Capítulo 8: Hannibal duerme con un hombre

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La siguiente lección tuvo lugar seis días después. La herida hecha en mano de Will tardó cinco días en comenzar a cerrarse. No se filtraron fluidos, y la costra se desprendió varias veces antes de que finalmente se formará sustancialmente. Entonces Hannibal supo que Will estaba sanando. Al menos, las cosas superficiales parecían hacerlo. Los limpios impactos de bala en su estómago tampoco rezumaban sangre, aunque siempre tenían un ligero olor a carne quemada.

Cuando Will le permitió sostener sus manos y jugar con ellas en ciertas áreas del cuerpo, Hannibal también tomó la consideración de revisar sus uñas. Notablemente más largas que antes, pero poco, cuando deberían ser de al menos el doble del tamaño.

El cabello de Will apenas rozaba el borde de su barbilla ahora, desde que se conocieron, pero Hannibal no se atrevía a cortarlo en lo más mínimo por temor a que los rizos color chocolate no volvieran a crecer. Prefirió obligar al hombre a usar clips para evitar incidentes.

Hannibal pudo entonces asegurar un par de afirmaciones. Su querido amigo estaba envejeciendo de una forma u otra, aunque la razón de tan lento cambio continuaba eludiéndolo. De hecho, no tenía idea de cuánto tiempo sobrevivían tales seres en promedio. No debía ser mucho.

Will había tenido la suerte de tener todavía un cuerpo completo, en comparación con sus compañeros cadáveres ambulantes de mandíbulas flojas, extremidades partidas a la mitad y pieles desgarradas pútridas que hacían poco para proteger los huesos y órganos destrozados.

Will y Hannibal estaban decayendo y cambiando como todos los seres vivos, aunque a ritmos diferentes, y esas eran las cosas que, después de tanto, realmente lo asustaban antes de dormir. Especialmente, dormir con Will.

La segunda revelación fue que tenía que ser extremadamente cuidadoso, si no quería causarle a Will un daño que tardaría meses en sanar. Así que en la primera ocasión, cuando arrastró a Will a la cama en lugar del piso, y una vez que se aseguró de limpiarlo a fondo, estableció una serie de reglas, o mejor dicho, prohibiciones.

Claramente, Will tampoco era muy consciente de a dónde los estaba llevando el juego en el que los dos estaban involucrados, hasta que Hannibal clavó su intensa mirada lasciva al mismo tiempo que presionaba la mano inocente de Will contra la furiosa erección cubierta por la pijama.

Will reaccionó, abriendo mucho los ojos y tratando de apartar la mano como un primer impulso. Uno que cedió, cuando Hannibal no lo soltó, no hasta que el roce forzado de sus dedos contra la entrepierna de Hannibal se volvió voluntario lentamente.

Hannibal podría ayudarse a sí mismo con eso, decirle lentamente qué hacer y obedecer, o en el peor de los casos, básicamente entrenar a Will para que se quedara quieto. Afortunadamente, no tuvo que cometer tal barbaridad, pues pronto descubrió también para su deleite que la mecánica de la intimidad sexual se convertiría en otra fascinación a redescubrir por el hombre aventurero.

—Vamos a ser un poco lentos en esto, Will, pero es por tu propio bien. Sigue mi ejemplo.

Hannibal comenzó con besos cortos que rápidamente se hicieron más profundos, otra habilidad que su querido Will asimiló y dominó con maravillosa facilidad, mientras sus manos recorrían cada centímetro al alcance de su amigo, claramente sin permitir que Will apartara las suyas de la creciente erección de Hannibal.

La otra mano de Will yacía lánguidamente, sin comprender aún el proceso y su propósito, por lo que Hannibal se tomó la molestia de guiarla hacia su pecho. A partir de ahí, Will reconoció patrones anteriores y rápidamente se dio cuenta de lo que debía hacer. Inmediatamente depositando su mano rígida sobre los hombros de Hannibal para apoyarse.

Era extraño e impráctico en más de un sentido, pero Hannibal, después de mucho tiempo, descubrió que no estaba interesado en lo más mínimo en lo inusual de todo el asunto.

Nocturno [HANNIGRAM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora