Capítulo 52

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— Hemos vuelto —anuncio Iclyn luego de entrar a la casa en compañía de Balder.

— ¿algo que contar? —preguntó Melione.

Balder había dejado que Iclyn lo acompañara a conseguir información luego de que ella le hubiera rogado casi de rodillas, la princesa sabía que eso era peligroso, pero aun así la había dejado ir. Iclyn podía cuidarse sola.

— No demasiado —dijo Balder, se veía algo cansado—, lo que ya imaginábamos: a ambas las están buscando por mar y tierra. Han estado revisando la mayor parte de la ciudad en su búsqueda y, según las personas que tenemos en el castillo, Esmerée está a punto de explotar de ira.

— Seguramente pasara mucho tiempo antes de que podamos irnos.

La voz de Iclyn estaba manchada de tristeza.

— En cuanto recuperemos nuestra magia, tenemos que salir de aquí —dijo Melione—. No me arriesgare a pasar más tiempo del necesario en este lado del portal.

— ¿cree que luego de que salgan de aquí, Esmerée declare la guerra? —preguntó Kelis, quien estaba sentada a su lado.

— Lo más probable es que sí. Conociendo el temperamento de Esmerée, lo hará en cuanto sepa que nos escabullimos hasta el mundo mágico. Esto apenas está comenzando y no me gusta el rumbo que está tomando hasta ahora.

— No tiene sentido formar una guerra por esto —dijo Balder sentándose a la mesa—. Esmerée es quien ha creado la mayoría de los conflictos entre humanos y seres mágicos.

— Lo aprendió de su padre, desde que es una niña le han inculcado el odio por todos nosotros. Era obvio que luego de que sus padres fueran asesinados, ella tomaría ese camino.

— Pero ¿Por qué solo ella? Debe tener otra razón de por medio —dijo Iclyn mientras jugaba con un mechón de su cabello.

— No solo es ella, Sullen también está contaminado con esas ideas.

— ¿y qué hay del príncipe menor? —preguntó Kelis.

— El... —Melione trato de no pensar en la sonrisa de Blagden ni en sus ojos ni en nada que tuviera que ver con verlo feliz— diría que es el único que no se dejó llevar por esos ideales. Su madre lo salvó de que su padre le implantara esas cosas en la cabeza.

— ¿de verdad están seguros de que está de nuestro lado?

— Completamente, no creo que se atreva a traicionarnos en nuestro propio hogar. Además, tiene otras razones por las cuales amar nuestro mundo.

— Así que tenemos al príncipe de nuestro lado, pero a otros dos miembros de la familia real en nuestra contra —menciono Iclyn, su ceño estaba fruncido—. No podría estar mejor.

Era verdad, aquella situación era complicada y no iba a ser fácil salir del mundo humano y luego enfrentar la guerra que iba a írseles encima cuando Esmerée por fin explotara con toda la ira que tenía en el cuerpo, pero también debía tener en cuenta que la princesa también estaba guardando muchas cosas dentro de sí y estaba muy segura de que todo eso saldría en el momento en el que la batalla se llevara a cabo. Tenía muchas cosas que cobrarle a Esmerée.

— la situación podría ponerse mucho peor si damos un paso en falso —recordó Balder.

— No creo que la reina lo haga —menciono Melione—. Desde hace mucho tiempo tiene un meticuloso plan por si algo como esto pasaba, aunque no contaba con varios contratiempos, debe estar reforzando todo lo que hemos hablado a través de los años y solo espero volver lo más pronto posible para ayudarla.

— ¿no creen que deberíamos hacerlo desde aquí? —preguntó Iclyn—. Me refiero a que deberíamos organizar todo lo que tenemos aquí, planear algunas formas y luego que Balder se las comunique a Seren.

— Esa era la idea desde el principio, pero aún no tenemos demasiadas cosas como para tener un plan o algún indicio claro.

Eso también era verdad, no tenían absolutamente nada más allá de que Esmerée iba a enviar una declaración de guerra a tierras de brujas y probablemente al resto de tierras mágicas. Aunque Melione había sido el problema principal en los últimos meses, no era un secreto que Esmerée odiaba a toda persona que llevara magia en su sangre y que no solo mataba brujas, sino también hadas, ninfos, elfos, entre otras especies.

— Deberíamos tener más recursos para la guerra y considerar todo lo que esté a nuestro alcance, como los Lykosnati, por ejemplo.

— No sabemos porque están tan atados a Esmerée —dijo Kelis mientras observaba a Iclyn con atención—, pero ella debe tener a su líder o algo así.

— ¿no hay algún libro o pergamino en el que haya más información sobre ellos?

— Me temo que no, todos los registros sobre las criaturas que surgieron en el milenio de plata se encontraban en la biblioteca perdida en la costa norte.

Esa biblioteca había sido destruida hacía mucho tiempo en la guerra entre hadas y brujas. Ese lugar había sido la perdida arquitectónica y cultural más grande de toda la historia de Chyriod, se habían quemado miles de registros sobre criaturas desconocidas y hazañas de héroes anteriores que salvaron a todas las brujas.

— Se donde hay más registros —menciono la princesa—. Tal vez puedan encontrar algo sobre los Lykosnati.

— ¿a qué lugar te refieres?

— Hay un... —Melione dudo en si debía contarles eso, se supone que eran registros secretos de la familia real y sus allegados, pero estaban en medio de algo que implicaba sacar algunas cosas a la luz— hay un templo a la diosa de la luna en las afueras de Noxia, justo en la frontera con los ninfos, parece un templo normal, pero en una bóveda subterránea se encuentran archivos, registros, libros, pinturas y artilugios mágicos pertenecientes al milenio de plata. Se supone que es un secreto de la familia real porque es peligroso que todos sepan dónde está y que pueden hacer con todo eso. Así que Balder —miró al único hombre presente— la próxima vez que vayas con Seren, te daré una carta para que ella esté segura de que puede darte esos archivos, ahí buscaremos la razón de como Esmerée retiene a los Lykosnati.

— ¿Por qué no nos hablaste de esto antes? —preguntó Iclyn, inclinandose un poco en direcciona la princesa y hundiendo las cejas notablemente.

— Como princesa debo saber primero si puedo confiar en ustedes antes de revelarles algo de esa magnitud. Además, se supone que hace mucho tiempo jure que nunca lo diría.

— Pero podía ser importante para lo que estamos tratando de averiguar.

— Iclyn, no sabía que tanto podía confiar en todos ustedes, después de todo estamos entre la espada y la pared y colaborar con el enemigo seria la salida más fácil.

— Iclyn, la princesa tiene razón -intervino Balder, al escuchar el tono molesto con el que la bruja de cabello blanco comenzaba a hablar—. Después de todo, en este momento no podemos confiar completamente en nadie y tampoco deberíamos hacerlo nunca.

Iclyn miró a la princesa con algo de recelo, era obvio que le molestaba el que ella no le hubiera contado sobre la bóveda en Noxia, pero Melione debía ser cuidadosa con la información que brindaba a varias personas. No eran cosas que pudiera ir soltando a la ligera como si fuera un rumor o algún tipo de historia fantástica que no importaba quien hablara o no de ella.

Estaba arreglado, la próxima vez que Balder fuera a tierras mágicas, le daría la carta para que se la entregara a Seren y esperaba que su hermana confiara lo suficiente en el juicio de la princesa como para darle los registros y libros que necesitaban para averiguar porque los Lykosnati seguían de una manera tan fiel a Esmerée. Esperaba desde lo profundo de su ser que lo que descubrieran, no fuera algo demasiado complicado de ver o de hacer, esas criaturas eran impredecibles y Melione aún tenía la duda de si de verdad no estaban con Esmerée por pura conveniencia o por instinto. Fuera lo que fuera, tenían que hallar la manera de controlarlos o de impedir que los atacaran y, si era posible, quitárselos a Esmerée. 

La Promesa del Destino *[EN PROCESO]*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora