7.

5K 821 133
                                    


Horas después... Pero con John.



—¿¡ERES ESTÚPIDO O ERES IDIOTA!?

—Así no era, babosa—John murmuró, encogiéndose de hombros, pero a Harriet no le importaba. Ella estaba demasiado ocupada riendo a carcajadas como para escuchar al idiota de su hermano menor.—Harry, esto es serio, ¿qué tal si no vuelvo a hablar con él? ¿qué tal si me quedo solo de por vida por culpa de ese imbécil?

Harry reía y reía y no podía parar. Era hilarante, una historia de amor con un comienzo bastante curioso, porque sí, era una historia de amor porque ambos tenían sus marcas y debían ser. Tenían que ser. Harriet Watson creía plenamente en el destino.

—Es que... ¿Por qué no le insististe, John?

—¡Lo hice! Quiero decir, le dije que deberíamos hablar sobre ya-sabes-qué, pero sólo se burló de mí y dijo: "No creo en esas estupideces"—John engrosó la voz, tratando de imitar el tono profundo de la voz del tal Holmes. Estaba enojado, y frustrado, y confundido.

Siempre creyó que cuando encontrara a su alma gemela, todo se volvería más sencillo, que se tomarían de las manos y correrían juntos hacia alguna pradera con el atardecer contrastando sus rostros. Pero no fue así, Sherlock Holmes solamente terminó complicando todo. Y John no estaba seguro si quería volver a encontrárselo, pero sentía que debía hacerlo, a pesar de que no se consideraba a sí mismo gay.

—Así que es de esos intelectuales que no creen en las almas gemelas. Eso complica un poco las cosas.

—¿Un poco? ¡Lo complica todo, Harriet!—bufó, tomando una almohada y ocultando su rostro en ésta.

Harry miró a su hermano, esbozando una sonrisa que parecía ser causada por el enternecimiento, como si la mayor de los Watson supiera algo que John no.

—Pero, ¿te gustó?

John entornó los ojos, abrazando la almohada.

—¿Qué cosa?

—¿Qué otra cosa puede ser, idiota? ¡El tal Holmes!

El rubio no contestó al instante. La verdad era que el azabache resultó bien parecido, desde su rizado y bien peinado cabello, su piel pálida con algunos lunares en el rostro y cuello, y esos enigmáticos ojos que parecían ser azules y al mismo tiempo verdes. Sherlock Holmes era condenadamente guapo, quizá demasiado para John, aunque su actitud terminó echándolo todo a perder.

—No... No lo sé—confesó.—Quiero decir, nunca creí que mi alma gemela terminaría siendo otro hombre.

Harriet le dio un par de palmadas en la espalda, tratando de consolar la angustiada alma del estudiante de medicina.

—Pero Mike dijo: "las marcas no te dicen el género de tu alma gemela, no hay que descartar opciones"—John agregó, seguido de un suspiro.—Supongo que... que debemos ser...—Harriet sonrió de oreja a oreja, después de aplaudir llena de emoción y orgullo.—Pero él se negó al principio, ¿qué debería hacer?

—Conquístalo, duh. Supongo que tu situación es más complicada de lo usual, pero tarde o temprano tendrán un felices para siempre, ya verás, John—Harriet le sonrió, apretándole una de sus mejillas hasta dejarla colorada. No podía evitarlo, había esperado mucho para ver cómo su hermano encontraba a su alma gemela, y aunque terminó siendo un completo idiota egocéntrico, lo querría de todos modos cuando por fin lo conociera.—Así que, ¿qué es lo que harás?

John hizo una mueca y desvió la mirada, después jugó con sus pulgares. Harriet sabía la respuesta, pero John no estaba seguro si valía la pena esforzarse tanto por Holmes.

—Supongo que... Supongo que volveré a hablarle.


DON'T YOU KNOW. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora