-Capítulo 11

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                             |Final|

                             Thomas

Había llegado a casa después de dos semanas. Estaba preocupado por Caroline, ella no se había dignado a responder mis llamadas. Sabía que estaba enojada, la había dejado sola por mi trabajo, otra vez.

Venía con buenas intenciones, llevaba unas rosas para ella, le daría la sorpresa de que había pedido vacaciones para pasar tiempo juntos.

Entré a casa emocionado, fui en busca de mi chica. Llegué al salón y lo que vi fue lo peor del mundo.

Mis piernas temblaron, todo mi cuerpo empezó a temblar. Las flores cayeron al suelo. Caminé lento hasta ella e imité su posición.

Y ahí estaba ella. Se encontraba de cuclillas frente a la pared, no se movía para nada. Su cuerpo estaba completamente estático.

- ¿Nena? -dije bajito.
Ella volteó dejándome ver la peor escena que haya visto.
Su ropa estaba sucia, su cabello se veía maltratado, su cara... su hermosa cara estaba destruida.

Tenía agujas y palillos de tejer en su mano, todos llenos de sangre. Sus muñecas coleccionables al rededor tenían ojos de botón, que ella misma se había encargado de tejer. Les había cortado la boca y les había hecho una sonrisa de guasón. Pero eso no era lo más temible, si no ella.

Sus ojos ya no estaban ahí, ahora eran botones, ella había cocido botones en sus ojos. Sonrió cuando escuchó mi voz.
La miré aterrorizado aunque ella no pudiera verme, y antes de caer desmayada en mis brazos dijo...

- Bienvenido a casa.

Caroline llevó sus fantasías a otro extremo

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Caroline llevó sus fantasías a otro extremo. Ella también sufría de problemas mentales y nunca estuve ahí para ayudarla. No me preocupé por ella cuando debí.

Después de todo, la había perdido. Ella no logró sobrevivir después de eso. Ahora estaba sólo. Había renunciado a mi trabajo y no tenía más opción que seguir viviendo en el Palacio rosa. La persona que me rentaba no tenía problema de que me quedara viviendo ahí. De hecho era como si le estuviera haciendo un favor.

Todas las noches tenía pesadillas con la imagen de Caroline sonriendo de manera perversa y sangre cayendo por sus ojos, era toda una tortura. Además, acostumbraba ver a un gato negro mirando mi ventana por las noches. Incluso a veces lo encontraba dentro de casa. Sentado en el mismo lugar en donde había encontrado a Caroline.

El Sr. Bobinsky siempre trataba de evadirme. No me dirigía la palabra.
Las señoritas Spink y Forcible hicieron lo mismo. Ninguno de ellos trató de apoyarme. Jamás entendí el porqué.

Ahora vivo aquí sólo, tratando de no caer en la locura. Me la paso acostado en el sofá, fumando cigarrillos.
Arrepintiendome de todo. Y con grandes deseos de dejar este mundo cruel.

Porque nunca supe ni podré saber qué era lo que pasaba por la cabeza de la persona que amaba.

Fin...











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Black bottons. | Thomas Brodie-Sangster Donde viven las historias. Descúbrelo ahora