creer lo que estaba viendo.- Hola, caroline. -dijo una.
-¿Qué cuentas, linda? -dijo otra.
- Hola... -respondí con asombro.
Me senté en la gigante cama, Thomas hizo lo mismo riendo por mis expresiones.
- Thomas, esto es increíble -dije bostezando.
-Lo sé. Ahora ponte cómoda. -me empujó suavemente haciendo que caiga en la cama.
Me acomodé, y él hizo lo mismo.
Se acostó a mi lado, me agarró de la cintura y me atrajo a él. El rubio dio un chasquido haciendo que las luces se apagaran. Dormí plácidamente sobre su pecho sintiéndome protegida.Sin tener idea de que las cosas no eran como yo pensaba...
No estaba segura en ese lugar...
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Black bottons. | Thomas Brodie-Sangster
Fantasy› Caroline y Thomas, una pareja de casados llegan directo a su trampa. El palacio rosa. Al mudarse a su nuevo hogar, ella descubre una pequeña puerta escondida en su casa. Cansada de intentar llamar la atención de su esposo constantemente, encuentra...