BONUS

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notas: NSFW.

lxs quiero mucho, gracias por seguir leyendo esta historia vieja. 


Había llegado la primavera y John lucía espectacular con esa camisa de lino y el par de shorts caqui. Sherlock odiaba el calor y usualmente agradecía vivir en una ciudad tan escasa de éste como lo era Londres, pero ahora, con John Watson vistiendo así, por primera vez había olvidado lo tedioso que es caminar bajo el sol abrasador y se sentía afortunado de caminar junto a su pareja en un día tan agradable como este.

—Muero de sed—dijo John, soltando la mano del otro y limpiándose en su ropa—lo siento, mis manos sudan mucho. Hay que caminar así nada más.

Sherlock frunció el ceño y lo tomó de nuevo de la mano sin importarle lo que acababa de decir. El cálido tacto de la palma de su mano siempre, en calor o frío, resultaba inmensamente reconfortante.

—¡Ah, ya te dije...!

—No me importa tu sudor, John, no seas exagerado.

Sherlock apretó su mano, lo que hizo reír a John. Por alguna extraña razón el azabache se había convertido en un fiel amante del contacto físico, únicamente de parte de John. De cualquier otra persona, sentía una genuina aversión cada vez que lo tocaban. Pero John... quería tocarlo todo el tiempo, sentir su piel, abrazarlo, besarlo, morderlo, olfatearlo.

Creía haber perdido la cabeza. ¡Y aún no habían tenido sexo!

Habían salido por cinco meses y comenzado con el pie izquierdo. Fue difícil ganarse la confianza de John después del malentendido con Víctor Trevor y su completa arrogancia sobre todo el asunto de las marcas. Por fortuna, constantes citas y llamadas y mensajes arreglaron el asunto. Y ahora caminaban por el Hyde Park tomados de la mano y Sherlock sentía su corazón acelerarse con tan sólo pensar lo que estaba a punto de decir.

—Vamos a mi departamento por algo de tomar y descansar. Los pies me están matando.

Hubo un tono impávido en su voz, pero por dentro moría de ansias por escuchar una respuesta afirmativa por parte de Watson. La verdad es que sólo quería estar a solas con él, besarlo un poco, esa clase de besos que uno no da en público, tocarle la cintura, estar juntos, tanto que pudiera sentir sus latidos, quizá más rápidos que los de él mismo. Pero sólo eso, nada más que eso.

—Uh, okay—John se encogió de hombros, ignorante de las perversas ideas de Holmes. La verdad es que a él le vendría bien un descanso y un enorme vaso de agua helada, era todo en lo que podía pensar—, yo también estoy muy cansado y todavía tengo tiempo para volver a casa.

Caminaron un par de kilómetros más hasta tomar la sabia decisión de llamar a un taxi. Los pies de ambos estaban doloridos y escocían después de pasar toda la mañana del domingo caminando y conversando sobre el día, datos curiosos científicos, cómo reconocer diferentes tipos de cenizas de tabaco, cómo saber cuando un cadáver fue ahorcado o si se ahorcó a sí mismo, sobre qué pasa después de la muerte y qué se les antojaba comer después.

Últimamente conversaban demasiado y Sherlock permanecía sutilmente escéptico ante la idea de que se complementaban tan bien por el simple hecho de tener las marcas el uno del otro o quizá por ser Sherlock Holmes y John Watson, dos individuos que se llegaron a encontrar. Y es que, por más que quisiera darle el completo crédito a las marcas, para él resultaba mejor creer que fue un encuentro fortuito, que no tenía que ser y aun así fue. Le parecía más romántico verlo de esa manera.


—¿Crees que si no tuviéramos las marcas aún así nos enamoraríamos?—Sherlock decidió preguntarle de un momento a otro. Ambos yacían en el 221B de Baker Street y habían ingerido una inmensa cantidad de agua al llegar—. Es decir, si yo fuera un completo extraño para ti y me vieras pasar, ¿sería tu tipo? ¿te gustaría?

DON'T YOU KNOW. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora