Capítulo 3: Hannibal habla con un hombre

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Entonces hablaron. O Hannibal habló.

Le gustaba sentarse frente a él, bebiendo. Tuvo la oportunidad de darse cuenta de que quizás lo único que extrañaba de su vida anterior era tener a alguien con quien hablar, o al menos, alguien que lo escuchara. Que se adaptará fácilmente a la tarea.

Por la noche, exhausto de pelear, se tendía en el suelo para dormitar y Hannibal comenzaba su parloteo.

Comenzó enumerando las cosas que hizo, lo que vio. A veces, hablaba de los helicópteros que sobrevolaban su dominio destruido, y la mitad de las veces, Hannibal esperaba que uno de ellos viera la lona que colgaba sobre el costado del edificio, o la pintura blanca con la que escribió: "HOMBRE VIVO, NECESITO AYUDA".

Nunca ocurrió. Todos los recursos militares y marinos restantes se concentraron en grandes poblaciones, no en sobrevivientes aislados. Tenía sentido.

También le daba la oportunidad para atraer a los inocentes desesperados, que pensaban que finalmente habían encontrado a alguien más en quien apoyarse, y se convirtieron en provisiones para la próxima semana de Hannibal. Siendo mucho mejores cuando llevaban consigo importantes dotaciones de alimentos enlatados, agua, medicinas o armas.

Y de eso hablaba, hasta que se volvió repetitivo.

Entonces Hannibal llegó a las pequeñas historias. Primero, de algunos pacientes notables, riendo para sí mismo al recordar las masas neuróticas vivas como Franklyn Froideveaux o los desviados psicosexuales como Mason Verger, con suerte muertos y devorados.

Los lugares que frecuentaba, la ópera y galerías de arte, librerías y museos. Los pocos amigos que había tenido y los romances aún más escasos. Alana, Bedelia, Anthony. Jack Crawford y su falta de conciencia, todos los años trabajando bajo las narices del cazador, mientras seguía su rastro. El FBI, las investigaciones, diagnósticos y perfiles. Agentes que estuvieron cerca, muy, muy cerca. Tanto que Hannibal sentía respeto por ellos, incluso con las manos alrededor de sus cuellos o la navaja en el fondo de sus vientres impecables.

Will no respondió, como se esperaba, pero nunca desvió su visión vaga. Aunque tampoco miraba a Hannibal a los ojos. No te gusta el contacto visual, ¿verdad? Pero Hannibal persistiría. Will permaneció quieto y en silencio, gruñendo inevitablemente de vez en cuando, y su cabeza tambaleante parecía asentir, como diciendo te escucho, sigue.

Así que Hannibal siguió.

☆☆☆☆☆

Hannibal comenzó a alimentarlo, especialmente cuando la intensidad y la frecuencia de su lucha disminuyeron y Will pasó más horas tirado en el suelo que tratando de romper sus cadenas. Cuando cerró los ojos y recostó su cuerpo de costado durante sus sesiones, Hannibal concluyó que debía haber estado... muriendo de hambre.

En la radio no hablaban de su esperanza de vida, ni de cuánto tiempo podían pasar los muertos sin comida. Pero por lo que había podido observar, parecía que Will comía casi a diario y atrapado llevaba cinco días ya.

Los ojos de Will se abrieron, medio saltando para levantarse en toda su altura, en cuanto Hannibal puso un pie en la habitación, acompañado de un cerebro humano completo, propiedad del anterior granjero llamado Jeff Goldman, según su licencia de conducir.

—Ahora, quieres esto... —declaró Lecter, balanceando suavemente el trozo de carne que goteaba de una de sus manos. Will se impulsó con ambos brazos extendidos al frente, moviendo los dedos en un gesto de agarre, —y te lo proporcionaré, si me permites quitarte el bozal.

Se acercó, ante lo cual Will inmediatamente bajó ambos brazos, y fue la primera vez que Hannibal sospechó que quizás Will entendía mucho más de lo que parecía. Gruñendo en aprobación, los ojos llorosos de Will exhibieron docilidad.

El plato fue puesto a los pies de Will, quien ya se estaba agachando para sostenerlo. Hannibal tiró de la cadena de la cadera del hombre, inmovilizándolo.

—Y si intentas morderme, te romperé la cabeza.

Para enfatizar, Hannibal golpeó suavemente la pantorrilla de Will con el imponente martillo de diez kilos que tenía en la otra mano; anteriormente usado para hundir el pecho de Jeff.

Honestamente, tal amenaza no podría ayudarlo mucho en caso de que la toma de decisiones de su amigo se basara completamente en el simple y básico sentimiento de hambre. Si su tipo de razonamiento no tuviera más valor para él que el canto de un pájaro al amanecer. Más bien servía como una garantía personal.

Will se mantuvo quieto lo mejor que pudo, a pesar de no poder controlar por completo el ligero balanceo perpetuo de su cuerpo. Sus manos cayeron relajadas a los lados, y gimió una vez más, para dar su consentimiento.

Cuando Hannibal le quitó el bozal de la cara, lo primero que hizo Will fue lanzarse hacia adelante, y aunque el reflejo de Hannibal fue levantar el martillo por encima del hombro para dejarlo caer sobre la frágil nuca del muerto, no hizo falta tal cosa. Will se derrumbó sobre sus rodillas, que crujieron dolorosamente, y prácticamente cayó de cara al suelo.

Frenético, el moreno agarró la materia gris en puños y se llenó la boca con los enormes bocados, manchando sus mejillas con sesos y sangre oscura. 

Sobre el torrente de gruñidos, sorbos y ruidos parecidos a gemidos, Hannibal rodeó a la desesperada criatura, el martillo arrastrado detrás de él, posteriormente abandonado contra el respaldo de un sofá cuando decidió sentarse y presenciar la escena.

La carne desapareció y Will se arrojó sobre un costado cuando terminó, como un animal sobrealimentado.

—Así que tenías hambre —pronunció con una sonrisa de disculpa. —Perdóname por hacerte esperar tanto, no tenía idea.

Will, como de costumbre, no respondió. La extraña imitación de una respiración real se elevó en frecuencia hasta convertirse en bocanadas breves y explosivas hasta que finalmente se hizo más lenta, su blanco pecho se expandió y hundió con una engañosa cadencia natural. Observó a Hannibal desde su lugar de descanso, quien quería creer que el pequeño brillo detrás de la niebla de esos ojos fríos era gratitud.

Algo nuevo para Hannibal. Primero comía él, luego Will comía también, y los dos podían continuar su conversación.

Nocturno [HANNIGRAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora