—¿Estás bien? —Fue la primer pregunta que salió de los labios de Zagreus apenas llegó al lado de Carlos—. ¿Y el pulgoso?
—Dentro de la limo —Carlos sonrió, tomando las espadas de sus amigos para guardarlas en la cajuela.
“Bien” en realidad no era algo que los chicos pudieran decir, Carlos tenía rasguños en el cuerpo, no tan pronunciados ni a gravedad, pero los tenía. Una cortada estaba en la mano de Jay, con golpes en el rostro y una ceja partida. Lonnie y Ben, milagrosamente, no estaban heridos.
La hija del Soldado de la Montaña había demostrado su genética y talento, lo máximo que tenía eran un par de rasguños. Benjamin no le era indiferente, la ayuda de los primos Stabbington había sido benefactora al grado de que el rey no portaba rasguños, quizás un poco despeinado y con mugre en el rostro, pero nada más.
Uma había cumplido al no herirlo, al menos eso era algo que agradecer.
Mal se había encargado de revisar que Evie no tuviese más de un rasguño, pero la peli-azul la tranquilizó, mostrando una prenda que le había quitado a un pirata y que podría ser perfecta para una nueva colección de moda. La peli-morada soltó una pequeña risa y negó, orgullosa de su princesa.
Si se analizaban bien las heridas, el más afectado podía ser Zagreus gracias a la patada de Harry Hook que le hizo sangrar el labio y la nariz.
Ben permanecía jadeado a un lado de la puerta de la limusina, con la mirada fija en Zagreus, que ahora hablaba de una forma tan familiar con su ex. Mal asentía cada tanto, una conversación de segundos, que para el rey fueron siglos.
—Deben irse —Lucian habló, desde el techo de láminas, sosteniéndose el hombro con una mueca—. Fue un gusto verlos, chicos.
Jay y Lonnie asintieron y subieron de inmediato a la limusina, Carlos tomó el brazo de Ben y lo metió al auto para evitar que tratara de denegar.
Mal e Evie se miraron entre ellas, pero justo cuando la peli-morada dio un paso atrás para ponerse al lado de Zagreus, Evie la detuvo.
No pregunto, ni escucho quejas. Evie solo tomó los brazos de los dos hermanos y los arrastró a la limusina. Lucian carcajeó y movió la mano, despidiéndose de Zagreus cuando este lo miró.
Lucian inclinó su cabeza cuando Evie se detuvo en la puerta de la limo, mirándolo. Él negó, no deseaba irse y alguien tenía que cuidar de la Isla, y no podía confiar en los primos, ellos harían más destrozos que vigilancia. La peli-azul asintió, con una pequeña sonrisa.
La limusina encendió y arrancó, mientras los seis dentro no dejaban de jadear y tratar de recuperar el aliento.
—Si que te apalearon —La voz perruna corto el ambiente agitado y tenso, con la mirada fija en el peli-negro.
Zagreus pasó su brazo por su rostro, tratando de retirar la mayor parte de la sangre seca que comenzaba a ser incómoda.
Mal se giró rápidamente hacia Zagreus al escuchar el comentario de Carlos. Sus ojos se suavizaron al ver las heridas en el rostro de su hermano, la sangre seca formando manchas en su piel pálida. Se acercó sin dudarlo, extendiendo la mano para levantarle el rostro y revisarle de cerca la nariz.—Déjame ver —murmuró con preocupación.
Zagreus hizo una mueca de protesta, dejó que Mal lo revisara.
—No está rota, ni dislocada —Mal avisó, relajando a sus amigos—. Solo fue la fuerza del impacto.
Zagreus sonrió de lado, conteniendo su diversión. El hijo de Garfio no le perdonaría tan rápido haberle quemado el brazo, aunque esperaba que su patada fuese más fuerte. Una mueca se divisó en sus labios al sentir una punzada en el abdomen.
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𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎́𝐍 𝐀𝐍𝐃 𝐐𝐔𝐄𝐄𝐍.
Fanfiction𝐀𝐌𝐀𝐑 𝐘 𝐒𝐄𝐑 𝐀𝐌𝐀𝐃𝐎 eran dos cosas diferentes; y un dragón no podía ser amado por una princesa. 𝐂𝐔𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐃𝐄 𝐇𝐀𝐃𝐀𝐒, dónde el príncipe siempre se queda con la princesa. 𝐃𝐎́𝐍𝐃𝐄 hay dos corazones felices, hay un tercero roto...