▪︎Epílogo▪︎

685 54 32
                                    


Semillas del futuro

Es extraño ¿No?

¿Cuántas veces se habrá repetido esa pregunta en mi historia?

La verdad es que no lo sé, pero en ella he encontrado respuestas, respuestas a las preguntas que tanto me inquietaban y que por fin me dejan dormir en paz.

En poco tiempo mi vida había dado un vuelco importante. No sabía cuánto iba a durar esa felicidad, pero estaba en paz con mi situación.

— No puedo dormir.

Aquí les mentí. Tal vez no siempre podía conciliar el sueño tan fácilmente.

— ¿Yuu? ¿Qué pasa? — Sanemi se dio la media vuelta, frotándose los ojos para verme claramente en la oscuridad de la noche.

— Tengo miedo — expresé, sin una sola expresión en mi rostro. Sanemi suspiró.

— ¿Se puede saber de qué? — Inquirió, con un dejo de preocupación en su mirada.

— El futuro. Tengo miedo de que ésto se acabe — respondí mirando al techo. — Soy feliz ahora, no quiero que ésto termine nunca.

Los ojos color amatista del joven con el que compartía mi futón se posaron sobre mí. Una mano acarició mi mejilla, obligándome a voltear mi mirada hacia él.

— Giyuu — me miró fijamente. — Ahora estamos aquí, eso es lo que importa ¿Sí? — asentí. — Somos cazadores de demonios, podemos morir en cualquier momento, pero te prometo que, mientras viva, nunca te voy a dejar sólo ¿Lo entiendes?

No aparté mi mirada de la suya, intentando procesar sus palabras.

— Lo entiendo. Es sólo que eso es justo lo que me aterra. No quiero perderte — suspiró pesadamente.

— Entonces, si te prometo que voy a vivir ¿Te quedarás tranquilo? — dudé unos segundos, pero asentí. — Bien, entonces te lo prometo, Giyuu. Voy a vivir, viviré por tí ¿Eso te tranquiliza?

Mi corazón dio un vuelco. Miré directamente a sus ojos, sosteniendo su mano cicatrizada fuertemente en la mía.

— Estoy tranquilo — cerré los ojos un instante, acercándome al cuerpo de Sanemi. — ¿Tú lo estás?

— Eso espero — su respuesta me confundió, más no dije nada.

No tardó en quedarse dormido después de eso. Lo miré detenidamente, observando sus blancas pestañas caer delicadamente sobre sus ojos cerrados y sus delgados labios entreabiertos.

Suspiré. No estaba más tranquilo en lo absoluto. Pero tal vez Sanemi tenía razón, tal vez sólo debía disfrutar de ésta felicidad efímera mientras duraba.

Me permití acurrucarme en su pecho, intentando olvidar toda inquietud que pudo haberme agobiado en ese momento. Cerré mis ojos con fuerza, mientras apretaba fuertemente el cuerpo de Sanemi con mis brazos.

Uno de sus brazos, de manera inconsciente, rodeó mis hombros. Ésto me tomó por sorpresa, pero me relajé al instante. Dejé que mi cuerpo entero se destensara, dejándome llevar por el sentimiento de estar ahí, acostado junto a Sanemi en medio de la noche en calma.

La lluvia que anunciaba el inicio del otoño comenzó a caer sobre el tejado de mi finca, creando un sonido relajante que me distrajo de todo pensamiento que pudo haber surcado mi mente en ese instante. El sonido del viento surcando las hojas de los árboles, y el agua que caía ligera sobre la tierra consiguieron finalmente hacerme dormir.

Esa noche soñé con un campo de amapolas. Estaba en calma, todo estaba bien. Cualquier miedo, cualquier incertidumbre no importaba en ese momento, yo estaba en paz. Permití que esa tranquilidad onírica me abrazara y me arrastrara con ella.

En ese campo vi a Sabito, a Tsutako, a mis padres y a Kyojuro. Pero, sobre todos ellos, logré destacar la figura de Sanemi, que se alzaba de manera imponente frente a mí.

Sin decir una palabra, aquella figura del Pilar del Viento me ofreció una mano, la cual acepté, dejando que me llevara hasta lo profundo de aquel campo de amapolas, perdiéndonos en el rojo abrazo de las flores.

Soy Giyuu Tomioka. Mi nombre significa "heroísmo", "lealtad" y "coraje". Soy el Pilar del Agua de la cofradía de Cazadores de de Demonios. Perdí a mis padres y a mi hermana cuando tenía diez años, a mi mejor amigo a los trece, y después la historia se repitió a los veintiuno. Mi cuerpo está lleno de cicatrices, al igual que mi alma, pero ya encontraré la forma de sanar.

Todas esas son verdades indiscutibles, aunque no lo quiera. Pero hay una verdad, una que me costó años comprender y aceptar pero que, finalmente, se hizo paso y echó raíces en mi corazón.

Yo, Giyuu Tomioka, soy un hombre real, así lo crea o no.

Aunque también hay otra certeza, una que en realidad es bastante cruel, pero que lamentablemente es igual de real que las otras, y que debí haber tenido más presente en ese momento.

En los momentos cuando la felicidad se rompe, siempre está el olor a sangre.

Aquí termina el primer tomo.

—————

Ay, no puede ser. Terminé éste fanfic. Necesito una taza de café, una red bull y, tal vez, una caja completa de sertralina.

El siguiente tomo ya está siendo escrito. Gracias por quedarte <3

La danza del agua y el viento ||Kimetsu no Yaiba fanfic||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora