Chapter Thirteen: Expreso de Hogwarts

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Verano, agosto, 1971.

Desde la ventana del tren, sus ojos se clavaron en el espacio donde sus padres habían desaparecido. Todo el andén estaba lleno de familias que aún se despedían, con abrazos fuertes, risas, lágrimas y palabras de aliento. Por el contrario, su compartimiento seguía vacío, y un miedo sutil, casi absurdo, se alojó en su pecho. ¿Qué tal si nadie venía? ¿Tenía que pasar el trayecto solo? Se debatió unos segundos si debería abrir la puerta e invitar a alguien a sentarse junto a él. No, mejor no. Solo le preguntarían porque estaba tan solo ¿Por qué no había nadie que lo despidiera? ¿Acaso no tenía familia?

Su mirada volvió a dirigirse al andén y deseó desesperadamente que el tren partiera de una vez, que lo alejara de aquella escena que parecía restregarle en la cara lo que le faltaba ¿Qué se sentiría tener algo así? La idea le arrancó una sonrisa burlona, amarga. ¿Quién necesita eso?, pensó, con una mezcla de desprecio y resignación que lo hizo apartar la vista. Frustrado, se dejó caer en el asiento junto a la puerta, cerrando los ojos un momento, intentando ahogar ese sentimiento de soledad que nunca parecía callarse.

 Frustrado, se dejó caer en el asiento junto a la puerta, cerrando los ojos un momento, intentando ahogar ese sentimiento de soledad que nunca parecía callarse

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Se imaginó a su prima Andrómeda escondida entre el tumulto del andén, despidiéndose de él en silencio. Sería bonito... si eso no implicara el peligro de encontrarse con sus padres o sus hermanas. Al pensarlo, la imagen se hizo dolorosamente real: ella, oculta tras una columna, con la mirada triste y esa media sonrisa que a veces compartían en medio de la cena cuando nadie los veía.

Recordó su última visita al número 12 de Grimmauld Place, solo unos días después de regresar de Hogwarts. Andrómeda no le había contado nada concreto, pero las señales habían estado allí. Había algo en ella, como una melancolía que la envolvía y hacía temblar su voz mientras le relataba su último año en la escuela. Él había intuido que escondía algo, pero en ese momento no supo comprenderlo.

Todas las noches sus palabras volvían a su mente, como un enigma que necesitaba resolver, buscando entre ellas una razón, una pista que le explicara por qué no se había atrevido a confiarle la verdad. Después de la boda de Bellatrix, Andrómeda nunca volvió a mencionar al muchacho que, una tarde detrás del bosque, le había regalado una rosa. ¿Había pensado que él también la repudiaría por amar a un Muggleborn?

HOGWARTS 70'S - LAS AVENTURAS DE LOS MERODEADORES | HEADCANONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora