Guardaba silencio, observando en la pantalla la imagen borrosa de Mal. Ya ni siquiera podía reconocerla, su hermana se había marchado con el cabello morado y cortó, su esencia única que podía distinguir aún en la coronación. Ahora ya no la tenía, cualquiera que la viera pensaría que era una princesa.
Una mueca se formó ligeramente en sus labios mientras terminaba de barrer el suelo. Ella no estaba bien, él lo sabía. Su rostro lo decía todo, no quería estar allí. No encajaba y cualquiera en esa estúpida isla con un poco de cerebro se daba cuenta, incluso la enana a su lado lo sospechaba.
—Mal no se ve bien, ¿no crees, Zaguie?
—Te he dicho que no me llames así. —regañó, dándole una mirada seria a la niña. Ella se encogió de hombros y continuó cosiendo una tela azul.
Zagreus regresó su mirada a la pantalla. La niña tenía razón, su hermana no estaba bien, sus ojos estaban tristes, nunca estuvieron así, bueno, tal vez sí, pero antes estaban diferentes, a pesar de verse apagados y fríos, se podía ver la determinación, la felicidad.
El brillo que ahora tenían era diferente; más que apagado, distante... Había dolor.
Tenían una tristeza no conocía, había un dolor diferente en esos ojos. Mal no estaba bien y él estaba preocupado por eso, conocía perfectamente a su hermana, algo la estaba atormentando y odiaba no poder estar allí para ella.
Si no fuese por el maldito campo invisible que los tenía prisioneros ya estaría junto a ella para cuidarla.
Odiaba sentirse así, una parte de él le decía que no le debía interesar; ella había elegido su bando y no debía preocuparse, que estaba bien y lo único que tenía era la presión por ser la nueva reina.
Pero la otra decía que eso no era así, él lo sabía; su hermana no quería ser reina y ambas partes lo sabían. Mal no estaba bien, solo fingía estarlo, y lo sabía porque él mismo se encargó de enseñarle a fingir.
Podía estar aún herido con ella, pero Mal seguía siendo su pequeñita, su responsabilidad y aunque ella no quisiera siempre lo iba a ser.
No podía evitar preocuparse, podía sentir cómo poco a poco la esencia y poder de su hermana cambiaba y eso no le agradaba. Su pequeña estaba mal y él no podía estar con ella ni ayudarla.
El viejo reloj de la pared sonó, marcando las dos con diecisiete. Zagreus tomó la bolsa de basura y le lanzó un pequeño bolso a la niña.
—Debo irme, haz tu tarea. —Al ver la intención de reclamar de la niña, inmediatamente le lanzó una sería mirada, callandola—. Si atiendes brujas, recuerda cobrarles el doble, tienen dinero pero no quieren darlo. ¿Qué harás si alguien te amenaza con quitarte las ganancias?
—Plantarle cara y echarlo de aquí —ella dijo orgullosa, sacándole una sonrisa al muchacho. —. Y soltar a Krus.
Eso último provocó una risa en el mayor. Asintió, orgulloso de su creación.
—Si se pone pesado, toca la campana. La cuchilla está bajo el mostrador. Recuerda…
—Solo usarla en caso de emergencias, si algo pasa te llamaré. —la pequeña lo tranquilizó y se fue a sentar a su pequeño escritorio creativo sacando los libros de su mochila.
—Te veré más tarde, enana. —se despidió y salió cargando la bolsa de basura.
Lanzó la bolsa al basurero metálico, bien podía dejarla tan solo por ahí, pero la enana siempre lo regañaba, decía que tirar basura por doquier no ayudaría a que la isla estuviese mejor. Debían cambiar su hogar, tal y como los vk's.
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𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎́𝐍 𝐀𝐍𝐃 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍.
Fanfiction𝐀𝐌𝐀𝐑 𝐘 𝐒𝐄𝐑 𝐀𝐌𝐀𝐃𝐎 eran dos cosas diferentes; y un dragón no podía ser amado por una princesa. 𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐇𝐀𝐃𝐀𝐒, dónde el príncipe siempre se queda con la princesa. 𝐃𝐎́𝐍𝐃𝐄 hay dos corazones felices, hay un tercero roto...