¿Qué harías si tu mundo comenzara a oscurecerse, justo cuando todo parecía perfecto?
En Hogwarts 70, cuatro amigos marcaron una época.
James Potter, el líder valiente, audaz y testarudo, enfrenta el desafío de no solo probar que es un mago talentos...
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Cokeworth, Inglaterra.
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Primavera, mayo, 1969.
Aquella primavera había sido perfecta. Los narcisos amarillos y blancos florecían con alegría a lo largo del sendero del parque, brindando su último estallido de color antes de que la estación llegara a su fin.
El aire fresco estaba impregnado de su fragancia dulce, creando un oasis de belleza en medio de la ajetreada Cokeworth, donde las fábricas de ladrillo y chimeneas humeantes dominaban el horizonte. Allí, entre los árboles y las flores, la ciudad parecía contener su aliento ante la serenidad del parque. A pesar del buen tiempo, solo dos niñas jugaban aquel día.
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Ambas eran hermanas y, al tener edades cercanas, mantenían una relación muy cercana. Iban a la misma escuela pública, aunque en grados distintos.
Eran las hijas de un feliz matrimonio de clase media que se había asentado en Cokeworth, donde el señor Evans trabajaba como supervisor en una de las plantas industriales. Su empleo les permitía llevar una vida cómoda, aunque modesta.
Los Evans eran amorosos y amables, rara vez discutían; y cuando lo hacían, era por temas como la posibilidad de enviar a sus hijas a una pequeña escuela privada en la ciudad. Un lujo que no muchas familias de clase media-media podían permitirse en aquella grisácea y ruidosa ciudad industrial.
