—¿Esto es necesario? —preguntó Diarmuid mientras alzaba los brazos para probar su punto, un montón de bolsas colgaban de ellos.
—Es una exhibición de ganado disfrazada de ceremonia de gala. —Encogió los hombros—. Así que sí, es necesario que vistas con traje.
Lo escuchó bufar a un costado y sonrió. Encontraba tan aburrido como él buscar trajes y vestidos para la fiesta. Sin embargo, ya que había rehusado la idea de emplear a los de los sastres de los Von Lovenberg, no le quedaba de otra. La próxima vez lo pensaría dos veces. Avanzaron al estacionamiento, era hora de volver a casa. Colocaron las bolsas en la parte trasera del auto y la nigromante subió al asiento del piloto, el lancero se acomodó a su lado.
—No sé dónde vives —dijo apenada al tiempo en que encendía el auto—, deberás guiarme.
—Sabes que puedo ir y venir en un parpadeo.
Lo sabía, pero no quería separarse de Diarmuid. Además, era tiempo de que supiera más de él, debía ser responsable y conocer cómo se las arreglaba en ese mundo. Hacerse la ciega era una forma de evadir las consecuencias de sus actos. Tuvo un acceso de remordimiento. El vínculo que los ataba debía ser bilateral y no lo era, pues mientras el lancero podía recitar de memoria la rutina de la nigromante, sus gestos y manías, ella ignoraba hasta su color favorito.
—Iremos a tu casa —repitió, esta vez no estaba dispuesta a ceder.
El lacero asintió y entonces le indicó como llegar.
No se esperaba nada ostentoso, distinguía que sus gustos se alejaban de lo brillante y reluciente, pero tampoco imaginó que el lugar solo tuviera una cama, una mesita y un pequeño buró. Era un sitio gris y sin vida. Sin duda el lugar más deslucido para vivir, como si no hubiera encontrado algo peor.
Nuevamente, la culpa la invadió. Él debería estar morando con ella en la mansión y disfrutando de todos los servicios a los que tenía acceso. ¿Qué clase de nigromante era? Su trabajo no solo era dotar maná.
—Lo lamento —se disculpó.
—Estoy bien. —Una clara indiferencia se marcó en su tono.
Arrugó el entrecejo mientras giraba para encararlo. No lograba concebir qué era lo que hacía que se sintiera un réprobo. Había sido tan cordial, amable y leal hasta entonces que, difícilmente podía imaginarlo como algo distinto. Deseó poder leer su mente. El lancero se culpaba de algo que escapaba a su comprensión y, cómo no iba a hacerlo, si no habían tenido una conversación alejada de asesinatos y venganzas.
—Esto es mucho más de lo que merezco —prosiguió.
En definitiva, no le gustaba la manera que Diarmuid tenía para consigo mismo. Cada vez que sus palabras se tornaban autoagresivas, el corazón de la nigromante saltaba gimiendo por querer abrazarlo y consolarlo. Por tomarlo y obligarlo a entender que él no era nada de lo que decía, que era una persona hermosa y generosa.
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Hada de Sombras [Almas Siniestras I]
FantasyRaphaella es una nigromante que debe sobrevivir a una prueba a muerte mientras lidia con un asesino serial al que ha liberado. *** Raphaella Marlowe sabe que no tendrá mucho futuro en el mundo de la magia si no logra sobrevivir a la Prueba de Sangr...