John.
John inhaló el gélido aliento de Londres, después, exhaló con lentitud, tratando de entrar en calor. El aire condensado que salía de sus labios resecos le nublaba la vista, y fue en ese momento cuando decidió tocar el timbre del 221B de Baker Street.
Harriet y Mike Stamford le dieron varios consejos que le ayudarían a conquistar a cualquier persona, hombre o mujer, sociópata o extrovertido, pero John no podía evitar sentirse nervioso por la idea de estar a solas con Sherlock Holmes: un tipo amargado que por azares del destino resultó ser su alma gemela. A veces creía que el universo sólo se mofaba de su suerte, pero, ¿qué podía hacer? Además, había algo en el azabache, esa sensación de que debía conocerlo. O quizá sólo era el magnetismo de sus marcas.
Su corazón le dio un vuelco cuando la puerta fue abierta por una vieja y adorable mujer rubia.
—Buenas tardes, busco a Sherlock Holmes—John le informó, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta. Y sonrió nervioso, no pudo evitarlo; creyó que aquella mujer era alguna pariente del mencionado. Debía causar una muy buena impresión.
La anciana sonrió, alzando ambas manos con emoción, juntándolas y causando un sonoro aplauso.
—¡Oh! ¿Eres amigo suyo?—exclamó.—Siempre creí que Sherlock sólo se juntaba con ese pelirrojo y los otros vagabundos—hizo una mueca de disgusto, frunció la nariz y meneó su cabeza.—Pero tú luces más... decente.
—Oh, soy decente, señora. Muy decente—aseguró, asintiendo con vehemencia.
John creyó que debía aprovechar cada oportunidad para dar una impresión idónea hacia cualquier persona relacionada a Sherlock. Podría tener puntos a su favor.
La anciana le respondió con una radiante sonrisa, y dio paso a John para que pudiera entrar.
—¿Ese pelirrojo?—preguntó John una vez adentro, recordando las palabras de la anciana segundos antes. No podía creer que alguien como Sherlock tuviera un amigo que no se relacionara a la universidad. No solía mostrarse muy sociable con ninguno, o quizá sólo era que no le caía lo suficientemente bien para hacerle mucha conversación.—¿Conoce su nombre?—quería saber quién era el afortunado amigo de su alma gemela, sólo para tener una vaga idea de lo que necesitaba para acercarse más a él.
—Creo que es Victor... Victor Trevor, ¿por qué la pregunta, querido?
John no había escuchado ese nombre. Se preguntó qué clase de persona sería Victor Trevor, pero no dijo nada más relacionado a éste.
—Por nada, señora. ¿Está Sherlock en casa?
La simpática anciana asintió sonriente, y subió las escaleras con rapidez para avisarle al azabache que tenía visita.
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DON'T YOU KNOW.
Fanfiction| AU!Soulmates / TeenLock | Al cumplir veintiún años, la primera frase que te dirá tu alma gemela aparecerá tatuada en alguna parte de tu cuerpo. John Watson acaba de cumplir su vigésimo primer cumpleaños, sin embargo, las palabras marcadas en su ab...