-Capítulo 7

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                            |Gato|

                           Caroline

Como de costumbre me levanté, miré a mi al rededor y suspiré. Estaba ahí otra vez, en ese horrible lugar.

Thomas estaba dormido a mi lado. Se veía precioso, tenía sus labios entre abiertos, su cabello despeinado, sus mejillas sonrojadas y se encontraba sin camisa.

Sonreí para mis adentros. Me levanté cuidadosamente de la cama aunque fue inútil ya que esta rechino haciendo que Thomas se moviera.

Me quedé estática unos segundos y al ver que no se había levantado, volví a moverme hasta tocar el suelo con mis pies. Me acerqué a la puerta que se encontraba junta y me puse en cuclillas.

Habían pequeñas migajas del queso cheddar que dejé ayer por la noche para los ratones. Mordí mi labio inferior tratando de controlar la emoción que sentía.

Bajé corriendo por las escaleras hasta llegar a la puerta secreta, me tiré al piso y traté de abrir la puerta. Intenté varias veces pero simplemente no me dejaba, era imposible abrirla.

Me decepcioné por un instante, pero algo dentro de mí decía que todo era real.

[...]

- Como te decía, habían calabazas con formas de animales y flores silvestres -dije con entusiasmo.-  y arriba vi un circo verdadero de ratones, no como el del chiflado de nuestra casa.

Thomas manejaba irritado, parecía no estar escuchandome pero mi emoción no dejaba que me callara.

- No creo que esté chiflado, solo parece que es alcohólico. -dijo Thomas con su vista en el camino.- en fin, llegamos.

Bajamos y entramos a la tienda de ropa. Thomas se iría a su viaje laboral en pocos días, debía llevar ropa decente. Además habían algunas ofertas, trajes a mitad de precio. No podíamos darnos el lujo de gastar tanto dinero.

Esperaba a Thomas en una esquina del local, mientras el trataba de regatear más los precios en oferta.
Miré a un costado y vi una mesa con distintos diseños de guantes. Tomé el par que llamó más mi atención y me los coloqué.

Empecé a desfilar los guantes cerca de la cara de Thomas para llamar su atención.

- Son lindos, ¿verdad? -dije mirándolo.

Él seguía viendo los precios de la pila de sacos sin prestarme atención.

- Thomas, ¿no te parecen lindos? -seguí insistiendo.

- Devuelvelos. -dijo el rubio un tanto enojado.

- Per... -me vi interrumpida.

- Devuelvelos. -repitió con un tono más alto.

Lo miré triste y devolví los guantes a su lugar.
No podía hacer nada, vivíamos de su dinero, le pagaban "bien" pero seguía siendo insuficiente.

Me acerqué de nuevo a su lado.
- Mi otro esposo me los compraría. -dije susurrando.

- Pues que te compre todo él. -dijo Thomas alejándose de mí.

La verdad no pensé en lo que dije, y no fue lo suficientemente bajo. Él me había escuchado, y eso me hizo sentir aún peor.

 Él me había escuchado, y eso me hizo sentir aún peor

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Black bottons. | Thomas Brodie-Sangster Donde viven las historias. Descúbrelo ahora