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[Contenido +18]

El peliverde empezó lento. Ambos estaban completamente desnudos y a disposición del otro; el peliverde arriba y el rubio debajo de él que tanteaba poco a poco con caricias por todo el pecho del otro.

Muy en el fondo el peliverde ansiaba saltarse el preámbulo y complacer al rubio cómo tantas noches atrás lo había hecho gritar por más. Pero está vez no, está vez decidió ir lento.

Los besos siguieron y las caricias suplicaban más contacto.

No tuvo que esperar mucho para que el rubio tomara la iniciativa del primer movimiento. Si, desde que lo conocía, sabía que el rubio no era la persona más complaciente o sumisa.

Le gustaba ser parte de la acción y el primero en complacer sus propios deseos. Por ello, lo complació cuando el rubio dió indicios de querer cambiar de posiciones, el peliverde debajo y el rubio arriba, porque sí, él siempre iba arriba.

El rubio se aventuró a atacar el cuello del peliverde, dónde besaba y mordisqueaba insistentemente toda la extención de su cuerpo, y Zoro suspiraba, le causaba escalofríos y choques eléctricos cada que el rubio decidía dar mordidas más profundas, o simplemente dulces besos donde, inconscientemente, reconocía que era su debilidad.

Zoro decidió sentarse en la cama y colocar al rubio sobre su cadera, necesitaba ese contacto. Y le deleitó la miraba que le dedicó el rubio; hambrienta, dominante.

Lo sabía perfectamente, esa era su posición favorita.

El rubio lo miró directamente unos segundos, y pasó los largos dedos por aquel cabello verde, parecía querer entender todas las sensaciones que empezaban a abrumarlo.

—Te quiero dentro— demandó al tiempo que conducía la mano del peliverde a su cintura.

No tardó en responder y acató la demanda buscando introducir un dedo en la entrada del otro al tiempo que lo besaba.

Comenzó lento, acallando los suaves suspiros que soltaba entre besos. No pasó mucho para que se aventurara a meter otro y escucharlo gemir al tocar aquel punto que le hacía delirar al rubio.

El otro pareció sorprenderle demasiado, tanto que detuvo el beso y se alejó un poco mirando al peliverde tratando de buscar respuesta. El otro sólo le dió una pequeña sonrisa y se deleitó nuevamente al volver a tocar aquel punto y ver cómo el rubio temblaba y se dejaba llevar por aquel extraño pero placentero sentimiento.

La introducción de sus dedos comenzaba a aumentar el volumen de los suspiros y gemidos del otro, que cuando llegó al dedo número tres no pudo evitar dejar escapar una súplica ahogada en placer.

—Ahh~ te quiero dentro... te necesito ya... Marimo...

Zoro se detuvo, está completamente inmóvil, incluso su respiración se cortó, llamando la atención del rubio.

—Cómo... ¿cómo dijistes?...

El rubio pareció recapacitar lo dicho, y sonrió de forma gatuna al tiempo que se acercaba a los labios del otro, susurrando bajo.

—Te quiero ahora, Marimo...

Toda cordura que se había obligado a tener el peliverde había desaparecido completamente con los dicho. Por fin, después de tanto tiempo el rubio lo había recordado. La emoción lo sobrepasó y nació de él la necesidad de mostrarle cuanto lo había necesitado, cuanto lo había deseado, cuánto lo había extrañado y cuánto lo había esperado.

Tomó al rubio de su cadera y lo posicionó en su erección. No podía esperar más, ya había esperado suficiente. Se introdujo en el rubio lo más delicado posible, al menos lo que su emoción y ansias le permitieron, escuchando los esperados gemidos del molestia del otro. Y se mantuvo quiero, no quería presionar al otro, y fue paciente.

Al rubio le tomó unas cuantas respiraciones calmarse y que aminorara la molestia. Poco a poco empezó a mover su cadera, explorando y experimentando las sensaciones que le provocaba el ser penetrado por un hombre. Le era extraño que su cuerpo empezará a moverse más rápido que su mente, parecía habituado a aquel abrasador y abrumador placer. El rubio sonrió para sus adentros, entendió que simplemente debía dejarse llevar.

Zoro se aventuró a marcar el ritmo de las embestidas, tomó la cintura del rubio y aumentó la velocidad. El rubio subió y bajo siguiendo el ritmo marcado, y los gemidos de ambos se acrecentaron.

—No sabes cuánto te extrañé... — habló el peliverde al momento de morder con agresividad el cuello del rubio cuando hecho su cabeza hacía atrás — Ansiaba tenerte nuevamente así — volvió a aumentar la velocidad de las embestidas, escuchando los gemidos de placer del otro — tan mío... solos tu y yo...

— Ahh~, Marimo! Quiero más! ...

Invirtió las posiciones, queriendo quedar arriba del rubio dónde volvió a penetrarlo y moverse con su marcado ritmo anterior.

Aceleró el ritmo de las penetraciones asegurándose de dar justo en el sitio donde aumentaba el placer del otro, quien le brindo aquella deseosa expresión de placer tan obscena y exitante que lo hacía volverse loco.

El rubio mantenía sus manos apretando las sábanas y arqueaba su cuerpo con cada estocada en su interior.

Pero ninguno podría seguir con tal frenético acto, lo sabían. Por eso el peliverde volvió a besar al rubio al momento que ambos llegaban al tan ansiado climax; el rubio entre sus cuerpos y el peliverde en lo más profundo del otro.

Lucharon por llenar sus pulmones con el aire faltante, soltaron al instante risas cansadas.

—Creo... — habló el rubio, quien parecía tener más energía que el otro — creo que por fin lo recordé...















. N U E S T R O S . R E C U E R D O S .

. Z O S A N .

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AnnSowi80

Nuestros Recuerdos [Zosan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora