veintitrés

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Sasuke

Acababa de dejarlos en medio de la nada y ya me estaba empezando a preocupar por Naruto.

Me decía a mí mismo que estaría bien, que no había un peligro real todavía. Pero mí consciencia me tomaba desprevenido diciéndome todas las posibilidades que había de que se desatara la guerra y que lo lastimaran, y a Sakura también obviamente.

En medio de mí preocupación, de repente me llegaban recuerdos del beso que nos dimos antes de todo esto y una parte de mí se ponía felíz porque pensaba que él fué el que me besó a mí, pero por otro lado pensaba que, ¿y si todo esto es imaginación mía y él no me siguió el beso y no le gusto?

La verdad prefería preocuparme por lo que estaba sucediendo en el presente y no en esas cosas.

Tal vez estés enamorado solo y después de ese beso solo hayas empeorado todo.

Cállate.

No tengo que hacerle caso a mi consciencia. Siempre lo arruina todo.

Sigo con mi camino en medio de la noche pasando árbol por árbol hasta llegar a mi destino.

Estaba tan oscuro que no se veía casi nada, pero lograba ver a lo lejos una pequeña cueva. A simple vista parecía una cueva con una entrada normal, pero si te acercabas más, se notaba que la oscuridad era solamente un velo.

Entré en la cueva sin hacer ruido. A lo lejos ví una luz, me acerqué más y ahí estaban esas tres personas que ahora necesitaba.

Estaban de espaldas pero ya se habían percatado de su presencia y ninguno de ellos se había dignado a darse la vuelta.

Volteo los ojos fastidiado. Todo yo. Tenía que iniciar la conversación yo mismo.

—¿De verdad no se van a dar la vuelta? —pregunto con mi tono de voz normal.

—Vaya, vaya. Miren quien ha vuelto —formula dramáticamente la pelirroja que tanto me irritaba mientras volteaba a mirarme.

—Tiempo sin verte, Karin —la saludo por pura cortesía.

—¿A ella la saludas y no a mí? —pregunta con un tono "decepcionado" el otro fastidioso.

Pongo los ojos en blanco de nuevo y espero a que se voltee la única persona que me caía bien entre ellos.

Cuando me mira, tenía una expresión de desprecio absoluta. Me lo merecía después de haberlos dejado a su suerte.

—Pensé que Orochimaru estaba muerto. Ya veo que no —digo sin rodeos.

—Dinos que quieres, Sasuke —habla la pelirroja.

Oh. Como que sí les dolió lo de haberlos abandonado.

—Necesito su ayuda.

—Pensé que nunca nos lo pedirías —por fin habla Yuugo —. Pero la respuesta es no.

Eso sí que no me lo esperaba.

—¿No? —repito algo incrédulo.

—Antes hubiéramos accedido sin pensarlo —interviene Suigetsu.

—Peeero, después de lo que nos hiciste, la respuesta es un rotundo no —termina Karin acomodándose los lentes.

—Que yo sepa, no les hice nada que pase de lo malo.

—¿No te has dado cuenta? —me pregunta el de cabello naranja.

—¿De? —pregunto sin interés. Si no iban a querer cooperar, me iría.

—¡De que ahora somos parte de Akatsuki! —exclama Suigetsu.

—¿Qué? —pregunto estupefacto.

Karin se pasa la mano por toda la cara exasperada.

—Este idiota —murmura.

—No era eso —dice Yuugo con la cabeza baja —. Pero como ya lo sabes, no podemos hacer nada al respecto. Pero eso una de las razones por las que no queremos nada contigo.

—Sabemos que volviste a Konoha. Pobre Sasuke-kun, sabes que cuando esto acabe, si sigues vivo te tendrán encarcelado por un tiempo por los crímenes que has cometido.

Claro que lo sabía, pero eso era otro tema.

—Si están a Akatsuki —cambio el tema —, eso quiere decir que saben sus planes.

O eso supongo yo.

—Estás equivocado. Sólo sabemos nuestros planes —dice Suigetsu haciendo un énfasis.

—Bueno. Como no me van a ayudar, me tendré que retirar. No los voy a extrañar, cuerda de inútiles —me despido con voz fría.

Me doy la vuelta con todos mirándome y empiezo a caminar.

Mientras camino doy un paso a la derecha y en ese segundo, tres kunais impactan con la pared de piedra y caen al suelo al no poder enterrarse en esa superficie.

Me giro hacia ellos de nuevo pero con el Sharingan en mis ojos, dándoles una advertencia.

Pero ninguno de ellos tres había sido. Fué... Otra persona.

Un hombre alto, vestido de negro con nubes rojas y una máscara que sólo dejaba ver uno de sus ojos, el cuál me miraba con una intensidad aterradora.

Lo miré de la misma manera, sin intimidarme ni un poco.

—Sasuke —pronuncia mi nombre con un tono gélido —. Uchiha Sasuke —lo repite.

—¿Necesito saber tu nombre o no eres alguien de importancia? —pregunto impertinente.

Las otras tres personas que habían en la habitación se escandalizaron por tal pregunta pero no me importó. Volví mi mirada hacia él y seguía de igual manera. Pero sólo constó de un parpadeo cuando tenía su cara a escasos centímetros de la mía. Nunca había visto un ojo tan aterrador en mi vida que me mirara con tanta intensidad.

Juro que casi me asusté. Casi.

Era obvio que no era una persona normal. Tenía un chakra gigantesco. Más grande que el mío.

¿El Akatsuki más fuerte? Dudo que sea más de lo que fué mi hermano.

Itachi...

No. No tenía que pensar en él ahora.

—Veo que aún no posees el Mangekyo Sharingan —dice con la voz más aguda —. Entonces no eres tan fuerte como te creí —finaliza echándose hacia atrás y obteniendo una pose tranquila.

—¿Cómo dices? —pregunto con el ceño fruncido.

—Te digo que no eres tan fuerte como lo fué Itachi. Hasta das pena —dijo con una risa.

Una furia se expande por todas mis venas. No me enojaba casi la parte de la fuerza. Me enojaba que hablaré de Itachi con normalidad.

—Como te atreves. Dime, ¿quién eres? —pregunto gritando.

—Lo averiguarás pronto —eso fué lo último que me dijo antes de desaparecer en un remolino.

Seguía agitado hasta después de que se fuera.

Los miro a los tres y parecían impactados.

—¿Qué les sucede? ¿Quién es él? —pregunto agitado.

—También quisiéramos saberlo —dijo Karin.

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YOU'RE FALLING IN LOVE || SASUNARUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora