Un hombre real水
Hay algo que no entiendo.
Bueno, en realidad hay muchas cosas que no entiendo. No soy una persona muy intelectual, ¿Saben?
Tengo muchas dudas, hay tanto que desconozco, tantas preguntas que resuenan en mi mente todo el tiempo, ya sean sobre mí o sobre él mundo en el que vivimos.
Y, sin embargo, hay una pregunta que me agobia más que todas las demás. Puede parecer simple, pero la verdad es que su existencia me carcome, consume mis pensamientos y se los lleva consigo como si de una marea alta se tratase.
Vivimos en un mundo en el que el honor lo es todo, y la identidad a quien se le atribuye. Esa pequeña pregunta ha corroído mi identidad como las olas erosionan el vidrio en el mar.
Una pregunta que a simple vista parece insignificante ha hecho de mi vida un debate. Un debate en el que el único participante soy yo. Y después de tantos años aún no ha terminado.
水
—¿Qué es lo que te convierte en hombre?
El joven de la máscara de zorro me exigió que lo mirara. No necesitaba ver su cara para saberlo; estaba molesto.
—Vuelvo a preguntar, ¿Qué es lo que te hace un hombre, Giyuu?
No hubo respuesta.
—¿Es que no lo sabes? ¿O es que a caso no eres un hombre?
De nuevo, no contesté. Sólo lo miré fijamente. Sentía cómo mi pecho quemaba y las lágrimas amenazaban con salir de mis ojos.
—Yo lo sé —El muchacho se quitó la máscara, revelando una mirada fría, casi violeta, y una extensa cicatriz que recorría su mejilla y que llegaba hasta su boca. — Pero no te lo diré. No aún. Quiero que tú me lo digas.
Entonces el chico, cuyo nombre era Sabito, se me acercó. Yo estaba temblando, con el cuerpo cansado y magullado por el duro entrenamiento que habíamos seguido. Nuestro maestro, Sakonji Urokodaki, era un hombre ya entrado en años, pero eso no lo hacía menos despiadado a la hora de entrarnos.
Mis lágrimas corrían por mis mejillas y no parecía que fueran a cesar. Sabito tomó mi mano y me miró a los ojos, sin sonreir.
—No llores. Tú eres más fuerte que eso. Eres un hombre. Demuéstralo, Giyuu Tomioka — sentenció. — Pelea con honor. ¿Cómo puedes vivir sabiendo que cada vez que intentas hacer algo terminas llorando, derrotado?
Abrí la boca, más no dije absolutamente nada. Sólo escuché un pequeño sollozo salir de mi garganta. Levanté mi mano, temeroso, y cubrí mi rostro ahora empapado de lágrimas. Finalmente, dejé escapar una sola frase coherente:
— Lo siento.
Y Sabito no dijo nada. El sonido de su mano colisionando contra mi mejilla fue lo único que se escuchó por unos segundos.
Llevé delicadamente mi mano a la mejilla que Sabito había golpeado. Lo miré incrédulo, sin atreverme a soltar palabra, pues bien sabía que si lo hacía estallaría en llanto de nuevo, y mi amigo no toleraría eso. Yo era un hombre, y llorar no es lo que un verdadero hombre haría.
—Vamos, di algo. Debería darte vergüenza — Y vaya que si lo hacía. — ¿Dónde está tu honor?
Me encogí de hombros. Otro golpe.
Así era siempre. Cada entrenamiento terminaba conmigo llorando, con un Sabito irritado y un Sakonji Urokodaki replanteándose sus desiciones de vida. Pero eso era lo normal para nosotros, era parte de la rutina y no había nada que hacer al respecto. Así fue la vida entonces.
Sabito, con su espíritu decidido y su talento excepcional, siempre insistía en que debíamos ser hombres valientes y fuertes. Me decía que esa era nuestra responsabilidad como guerreros y como protectores de los débiles. Sus palabras, aunque bien intencionadas, comenzaron a carcomer mi mente y a sembrar dudas en mi corazón.
¿Qué significaba realmente ser hombre? ¿Acaso era solo una cuestión de fuerza y valentía en la batalla? ¿Existía un único molde al que debíamos encajar para ser considerados verdaderos hombres?
¿Acaso mi naturaleza introvertida y mi sensibilidad eran defectos que debían ser corregidos? ¿Era necesario suprimir mi empatía y mi capacidad de conectar emocionalmente con los demás para ser considerado un hombre verdadero?
Estas preguntas resonaban en mi ser, provocando una tormenta de confusión y ansiedad.
Pero lo que más me preguntaba, ¿Era yo acaso menos hombre por no ser tan fuerte ni decidido como el señor Urokodaki? ¿O era tal vez por no ser tan duro con los demás y no tolerar los entrenamientos como Sabito? ¿Tal vez era el hecho de que no tuviera miedo de mostrar mis sentimientos?
No lo sé, pero eso es lo que Sabito pensaba, por lo que yo también lo creí. Y así fue por mucho tiempo.
水
Hola! Tanto tiempo sin escribir me dejó oxidado, pero realmente me inspiré esta vez.
Todos tenemos dudas, al menos yo tengo muchas. Nuestra identidad es una parte crucial en nuestras vidas, y a veces tenemos preguntas que nos hacen cuestionarnos nuestra propia identidad.
¿Qué es lo que hace a un hombre ser un hombre? ¿Cuales son los requisitos que hay que cumplir para ser considerado como tal?
En esta historia, quiero explorar éstos conceptos, expresando mis reflexiones a través de Giyuu Tomioka, un personaje que admiro mucho, y el protagonista de ésta historia.
También es importante aclarar que en éste fanfiction, Giyuu (junto con otros personajes de los que se darán cuenta más adelante) está escrito como una persona autista. No busco representar a todo el espectro, ya que eso es imposible, pero me gustaría incluir detalles que lo hagan ser un personaje en el que mis lectores que están dentro del espectro puedan reflejar sus experiencias.
Ojalá pasen un buen rato leyendo, cuídense mucho, les amo. <3
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La danza del agua y el viento ||Kimetsu no Yaiba fanfic||
FanfictionFanfic Sanegiyuu. Tomo 1. Giyuu Tomioka, un joven espadachín perteneciente a la cofradía de Cazadores de Demonios y pilar de la Respiración del Agua, se da cuenta de algo que, pr decir lo menos le aterra. Detrás de su apariencia tranquila y serena...