VEINTICUATRO

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Luca

-Alessio, escúchame.

-Estoy harto de escucharte, Luca.

-Por favor, llévame a otro lugar, no volveré a pisar Europa nunca más, déjame en latinoamérica.

Mi hermano se frota la cara con las manos.

-¿Crees que esto lo hago para no tenerte cerca?- me pregunta- Lo hago para que pagues por todos tus crímenes, Luca. Mataste a mis padres, tocaste a mi hermano pequeño y le hiciste sufrir un infierno a mi otro hermano, ¿tienes idea de lo que sufrió Massimo por tu culpa?

-Perdóname, hermano. Por favor, no me dejes en La Isla.

-Nunca te perdonaré, Luca, dañaste a mi familia. Y en vez de arrepentirte, intentaste hacer lo mismo otra vez.

Alessio se pone de pie, rodea mi garganta con su mano.

-Intentaste violar a mi mujer- gruñe- Nadie la toca, cazzo.

-Lo siento, hermano. No volverá a suceder.

-No, no lo hará.

Mi hermano se gira hacia las escaleras.

-¡Alessio no me dejes aquí!- grito.

Los días fueron pasando, luego las semanas. Hasta que noté que el barco se detuvo. Mi cuerpo temblaba, no quería estar en este lugar. Unos pasos suenan en las escaleras. La figura de Alessio y Massimo aparecen ante mí.

-Hermanos- suplico.

Alessio me sujeta mientras Massimo desata las cadenas de las paredes del barco. Sigo suplicando cuando comienzan a sacarme del barco. Ninguno me hace caso. Me suben a una lancha que Enzo pone en marcha.

-Enzo- lo llamo desesperado- Sácame de aquí, hermanito, perdóname por lo que hice.

Ni siquiera me mira. Lo intento con Alessio, obtengo el mismo resultado y con Massimo igual. Miro a Franco, no lo veo desde que es pequeño.

-Primo, tú puedes sacarme de aquí- le digo.

Él se ríe.

-Sí que estás loco- dice- Debes estarlo si piensas que voy a traicionar a mis hermanos. Ahora cállate.

Me golpea en la boca con su puño. Enzo detiene la lancha en el muelle. Me resisto a que me saquen de ella.

-¡No!- grito- ¡No lo hagáis!

Massimo me pone un trozo de cinta en la boca.

-Mierda, dan miedo esos monjes- dice Enzo- Les falta un ojo a los tres, ¿por qué?

-Penitencia- contesta Alessio.

Uno de los monjes me mira fijamente, mi cuerpo tiembla por el miedo. Nunca había sentido nada hasta ahora.

-Señores Di Santos- saluda el que parece el líder, debe ser Caronte- Un gusto conocerlos.

-Igualmente- contesta Alessio.

El monje me mira haciendo que mi cuerpo se estremezca.

-¿Este es el prisionero?- pregunta mirándome.

Intento gritar, pero la cinta de mi boca impide que el grito se oiga. Caronte hace un gesto a dos monjes, ellos me sujetan y me arrodillan en el suelo. Caronte se acerca a mí, arranca la cinta de mi boca.

-Has cometido muchos pecados. Debes pagar por cada uno de ellos.

Miro a mi hermano.

-Alessio, hermano, no me dejes aquí. Me portaré bien, seré un buen hermano, lo juro.

TARÁNTULA #7 [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora