𝐒𝐭𝐮𝐩𝐢𝐝 𝐛𝐨𝐲┆ Tom kaulitz +18

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"Quédate conmigo"

+18

Podía sentir la masculinidad de Tom chocando contra mi entrada cubierta por el short, haciendo que inevitablemente mi ropa interior comenzara a mojarse.

Mientras Tom seguía ocupado con en mis pechos, mis manos comenzaron a bajar acariciando todo su cuerpo, sus trabajados hombros, brazos, pectorales y parte de su abdomen. Desabroché sus anchos pantalones y los bajé por completo dejando libre su palpitante erección tan necesitada de atención.

Comencé a masturbarlo con mi mano y este se sobresaltó al instante, dejando su tan importante tarea con mis senos, pues poco a poco se dejaba sumergir en su propio placer.

Subí y bajé mi mano, bombeando a mi antojo y manchando mi mano con su líquido preseminal.

—Carajo.— gruñó cuando decidí masturbarlo más rápido, esparciendo su líquido preseminal desde su glande hasta la base.

El buscaba mis labios con desesperación como última opción para mantenerse callado, gustosa acepté sus labios los cuales me atraparon en un fogoso beso.

Sentí sus fuertes manos bajar mi short junto con mi ropa interior por lo que alcé un poco mis caderas para facilitarle las cosas.

Abrió más mis piernas una vez que se deshizo de mis últimas prendas de ropa y restregó su masculinidad entre mis pliegues, sonrió cínico antes de embestirme con fuerza sin previo aviso.

Sentía que desgarrada mi útero y mis pechos chocaban con cada estocada. A este punto comenzaba a arrepentirme de esto. Gemía descontrolada mientras mordía los labios de Tom y pequeñas lágrimas placenteras comenzaban a asomarse por mis ojos.

Con sus dedos jugaba con mi clítoris, hacia círculos y frotaba de formas aleatorias, pero en ningún momento sus estocadas dejaron de ser fuertes y prescisas.

se aferraba a mi cintura con su mano libre mientras embestía y escuchaba mis lamentos pidiendo más de él.

Cada embestida que daba resonaba en la habitación cada vez más fuerte y sentía sus testículos hacer impacto contra mis glúteos cada vez que entraba y volvía a salir de mi con fuerza.

El sudor chorreaba de su frente como estuviese practicando un ejercicio jodidamente difícil y por mi parte estaba igual, mi cuerpo sudaba cada vez más.

Mis límites llegaron cuando lo ví con los labios entreabiertos gruñendo y soltando maldiciones al aire.

Sabía que Tom también había llegado a su propio límite cuando sus movimientos fueron haciéndose más descuidados y a duras penas lograba coordinar.

Seguía embistiendo con fuerza y yo sentía como mis paredes comenzaban a contraerse a su alrededor y su hombría palpiba en mi interior.

Mi abdomen se contrajo cuando y yo lloriqueaba descontroladamente,  pero en cambio Tom no era bondadoso con sus embestidas y cada vez bombeaba más rápido en mi interior.

Dió unas pocas embestidas más y mi orgasmo finalmente llegó al mismo tiempo que el de Tom, quien ni dudó en llenar mi interior con su semen caliente.